viernes, 22 de junio de 2018

Justify: Más grande que el tiempo - Parte 2: Corriendo contra la historia

Luego de la publicación de "El origen de la gloria", el primer capítulo de "Justify; Más grande que el tiempo", mi biografía sobre el reciente triple coronado Justify, hoy les presento la segunda parte de la misma: "Corriendo contra la historia". 

En la primera entrega, recorrimos los primeros 2 años de vida del potrillo, desde su nacimiento en Glennwood Farm y su venta a poco de cumplir los 2 años en las subastas de Keeneland, hasta su arribo a los establos de Bob Baffert en California, donde, tras unas semanas con la división secundaria del entrenador en Los Alamitos, el potrillo había sido enviado al hipódromo de Santa Anita, deslumbrando al legendario compositor con sus primeros vareos.

En este segundo capítulo, cubriremos las primeras tres carreras del alazán, que, tras develar su enorme potencial al mundo en sus primeras salidas a pista, comenzaría su carrera contrarreloj por intentar clasificar al Kentucky Derby, y sobre todo, por intentar convertirse en el primer ganador de la carrera en no haber competido a los 2 años, desde que un potrillo llamado Apollo lo lograra 136 temporadas antes.

¡Espero que lo disfruten!

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Parte II: Corriendo contra la historia

Menos de un mes después de arribar a los establos de Baffert en Santa Anita, y una semana después de su increíble vareo en esa pista a principios de febrero, el compositor anotaría a Justify en una carrera para potrillos de 2 años perdedores, a correrse el domingo 18 de febrero sobre 1200 metros.

Para ese entonces, las capacidades corredoras del alazán ya empezaban a ser un secreto a voces entre los expertos californianos, y si bien su anotación no recibiría mucha atención en las redes, varios entendidos esperaban la primer carrera del hijo de Scat Daddy con intriga. De hecho, cuando abrieron las apuestas, alrededor de 30 minutos antes de la competencia, los dividendos de Justify enseguida se iban a posicionar cerca de los $1,50 por cada dólar apostado, cotización que se mantendría hasta la largada.

Sólo una cosa restaba por definirse: el equipamiento del potrillo. Pues llegado el momento de enviar a Justify a la pista, cuando Baffert se juntó con el joven jinete Drayden Van Dyke, quién correría al alazán esa tarde, en la redonda de montar, el entrenador llevaba en sus manos una careta, y estaba indeciso sobre si utilizarla o no.

Mientras meditaba, veía pasear a su pupilo, que, con su pelaje rojo brillando como el fuego bajo el sol de febrero, arrastraba a su peón Eduardo "Lalo" Luna, saltando, resoplando, y arrugando su pescuezo en forma arrogante ante sus cuatro rivales de esa tarde. "Voy a aniquilarlos" parecía querer decirles: "Y lo saben".

Baffert sabía que un poco de foco no le vendría mal al inexperiente potrillo en su primer carrera, pero viéndolo así de ansioso en la redonda, también temía que demasiado aislamiento terminara por serle perjudicial: si Justify era mucho más veloz que sus rivales -cosa que el entrenador intuía-, podía llegar correr demasiado rápido para su propio bien, gastando sus energías al inicio de la carrera y quedándose sin restos para el final.

Dado que Van Dyke conocía al alazán tras haberlo montado varias veces en sus vareos matutinos, el entrenador decidiría compartir sus inquietudes con el joven.

"Drayden, ¿qué hago con la careta? Me gustaría ganar, pero eso no es lo más importante hoy. Quiero que el caballo aprenda algo durante la carrera" le preguntaría el entrenador en el cantero principal de la redonda, mientras Luna se esforzaba por mantener sereno a Justify.

Van Dyke, que pocas veces tenía la suerte de montar potrillos de ese calibre en las tardes, debido a su corta experiencia, respondería con sinceridad: "El caballo larga lento, jefe, así que yo le pondría la careta".

Tal vez, de haber sabido todo lo que le iba en esa corta respuesta, el nacido en Louisville, Kentucky, se lo hubiera meditado un poco más.

Justify saliendo a la pista el día de su debut, con la famosa careta en su cabeza. Aún le sobraba un poco de grasa, pero su tamaño ya llamaba la atención.
Ni bien se abrieron los partidores, pudo comprobarse que, al menos en lo que se refería a la largada, el joven estaba en lo cierto: Justify, que partía desde el tercer cajón, largaría en el último lugar de los 5 competidores, quedando un par de cuerpos por detrás del lote.

Sin embargo, tras perder apenas unos pasos con respecto a sus competidores Van Dyke no demoraría mucho en armar al caballo, y una vez que el alazán hubo retomado su equilibrio, pondría primera, segunda, y tercera. En menos de 200 metros, le pasaría por delante a tres caballos por el centro de la pista, y quedaría peleando la delantera, por fuera de un veloz potrillo llamado Show Time Rocket, que también era entrenado por Baffert.

El problema ahora, era que estaba yendo demasiado rápido.

Con su rival presionándole desde adentro y la careta enfocando sus ojos en la infinita faja de arena que tenía por delante, el hijo de Scat Daddy pasaría los primeros 400 metros en 21.80, un tiempo suicida para una pista profunda como la de Santa Anita. Baffert, observando la carrera desde las gradas con su mujer Jill, no podría evitar maldecir a Van Dyke.

"Mierda, lo echó a perder" murmuró el compositor.

"Estamos perdidos" le respondería su esposa.

Por unos pocos segundos más todo se mantendría de igual forma, con Show Time Rocket incluso llegando a tomar la delantera pegado a la baranda interior, y Justify siguiéndolo por fuera. Mientras tanto, el resto del lote, expectante, se ubicaría por detrás de los dos punteros, esperando que se desgataran entre ellos para recoger los pedazos, como generalmente sucede cuando dos potros se trenzan en parciales vertiginosos.

Poco después de entrar en el codo, pasados los primeros 600 metros de carrera, sería Show Time Rocket quien tiraría la toalla primero. El ligero hijo de Into Mischief pagaría cara la osadía de querer competir contra el gigante rojo, y, mientras Justify continuaba pidiéndole rienda a Van Dyke, el zaino se iba a fundir como un Escarabajo que intenta picar contra una Dodge. En cuestión de segundos, desaparecería de la vista, y cuando entraran en la recta, le faltaría poco para estar trotando.

Pero si bien el primer rival de Justify había sido quebrado, todavía quedaban tres más. Y el problema era que, mientras uno de ellos asomaba con fuerza por afuera, el cronometro marcaría que el hijo de Scat Daddy había cruzado los primeros 800 metros de la carrera en 44:37. No bastaba ser un experto para darse cuenta que aquello se estaba por poner difícil.

Porque por más que fuera bueno, o incluso más que bueno, la lógica indicaba que el veloz alazán se tenía que parar de golpe, quemado por su propia velocidad. Cuando cruzó el poste de los 400 metros para el disco, había recorrido el primer kilómetro de la competencia en 57 segundos, casi que 3 segundos más rápido que el más veloz de sus entrenamientos, y todavía le quedaba casi un tercio de carrera por completar. Era imposible que pudiera mantener ese ritmo, y Baffert lo sabía.

Parado en las gradas, el entrenador pensaba que no iba a ser la primera vez que uno de sus potrillos más prometedores perdiera en su debut por culpa de la inexperiencia. Ya le había pasado algo similar cuatro años antes con American Pharoah, quién había llegado cuarto en su debut, y también dos temporadas atrás con Arrogate. Maldición, si hasta Secretariat había perdido su primer carrera por culpa de un torpe e inexperiente jinete, ¿por qué no iba a hacerlo este alazán?

Así, mientras Baffert maldecía a Van Dyke y comenzaba a replantearse si debía continuar con el plan que había trazado para llegar con el potrillo al Derby; mientras Van Dyke pensaba en como dejar la pista al terminar la carrera sin que el canoso lo agarrara del pescuezo; y mientras los apostadores tiraban sus boletos insultando a uno, al otro, y hasta a sus propios padres por haberlos llevado un día a las carreras, Justify, que solo pensaba en correr, sentiría a uno de sus rivales ponerse a un cuerpo de distancia. Y así, en un click, despegaría de nuevo, como impulsado por un cohete.

"Wow" diría Baffert, al verlo acelerar de una forma que sólo los grandes caballos pueden hacerlo.

Y "Wow" le respondería su mujer.

En lo que demoró Van Dyke en agarrarse, el hijo de Scat Daddy le sacaría 3 cuerpos a su más cercano perseguidor, y después de entrar en la recta en solitario, se dedicaría a seguir estirando diferencias a voluntad. Cuando llegó al disco, en un tiempo casi que imposible para un debutante de 1:21.86 para los 1400 metros, serían 9 cuerpos y medio los que lo separaran del segundo potrillo. A Show Time Rocket, que se había animado a correrle a la par, le tiraron las llaves del hipódromo y le dijeron "cerrá todo cuando llegues".


Llegando al disco primero en su debut, en una carrera que parecía imposible de ganar 400 metros antes
Ni bien terminada la carrera, las redes empezarían a arder con comentarios y preguntas sobre aquel enorme alazán que Baffert acababa de sacar a la luz. Si bien aquella generación de potros parecía ser de las mejores en un tiempo, el Beyer Speed Figure de 104 que había obtenido Justify por su increíble debut era el más alto de todos los 3 añeros de ese año por 5 puntos. Es más, de todos los caballos norteamericanos en debutar en la última década, solo 3 habían obtenido un número mayor en su primer carrera.

Faltaban sólo 77 días para el Kentucky Derby, y como Baffert no demoraría en admitir que ya estaba con "fiebre de rosas" al declarar que todavía estaban a tiempo de llegar a la carrera, la pregunta en boca de todos era: ¿a dónde enviaría el canoso a Justify para su próxima salida?

Baffert, cuyo plan siempre consistió en volver a correr al potrillo apenas tres semanas después en una condicional sobre la misma pista, necesitaba mantener en secreto su idea, para no asustar potenciales rivales y que la carrera no se confirmara por falta de competidores. Entonces, tras sacarse la foto y responder a todas las preguntas de los periodistas con la frase "Tengo un plan, pero no lo puedo decir", lo primero que haría sería llamar a Elliott Walden, para que el presidente de WinStar -el establo que era dueño mayoritario del potrillo- levantara una cortina de humo y respondiera que el caballo iría a Nuevo México a correr el Sunland Derby, uno de los clásicos preparatorios al Kentucky Derby de menor calibre. Walden obedecería, y por suerte para él y sus socios, para Baffert, y básicamente para todo el mundo hípico, el secreto de la siguiente carrera de Justify se iba a mantener como tal.

De esa forma, en la tarde del 11 de marzo, cuando quedaran poco menos de 2 meses para el Kentucky Derby, Justify saldría por apenas segunda vez en su vida a la pista, nuevamente en Santa Anita, pero esta vez sobre 1600 metros, una distancia más cercana a los 2 kilómetros que, si el destino quería, le aguardaban en el Derby.

Para ese entonces, la opinión ya era casi que unánime en que, más que competir contra sus rivales de turno, el hijo de Scat Daddy se encontraba corriendo una carrera contra el tiempo, para intentar llegar en forma pico a la carrera más difícil del mundo con pocos meses de preparación; y también contra la historia, pues si quería ganar el Kentucky Derby, iba a tener que romper la célebre maldición de Apollo, que en 1882 había sido el único potrillo en obtener el trofeo sin haber competido a los 2 años de edad.

La noche antes de la segunda competencia del alazán, a la que muchos aficionados esperaban como si fuera un clásico de grupo 1, Baffert iba a invitar a cenar al legendario jinete Mike Smith, por lejos el jockey activo más exitoso del país, para darle una breve introducción acerca del potrillo. Un tiempo antes, el entrenador ya había dialogado con el joven Van Dyke, para explicarle que, sin rencor por su error en la primer carrera del potro, lo iba a bajar de Justify para suplantarlo por el experimentado Smith, debido a la alta presión a la que todos los allegados del potrillo iban a verse sometidos.

Durante la cena con Smith, Baffert iba a ser lo más franco posible.

"Mike, nunca te has sentado en un potrillo de 3 años como este" le diría al jinete más ganador de la historia de la Breeders' Cup, cuyas manos se habían enredado en las crines de caballos como el inolvidable Holy Bull, la mítica yegua Zenyatta, o el gran Arrogate. "Hagas lo que hagas, no lo dejes correr en la punta. Enséñale a correr de atrás, pues va precisarlo en el Derby. Y lo más importante: no lo dejes ganar por mucho".

Si Smith se sonrío en forma escéptica al escuchar al entrenador alabar así a un potrillo ganador de una carrera, la duda le iba a durar poco tiempo.

Justify y Mike Smith, la tarde de la segunda carrera del potrillo
La mañana siguiente, el día de la carrera, amanecería lluviosa, lo que iba a levantar algunas dudas con respecto a la forma en que Justify se adaptaría a la pista fangosa. Además de eso, y de que por un arreglo entre WinStar y el China Horse Club Smith se iba a vestir con las sedas rojas y doradas del CHC (las cuales por el arreglo serían utilizadas en 1 de cada 4 carreras empezando por esa), otro cambio con respecto al debut iba a ser que Baffert, que se encontraba en un vuelo rumbo a una subasta en Ocala, había dejado instrucciones de que el potrillo corriera sin careta.

Nuevamente, Justify sería cotizado enorme favorito de la contienda, pagando $1,05 a ganador, lo que significaba que si se apostaban 1.000 dólares a que ganaba la carrera, la ganancia total era de 50 dólares. De hecho, era tan esperada su victoria, que muchos aficionados se habían lamentado que Baffert no lo hubiera anotado en el San Felipe Stakes (Grupo 2), uno de los clásicos preparatorios al Derby más importantes de esa época del año, que se había corrido la tarde anterior sobre esa misma pista.

El motivo de Baffert era evidente, y era que simplemente ya había tenido al favorito para el San Felipe sin necesidad de anotar a Justify. Su nombre era McKinzie, y aunque iba a perder su invicto de 3 carreras al ser distanciado al segundo lugar en aquella carrera, eso no impediría que a los ojos de muchos turfmans continuara siendo considerado como el mejor candidato de Baffert para el Derby, para el cual lideraba la lista de favoritos de muchas casas de apuestas.

Nuevamente, previo a su segunda carrera, Justify se mostraría ansioso, dando pequeños saltos y arrastrando a su peón Eduardo Luna por la redonda. Había crecido un poco en musculatura en las tres semanas que habían transcurrido desde su debut, y su peso ya superaba los 570 kilos.

Sin embargo, pese a la ansiedad demostrada en la previa, cuando se abrieran los partidores, el alazán largaría nuevamente en la última colocación, al igual que en su primera carrera. Mike Smith, que recordaba las instrucciones de Baffert de no llevarlo a la punta, no se pondría nervioso por ese comienzo, y en los primeros metros colocaría al potrillo por fuera, a un par de cuerpos del puntero. Así, todo transcurriría con tranquilidad, al menos durante los primeros 800 metros de la competencia.

Porque cuando ingresaran en el último codo, y mientras Justify corría cómodamente en el tercer lugar, a 2 cuerpos del puntero Calexman, un zaino de nombre Shivermetimbers, que mantenía la segunda ubicación por dentro del alazán, hozaría girar su cabeza y arrimar su hocico bruscamente al pescuezo de Justify, en lo que pareció un intento por morderlo. Fue un movimiento rápido, casi imperceptible, tal vez ni siquiera un acto de violencia. Pero no iba a bastar más que eso.

Pues en menos de lo que se demora en decir "Shivermetimbers, a ver si me alcanzas", Justify cambiaría de mano y, acelerando, le sacaría 5 cuerpos al atrevido zaino. Ya de paso, por matar dos pájaros de un tiro, pasaría por fuera del hasta entonces puntero Calexman, tomando la punta a poco de entrar en la recta con una facilidad pasmosa.

A partir de allí, Smith solo precisaría guiarlo hacia el disco, a donde el hijo de Scat Daddy iba a llegar  de orejas paradas, con una ventaja de 6 cuerpos y medio sobre Shivermetimbers, en el buen tiempo de 1:35.73 para la milla sobre una pista fangosa.


Alejándose de Shivermetimbers en la recta de Santa Anita
Cuando Baffert aterrizara en Ocala, su teléfono estaría lleno de llamadas perdidas y mensajes de conocidos, ex-jockeys, y cronistas hípicos de todo el país. Y todos más o menos le preguntarían lo mismo: ¿a dónde iba a ir aJustify hora?

Para asegurarse de poder correr el Kentucky Derby, el hijo de Scat Daddy debería acumular al menos 30 puntos en las llamadas "carreras clasificatorias": una serie de clásicos de grupo corridos desde setiembre del año anterior hasta abril, un mes antes del Derby. Cuánto más importante el clásico, y cuánto más cercano en el tiempo al primer sábado de mayo, mayor el número de puntos que obtenían los primeros cuatro competidores.

Al sólo haber corrido dos carreras condicionales en su vida, Justify tenía 0 puntos acumulados, lo que hacía imposible que hasta entonces pudiera correr el Kentucky Derby, por más bueno que fuera. Si se analizaban los puntos obtenidos por los demás caballos de su generación hasta entonces, para lograr clasificar entre los 20 competidores, el potrillo debería ganar o llegar segundo en una de las 5 grandes "preparatorias" para la carrera: el Santa Anita Derby, Florida Derby, Wood Memorial Stakes, Bluegrass Stakes, o el Arkansas Derby, los cuales se corrían entre 5 y 3 semanas previo al Kentucky Derby en diferentes pistas a lo largo del país.

El problema radicaba en que Baffert ya tenía bajo su cuidado a McKinzie, su principal candidato al Derby por ese entonces, con el cual hacía ya un tiempo tenía planificado correr en el Santa Anita Derby, que se corría en el "patio de atrás" de los establos de Justify. Para hacer las cosas un poco más complejas, WinStar Farm y el China Horse Club, junto con los grupos Starlight Racing y Head Of Plain Partners, quienes habían adquirido el 15% de Justify a SF Bloodstock mientras el potrillo estuviera en entrenamiento, también tenían a Audible, un pupilo de Todd Pletcher que era considerado el mayor candidato al Derby de la costa este, y qué era el favorito para el Florida Derby.

Todo esto reducía a tres las posibles carreras en dónde Justify podía correr a continuación: el Wood Memorial, el Bluegrass Stakes, y el Arkansas Derby. Las primeras dos, corridas en Nueva York y Kentucky respectivamente, eran rara vez utilizadas por Baffert. La tercera, sin embargo, ya había sido ganada por sus pupilos 2 veces en la última década, y se corría era uno de los hipódromos preferidos del entrenador, en donde había ganado 13 carreras preparatorias. De hecho, apenas 3 años antes, había enviado a un tal American Pharoah a esa misma carrera, tras dejar a otro de sus favoritos para el Kentucky Derby de ese año, Dortmund, en Santa Anita, y todos recordaban cómo había terminado esa historia.

Poco tiempo después de la segunda carrera de Justify, Baffert despejaría las dudas, confirmado que el alazán viajaría a Arkansas un mes después, para competir en el Arkansas Derby el 14 de abril, tres semanas antes de la carrera de las rosas.

"Ha llegado un poco tarde a la fiesta, pero el talento está ahí" diría públicamente el entrenador. "Todavía tiene que viajar a Arkansas y adaptarse al hipódromo, por lo que nos quedan muchos retos por delante. Si corre bien iremos al Derby, y si no, esperaremos al Preakness. Iremos una carrera a la vez."

Mike Smith, quien luego de su primera vez sobre el potrillo había despertado controversias al compararlo con el sensacional Easy Goer, uno de los mejores caballos de los últimos 40 años en Nortéamerica, iba a mantener la monta sobre Justify.

"Odio compararlo con otros caballos en este momento, pero, ¿no les recuerda a Easy Goer en sus días? Un gran caballo alazán, con una enorme y poderosa brazada" había dicho el legendario jinete al bajarse de Justify luego de su primera vez sobre su lomo.

Confirmado el plan de ruta, Baffert se pondría más serio en sus exigencias matutinas para el potrillo, buscando compensar la falta del famoso "fondo", ese que según los expertos causaba que fuera tan difícil los pura sangres que no competían a los 2 años ganar el Kentucky Derby.

Así, en las 2 semanas siguientes a su segunda carrera en Santa Anita, Justify realizaría 2 pasadas matutinas sobre esa misma pista: primero, el 20 de marzo, pasaría 800 metros en 46.40, el trabajo más rápido de 105 sobre esa distancia; y 6 días después, recorrería 1 kilómetro en 59.60, el segundo de 118 esa mañana.

Justify, con el jinete Martín García en sus lomos, trabajando 1000 metros en compañía de otro potrillo, el 20 de marzo
Todo parecía indicar que el potrillo estaba poniéndose cada vez más en forma, y Baffert estaba confiado en obtener los puntos necesarios en Arkansas. Si algo le preocupaba, era la forma en que el  inexperiente animal se tomaría el traslado en avión hasta una pista desconocida. Pero sabiendo que además de McKinze, en el Santa Anita Derby también estaría el rival de éste, Bolt D'Oro, un ganador de grupo 1 que lo había vencido por distanciamiento luego de un gran cabeza a cabeza, el canoso creía que lo mejor era no arriesgar, y separar sus "huevos" en diferentes canastas.

Sin embargo, a fines de marzo, mientras Baffert se encontraba preparándose para salir a cenar con su esposa en Dubai -donde algunos de sus caballos competirían en el carnaval internacional el último sábado del mes-, el entrenador iba a recibir un llamado que cambiaría las cosas. Era media mañana en la costa oeste, y del otro lado del auricular estaba su principal asistente, Jimmy Barnes, quien se había quedado en Santa Anita cuidando a sus otros caballos, incluidos Justify y McKinzie.

"Bob, es McKinzie. No se ve bien" serían las palabras de Barnes. Esa mañana, al ser sacado para ir a la pista a por un trote, el potrillo había mostrado signos de lesión en una de sus patas traseras. Y si bien los rayos X no habían mostrado ninguna lesión ósea, y aún faltaban hacerse los estudios nucleares, a falta de sólo 9 días para el Santa Anita Derby, no hacía falta decirlo: el potro no sólo iba a perderse esa carrera, sino que todo indicaba que tampoco llegaría en forma para el Kentucky Derby.

Baffert estaba devastado. McKinzie era una de sus cartas para el Derby, de hecho la mejor de ellas si se tenía en cuenta que Justify aún no había clasificado para la carrera. Además, el entrenador, junto con los propietarios del potrillo Mike Pegram, Karl Watson y Paul Weitman, habían elegido el nombre del zaino en honor al recientemente fallecido Brad McKinzie, un íntimo amigo de los 4, pero sobre todo de Baffert, con quien había asistido a la Universidad de Arizona. Ése había sido su caballo para la Triple Corona desde antes que empezara el año, y ahora todo se acababa de ir por la borda.

Cuando Jill, la mujer de Baffert vio la cara de su marido en el hotel de Dubai, supo enseguida que algo andaba mal. Y cuando el canoso le contara las malas noticias, su esposa respondería con una frase que reflejaba lo que pasaba por la mente de todos en el establo por ese entonces: "Bueno, entonces esperemos que Justify sea lo suficientemente bueno".

Ajeno a la tristeza del establo, el alazán continuaba entrenando en gran forma para el Arkansas Derby, que se iba a correr una semana después del Santa Anita Derby. Sin embargo, ante lo sucedido con McKinzie, Baffert alteraría el plan de ruta.

Sin el zaino en el Santa Anita Derby, no tenía ningún sentido subir a Justify a un avión y llevarlo a una pista desconocida, donde tantas cosas podían salir mal. Santa Anita era la casa del potrillo, donde entrenaba a diario y donde había corrido sus primeras dos carreras, y el entrenador estaba convencido de que, aunque la carrera era una semana antes que la de Arkansas, el alazán estaba pronto. Sabiendo que los propietarios del animal se encontraban realizando sus reservas de vuelos y hotel para Arkansas, Baffert iba a contactar a Walden por el celular.

"Elliott, dile al resto de los propietarios que cancelen sus hoteles en Arkansas. Nadie sabe esto aún, pero McKinzie esta lesionado. Nos quedamos en Santa Anita." diría el entrenador.

La carrera contra el tiempo había entrado a la recta final.

Bolt D'Oro (izquierda) y McKinzie (derecha) en el San Felipe Stakes
Además de Justify, seis otros potrillos de 3 años iban a ser anotados para correr el Derby de Santa Anita, la última preparatoria de California para el Kentucky Derby, y una de las más prestigiosas e históricas del país. De los seis, apenas dos, Bolt D'Oro e Instilled Regard, eran ganadores clásicos, y de ellos, sólo Bolt D'Oro había ganado un clásico de grupo 1.

El hijo de Medaglia D'Oro era considerado por muchos como el mejor potrillo de la generación. A los 2 años, cuando Justify aún no había llegado a los establos de Baffert en Los Alamitos, ya había ganado dos clásicos de grupo 1 en California, para luego sufrir una terrible conducción y llegar tercero en la Breeders' Cup Juvenile, una derrota que le iba a impedir coronarse como el Mejor Potrillo de 2 Años de la temporada.

Tras un breve descanso a fin de año, había vuelto a competir un mes antes del Santa Anita Derby, donde, tras perder un emocionante cabeza a cabeza con McKinzie en el San Felipe Stakes, había sido beneficiado por el distanciamiento del pupilo de Baffert y ubicado en la primera ubicación.

Cuando salió a la pista la tarde del Derby de Santa Anita, llevaba 4 victorias en 5 carreras, 3 de ellas en clásicos de grupo contra los mejores caballos del país. Sin embargo, el favoritismo del público iría para el retador, que en sus únicas dos carreras, había demostrado tener el talento para convertirse en uno de esos caballos que se recuerdan por décadas.

Ni bien se abrieron los partidores, Justify, que por primera vez en su corta carrera largaría bien, picaría en punta por el centro de la pista, seguido de cerca por Bolt D'Oro, que se ubicaría segundo sobre la baranda interior, a un cuerpo del alazán. Los primeros 400 metros pasarían en un tiempo de :23.96 segundos, un parcial inicial cómodo, sobre todo en comparación a las dos carreras previas del hijo de Scat Daddy, y los primeros 800 en :47.85.

Para ese entonces, Bolt D'Oro, que al inicio de la carrera se encontraba a 1 cuerpo de distancia de su rival, había ido perdiendo terreno, y en el opuesto serían 3 cuerpos los que lo separaban de Justify, que se movía cómodo en la punta.

Cuando ingresaron al segundo codo, a falta de 800 metros para el disco, Mike Smith le daría un respiro a su conducido, y Bolt D'Oro, al mando del resto del lote, se aproximaría a apenas 1 cuerpo y medio de distancia. En ese momento, al ver al hijo de Medaglia D'Oro aproximarse al alazán con impulso, todos pensaron que se venía el tan esperado duelo de titanes.

"¡El talento prodigioso se encuentra con la calidad establecida!" exclamaría el relator oficial del hipódromo, Michael Wrona, haciendo referencia a los dos potros, que parecían a punto de trenzarse.

Sin embargo, no tendría que pasar mucho tiempo para que se volviera evidente que, luego de llegar a 1 cuerpo y medio de Justify, Bolt D' Oro se había dado contra una pared invisible. Por más que su jinete Javier Castellano lo impulsara con los brazos, el zaino parecía no poder acercarse al hijo de Scat Daddy, que, aún contenido por Mike Smith, pasaría los 1200 metros en 1:12.61. Y cuando entraran en la recta, uno seguido del otro, ya iba a ser evidente que la carrera estaba liquidada.

Castellano, quien ya había sacado la fusta sobre Bolt D'Oro, haría un intento por meterse entre Justify y la baranda, buscando un golpe de sorpresa que pudiera dar vuelta las tablas. Pero iba a ser inútil, pues Smith tenía tanto caballo, que ni siquiera haría uso de su látigo. Impulsando a Justify con sus brazos, el veterano jinete lo haría despegarse nuevamente de su rival, para llegar al disco con 3 cuerpos de ventaja, en un buen tiempo de 1:49.72 para los 1800 metros.


Mike Smith, con la fusta bajo el brazo, guía a Justify a una contundente victoria sobre Bolt D'Oro en el Santa Anita Derby
La victoria había sido tan fácil, y tan profesional, que costaba creer que ese potrillo estaba corriendo apenas la tercera carrera de su vida, que había debutado hacía menos de 2 meses, y que el pura sangre al cual había aniquilado en la pista era un múltiple ganador de grupo 1 que había estado a punto de ganar el premio a Mejor Potrillo de 2 Años de la temporada anterior.

Por su victoria en la carrera, Justify obtendría un Beyer Speed Figure de 107, tres puntos más alto que el 104 que había obtenido el día de su debut, y que hasta entonces era el superior de toda la generación. El hijo de Scat Daddy competía en una liga contra sí mismo, y parecía siempre salir vencedor.

Javier Castellano, cuyo conducido había corrido una muy buena carrera, sólo para llegar lejos de aquel pichón de monstruo, ya empezaba a darse cuenta de ello.

"Mi caballo corrió perfecto. Hizo todo bien. Pero hoy competimos contra el mejor pura sangre del país, que tuvo una performance increíble" diría el jinete venezolano, que había sabido montar a cracks de la talla de Bernardini o Ghostzapper, dos de los mejores caballos de la década anterior.

"Este caballo es naturalmente bueno, y sólo está aprendiendo a correr. Tiene esa enorme, poderosa zancada, pero también es ligero." agregaría por su parte Baffert.

Pero nadie lo resumiría mejor que Mike Smith, quién, con su clásica sonrisa en el rostro, declararía que, "si este caballo mejora luego de esta carrera, como creemos que debería hacer, da un poco de miedo pensar lo que puede llegar a hacer".

El Kentucky Derby estaba a exactamente 4 semanas, y el caballo estaba justo en el estado en que Baffert había imaginado cuando, tras verlo entrenar por primera vez meses atrás, había trazado su plan maestro. Ahora, solo quedaba rezar por que en esos 28 días nada grave sucediera, y esperar que, si el destino y los dioses del turf así lo querían, el prodigioso Justify pudiera convertirse en apenas el noveno ganador invicto de la carrera de las rosas, y en el primer potrillo en 136 años en romper el mítico maleficio de Apollo.

Sólo el tiempo lo diría...

(Continuará en aproximadamente una semana, con la tercera y última entrega: "Coronación").

jueves, 14 de junio de 2018

Justify: Más grande que el tiempo - Parte 1: El origen de la gloria

Ante un hecho histórico como lo fue la victoria de Justify el sábado en la Triple Corona, he decidido celebrar compartiendo su historia con ustedes. Debido a su longitud y detalle, la misma será dividida en 3 entregas: "El origen de la gloria", "Corriendo contra la historia", y "Coronación". ¡Espero que las disfruten!


Justify: Más grande que el tiempo


El sábado pasado, ante poco más de 90.000 aficionados que colmaron Belmont Park, un alazán de nombre Justify se convirtió en apenas el 13er ganador de la Triple Corona de la hípica norteamericana, y el segundo en los últimos 40 años.

Llamada por muchos "el trofeo más difícil de todos los deportes", la Triple Corona es un grupo de 3 carreras compuestas por el Kentucky Derby, corrido cada año el primer sábado de mayo sobre 2000 metros en la arena de Churchill Downs; el Preakness Stakes, que se corre dos semanas después del Derby sobre 1900 metros en Pimlico; y el Belmont Stakes, la más larga y difícil de de las 3 gemas, corrida sólo 3 semanas después del Preakness, sobre 2400 metros en Belmont Park.

Como la historia indica (13 ganadores en 143 años), hace falta un caballo superlativo para lograr ganar las tres competencias. 


Cada carrera está restringida a potrillos de 3 años, por lo que un pura sangre sólo puede correr la Triple Corona una vez en su vida, lo que hace que la gesta sea mucho más dramática. Leyendas como Kelso, Dr. Fager o Cigar, por nombrar algunos, jamás llegaron a correr ninguna de las tres carreras, y por más que muchos consideren que fueron los mejores de su generación, nunca tuvieron una chance con la Triple Corona. Otros grandes del deporte, que por x o por y dejaron pasar su oportunidad cuando la tuvieron, jamás volvieron a tener posibilidades de redención. Ejemplos claros de ésto último pueden ser los de Spectacular Bid, que pisó un alfiler la mañana del Belmont y terminó tercero; Point Given, cuyo jockey Gary Stevenes perdió el Derby al correr demasiado rápido en los metros iniciales; o Smarty Jones, quién también sufrió una mala conducción, pero ésta vez en el largo óvalo de Belmont Park. Los tres potrillos eran unánimemente los mejores exponentes de sus generaciones, pero dejaron pasar un tren qué va directo a la gloria, sin escalas ni camino de vuelta.

Pues bien, nada de eso sucedió con Justify. En apenas 111 días, el gran alazán cuidado por Bob Baffert -el mismo que 3 años antes había guiado a American Pharoah a romper el maleficio de 37 años sin triple coronados-, pasó de no haber debutado a ganar el trofeo más esquivo de la hípica, algo completamente impensado bajo cualquier estándar, y menos en una generación plagada de grandes potrillos como ésta. Además, en su camino, rompió numerosos récords, como convertirse en el primer potrillo en 136 años en ganar el Kentucky Derby sin haber debutado a los 2 años, o en apenas en el segundo caballo invicto en ganar el triplete, luego de que el gran Seattle Slew lo lograra en 1977. Todo, con una facilidad que quizás le juegue en contra, pues a veces hace olvidar lo imposible que hace 6 meses tal hazaña nos hubiese parecido.

Ésta es su historia...

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Parte I: El origen de la gloria

Cuando, hace poco más de 5 meses, el reloj marcó las 00:00 horas del 1 de enero y entramos en el año 2018, probablemente eran menos de 100 personas las que sabían quién era Justify. Su entrenador, Bob Baffert, que tenía al potrillo entrenando con su "equipo B" en el pequeño hipódromo de Los Alamitos, era uno de ellos. 

Miembro del salón de la fama desde 2009, el oriundo de Nogales, Arizona, era considerado por muchos como el mejor entrenador de todos los tiempos. Con 4 victorias en el Ketucky Derby, 6 en el Preakness y 2 en el Belmont Stakes, Baffert era el segundo entrenador con más victorias en carreras de la Triple Corona, solo superado por D. Wayne Lukas, que contaba con 14 victorias en total, pero que no había tenido ningún caballo que hubiera obtenido el triplete, como el pupilo de Baffert American Pharoah había hecho en su histórica campaña de 2015.

Los establos de Baffert habían recibido a Justify a principios de noviembre de 2017, dos años exactos después del retiro de American Pharoah a la cría, y prácticamente en el mismo momento en que el canoso despedía a otra de sus grandes leyendas, un tordillo llamado Arrogate, para muchos el pura sangre norteamericano más talentoso en pisar una pista en los últimos 40 años.

Casi que literalmente, mientras Baffert se encontraba en el hipódromo de Santa Anita subiendo a Arrogate a un trailer que lo llevaría al aeropuerto, y de allí a Kentucky a comenzar su carrera de padrillo, y mientras el entrenador probablemente se preguntaba si algún día iba a volver a tener un caballo de ese calibre bajo su cuidado, otro gigantesco pura sangre -esta vez alazán y con una mancha blanca en la frente-, bajaba la rampa de otro trailer en una pista 35 millas al sur de allí, donde el canoso compositor mantiene a sus pura sangres de menor calibre.

Bob Baffert (derecha) con Arrogate, su último gran caballo
Venía desde Kentucky, más específicamente desde el hipódromo de Keeneland, donde había estado bajo el cuidado del jóven Rodolphe Brisset, y era un potro grande, enorme de hecho. Pesaba alrededor de 600 kilos, y ya estaba desarrollando su cuerpo, qué más tarde llegaría a los 1,70 metros de altura, pero su tamaño no lo hacía torpe ni lento, y tampoco era poco agradable a la vista, ni mucho menos. De hecho, desde que fuera descubierto por sus propietarios en las subastas de Keeneland del año anterior, había sido considerado como uno de los potrillos más prometedores de toda la camada. Algo que sin dudas tomaba mayor trascendencia si se analizaban los perfiles del grupo de dueños.

La cara más visible y reconocida del grupo tripartito era sin dudas el famoso WinStar Farm, uno de los establecimientos de cría más grandes y exitosos del mundo, que poseía el 60% del potrillo. 

Fundado en el año 2000 por Kenny Troutt, un magnate de las telecomunicaciones que había vendido su compañía en 3.500 millones de dólares dos años antes, y Bill Casner, un reconocido hípico texano, WinStar había tardado menos de una década en convertirse en un rotundo éxito. Para 2016, cuando adquirió a Justify en Keeneland, el establecimiento de las sedas blancas con la estrella verde en el pecho (que por ese entonces ya era únicamente propiedad de Troutt, quién compró la parte de Casner en 2010) contaba con aproximadamente 20 padrillos de nivel mundial, varias yeguas madres, más de 50 pura sangres en entrenamiento, y casi todos los grandes trofeos que la hípica norteamericana puede ofrecer reposando en sus vitrinas, entre ellos un Kentucky Derby, dos Belmont Stakes, una Breeders' Cup Classic, y premios como el Mejor Propietario del país de la temporada 2010 y el Mejor Criador del año 2008.

La gran mayoría de esos éxitos se habían forjado en las decisiones que Troutt había tomando en conjunto con Casner en su momento, y más adelante apoyado en el liderazgo de Elliott Walden, el presidente y CEO del establecimiento desde 2010.

Bajo la batuta de Walden, WinStar había crecido hasta convertirse en el gigante hípico que es hoy en día, y además de su histórico poderío en la cría, sus éxitos en las pistas habían despegado en los últimos años por su decisión de comprar menos, pero mejor. Cada año, en las subastas más caras del país, WinStar adquiría 20 potrillos de las mejores sangres por decenas de millones de dólares en total, para luego de domarlos, enviarlos a los mejores entrenadores del país, buscando ganar las llamadas carreras "clásicas", aquellas de la Triple Corona y Breeders' Cup. Si sólo alguno de los 20 resultaba ser un buen potrillo, el establecimiento generaba ingresos por medio de ventas millonarias durante la carrera misma del animal, o de fructíferos resultados en la cría.

Por medio de esta estrategia, era que habían adquirido a Creator, el ganador del Belmont Stakes de 2016. Y por medio de ella, sería que también comprarían al potro que introduciría sus nombres, y el de sus socios, en el grupo más selecto de propietarios de la hípica.

Cómo hemos dicho, WinStar era sólo uno de tres propietarios del pura sangre que acababa de arribar a Los Alamitos. Al establecimiento de cría y entrenamiento, se le sumaba el China Horse Club, que poseía un 25% de los derechos del potrillo, y el grupo inversor SF Bloodstock, con un 15%.

El "Club", un fideicomiso de membresía secreta cuyo precio de entrada es de alrededor de 1 millón de dólares, que cuenta con alrededor de 200 miembros, había sido fundado por el  arquitecto y hombre de negocios malayo Teo Ah King. King, quién comenzó a interesarse por el deporte de reyes cuando fue contratado para diseñar el hipódromo árabe de Meydan, tiempo decidió fundar el poderoso y exclusivo Club en 2013, con la idea de impulsar la casi inexistente industria hípica en China. En pocos años, sus establos habían tomado a la hípica mundial por sorpresa, y para cuando adquirieron a Justify, sus pura sangres ya habían ganado carreras de grupo 1 en Australia, Singapur, Francia, Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos.

La sociedad con WinStar había surgido en 2016, cuando, como parte de una estrategia de expandir sus intereses en Norteamérica, representantes de King le habían ofrecido a WinStar formar una alianza para comprar algunos potrillos en conjunto. Los asiáticos tenían los millones, y WinStar el conocimiento del mercado y la infraestructura necesaria para poder potenciar el desarrollo de los pura sangres al máximo, lo cuál hacía de la sociedad una mezcla perfecta.

Un jóven Justify siendo paseado ante potenciales compradores en Keeneland
Troutt y Walden aceptaron la oferta, atraídos por la posibilidad de poder incrementar desde 20 a 30 el número anual de potrillos adquiridos por temporada. Y así fue que, en setiembre de ese año, representantes de ambas empresas, sumados a un agente hípico de SF Bloodstock, un pequeño grupo de inversión especializado en pura sangres formado por trabajadores del famoso empresario George Soros, que se había sumado a la sociedad recientemente, se juntaron en Keeneland, el centro de subastas más exclusivo de Norteamérica, a buscar potrillos de 1 año para la nueva sociedad.

Los tres grupos analizaron a los mejores potrillos de la subasta por separado, y, cuando compararon sus notas previo al remate, había unanimidad de opiniones sobre un hijo del recientemente fallecido Scat Daddy, que había llamado la atención de todos por igual.

"Era balanceado, tenía buenas extremidades, una gran espalda, y hermosa longitud y pescuezo" recordaría el gerente de WinStar, David Hanley, agregando que "Tenía una gran estatura, y era un potrillo que impresionaba cuando lo tenías enfrente. Para ser un caballo grande, era ligero de pies, con buen accionar y buena energía".

Por su parte, el representante del China Horse Club, Michael Wallace, agregaría que "era un potrillo noble y hermoso, ligero de pies. Si íbamos a pujar duro por un caballo en los primeros días de las subastas, era él. Estaba un escalón por encima del resto."

El pedigree del potrillo no era nada de lo que quejarse tampoco. Su padre Scat Daddy era uno de los padrillos más prometedores y versátiles a nivel mundial, y su fama se encontraba en pleno despegue cuando un sorpresivo ataque al corazón le quitó la vida súbitamente a los 11 años, a fines de 2015. Había sido un caballo prometedor en sus tiempos de corredor, llegando incluso a ganar un par de grupos 1 como el Champagne Stakes a los 2 años y el Florida Derby a los 3 en una de las generaciones más talentosas que se recuerden, pero una grave lesión ocurrida durante el Kentucky Derby de 2007 había cortado en seco lo que sin dudas iba a ser una carrera de grandes logros en las pistas.

Retirado luego de esa carrera, Scat Daddy, cuyos derechos como reproductor habían sido adquiridos tiempo atrás por Coolmore, iniciaría su campaña como padrillo con un valor de 30.000 dólares por monta la temporada siguiente. Y si bien el valor bajaría a 10.000 dólares para la temporada 2011 debido a una desaceleración general del mercado, no tardaría en despegar una vez que su primera generación llegara a las pistas, cuando los hijos del zaino demostraran que podían correr y ganar en césped, en arena, en corto, en largo, y básicamente sobre el agua si se les pidiera.

Cuando, una trágica mañana de diciembre de 2015, el padrillo cayera sin vida súbitamente al ser guiado por un peón de Ashford Stud desde su corral a las padrilleras, su valor por monta para la temporada siguiente ya había sido fijado en 100.000 dólares.

Justify, minutos después de nacer
Pero además del evidente atractivo del padre, la madre del potrillo, Stage Magic, tampoco se quedaba atrás. Era una hija del gran Ghostzapper con varias figuraciones en clásicos de grupo, cuyos dos únicos hijos en edad de correr prometían: el de 3 años, The Lieutenant, había ganado 2 carreras de 4 y parecía tener futuro clásico; y la menor, Holiday Music, había debutado recientemente llegando en segundo lugar en un hipódromo en Texas. El alazán, que era su tercer cría, había sido criado en Kentucky por el propietario de la yegua, John D. Gunther.

Todo parecía indicar que era un potro con futuro, por más que con pura sangres nada es seguro.

Ingresó al ring del remate con el número 50 en la primer sesión de la subasta, y Walden y sus socios tuvieron que pujar hasta que llegar a la suma de medio millón de dólares para hacerse con él. Para hacerse una idea, sólo en esa sesión, que fue la primera de 13 de ese año, 19 animales se subastaron por sumas mayores, y sólo uno de ellos, Sporting Chance, es al día de hoy ganador de grupo 1.

Enseguida después de adquirido, el potrillo fue subido a un trailer junto con las demás nuevas adquisiciones de WinStar en el remate, y trasladado hasta la división Hopewell de WinStar Farm a pocas millas del lugar, donde pasaría por el proceso de doma y entrenamiento inicial del establecimiento.

En Hopewell, bajo el cuidado de Toby Richards y Heather Stark, el hijo de Scat Daddy aprendería a sentir una silla de montar en su lomo, y más tarde un freno en su boca. Y para cuando dejara la división de domas y comenzaran sus primeros entrenamientos, no demoraría en llamar la atención de los trabajadores de WinStar, quienes se impresionaron por su físico, inteligencia, y capacidades locomotivas.

Con 2 años recién cumplidos, cuando aún se encontraba en sus primeras etapas de entrenamiento, el potro ya pesaba alrededor de 550 kilos, un peso que muchos caballos adultos jamás llegan a alcanzar en su prima. Pero a pesar de su tamaño, era ligero, como sus propietarios habían intuido al ver sus movimientos en las subastas, y ya se podía ver que el talento estaba ahí.

Cierto día, ante la atenta mirada de Walden, del gerente general David Hanley, y del entrenador del centro Richard Burge, Justify, que entrenaba junto con otro potro en una recta de 800 metros en subida, dejó tan atrás a su compañero, y con tanta facilidad, que todos quedaron con la misma pregunta en los labios: ¿qué clase de potrillo era ese?

Justify en Hopewell, donde pasó por sus primeros entrenamientos
Su precocidad ilusionaba a sus propietarios con un debut tempranero en las pistas, y por su tamaño, todo parecía indicar que solo podía mejorar con los meses. Sin embargo, durante un entrenamiento en marzo de 2017, cuando todavía estaba en WinStar, el alazán sufrió una lesión muscular, que determinó que debiera pasar dos meses en reposo, poniendo una pausa a su preparación y dilatando su debut.

Una vez que hubo vuelto en forma, los entrenadores de WinStar creyeron que el caballo, al ser grande, desarrollaría su potencial con mayor facilidad en una pista donde pudiera dejar fluir sus gigantescas brazadas, a diferencia de la pista de entrenamiento del establecimiento, cuyas cortas rectas y curvas cerradas favorecían a los caballos más menudos. Así fue que, a mediados de setiembre, mientras algunos potrillos de su camada ya salían a la luz del público por las tardes, lo enviaron al hipódromo de Keeneland, a ser entrenado por Rodolphe Brisset, un joven entrenador francés que ese mismo año acababa de abrir su propio establo, tras pasar años trabajando como asistente para el legendario Bill Mott, cuidador de algunos de los mejores caballos de WinStar, como Tourist o Drosselmeyer.

La intención de los propietarios del potro nunca fue dejarlo con Brisset para su etapa como corredor, como sí hicieron con otros potrillos a los cuales tenían en un poco menos estima, sino darle algún tiempo para desarrollar su enorme potencial en el óvalo de Kentucky, que quedaba a quince minutos en auto de WinStar y de la mirada de Walden, para luego transferirlo a los establos establos del legendario Baffert, el entrenador activo más exitoso en lo que se refiere a carreras "clásicas".

Con Brisset, Justify pronto comenzó a demostrar de qué pasta estaba hecho, y, en el período de tres semanas desde el 19 de octubre hasta el 3 de noviembre, mientras los demás pura sangres de su generación se peleaban el cetro a Mejor Potrillo de 2 años en los clásicos de grupo 1 de fin de temporada, el enorme alazán realizaría sus primeros tres trabajos serios, el último de ellos una impresionante pasada de 600 metros en 36 segundos, sin casi esforzarse. Ya era hora de dar el siguiente salto.

El alazán fue trasladado al aeropuerto de Keeneland y puesto en un avión rumbo a Los Ángeles, donde, en el hipódromo de Los Alamitos -conocido hasta hace pocos años por ser un hipódromo exclusivo de cuartos de milla-, lo recibiera Mike Marlow, el asistente de Baffert que gestionaba su equipo "B" en ese hipódromo.

En la hípica moderna, donde los entrenadores son tan hombres de negocios como susurradores equinos y un pura sangre cruza un país en avión para competir en una carrera de un minuto y medio a 10.000 kilómetros de distancia, los asistentes son necesarios para que un entrenador con un establo del tamaño del de Baffert pueda dormir tranquilo en la noche, sabiendo que todas las bases estén siendo monitoreadas. En ese sentido, Marlow, un cuidador con décadas de experiencia, era uno de sus principales "mano derecha", y desde hacía varios años estaba encargado de gestionar el establo de Los Alamitos, donde el canoso compositor generalmente enviaba a sus potrillos más nuevos o de nivel inferior.

La atenta mirada de Marlow había visto bajar de trailers similares al de Justify a otros diamantes en bruto como American Pharoah o el tordillo Arrogate, quienes meses después dejaban aquel hipódromo perdido para volar alto, apareciendo en reportajes internacionales, noticiarios en todo el país, y figurando en el círculo de ganadores de los mejores circos hípicos del globo con otras personas a su lado.

Pero la triste realidad era que, sin que tuviera relación alguna con las capacidades del buen entrenador, ningún propietario que pagara los servicios de Bob Baffert quería a sus potrillos en el establo de Marlow. Todos los querían en Santa Anita, bajo la mirada del genio de cabello plateado, pues es sólo cuando un potro es trasladado ahí cuando sus dueños pueden tener la certeza de que el animal es tenido en alta estima.

Para Justify, ese momento iba a llegar poco menos de dos meses después de su llegada a Los Alamitos, cuando en enero de este año fuera transferido a Santa Anita, a realizar sus últimos preparativos de cara a su debut. Marlow, quién desde diciembre a mediados de enero había enviado al potro a la pista a realizar siete pasadas en la pista de Los Alamitos (exactamente una por semana), ya había estado hablándole del alazán a Baffert por un tiempo, llenándolo de alabanzas en cada uno de sus reportes posteriores. Viniendo de uno de sus ayudantes más experimentados, Baffert tenía sus sospechas de que el potrillo iba a ser bueno, pero nunca imaginó qué tanto.

Para la primera pasada del potrillo en Santa Anita el 29 de enero, el entrenador no quiso dejar que el joven y prometedor jinete Drayden Van Dyke, quien entrenaba muchos de sus caballos, le diera rienda suelta al potrillo, y el animal recorrió 1000 metros en cómodos 1:01.20. Sin embargo, para el segundo entrenamiento del alazán una semana después, Baffert le pidió a Van Dyke que lo exigiera más a fondo, y Justify recorrió 1200 metros en increíbles 1:12.40, el mejor de todos los tiempos esa mañana.

Cuando Baffert lo vio volver del trabajo en la pista sin siquiera resoplar fuerte, quedó convencido de que lo que veía era algo fuera de lo normal. "Los propietarios de mis potrillos siempre sueñan con que los llame para decirles que tienen un buen caballo." admitiría meses más tarde. "Ese día, hice unas cuantas llamadas".

Justify el 11 de febrero, en el último trabajo previo a su debut

Como hacía semanas que Walden había empezado a chancearlo con Justify, preguntándole cada vez que hablaban por teléfono cuándo iba a sacarlo de Los Alamitos, el primer llamado de Baffert luego de esa segunda pasada fue para él: "Elliott, creo que tenemos algo especial", le dijo por el celular.

Y Walden, si bien inicialmente emocionado al intuir que sus expectativas en torno al alazán estaban cada vez más cerca hacerse realidad, pronto adoptó una actitud de cautela, típica de quien ha estado alrededor de frágiles pura sangres por mucho tiempo. Sobre todo, cuando durante la conversación Baffert le notificó que "tenía un plan" para llegar con el potrillo al primer sábado de mayo en Churchill Downs.

"Bob, no lo apures" fue la respuesta del CEO de WinStar, quién conocía los peligros de sobre-exigir  a un joven potrillo demasiado temprano. No eran pocos los pura sangres de futuro promisorio que se habían arruinado por la avaricia de sus allegados, sobre todo ante la posibilidad de figurar en una carrera como el Kentucky Derby. Además, como Walden bien sabía, las posibildades de acabar de una vez por todas con la famosa maldición de Apollo tampoco eran muy grandes, si la experiencia de algo servía.

De hecho, no había que remontarse mucho tiempo para acordarse de Bodemeister, uno de los mejores potrillos que Baffert había entrenado, el cual por un momento, cuando entró en la recta primero en el Derby de 2012, había amagado con convertirse en el primer ganador de la carrera en 130 años en no había competido a los 2 años. Lamentablemente para Baffert y para el jockey del potrillo, Mike Smith, el potro pagó caro las vertiginosas fracciones iniciales que había impuesto, y terminó siendo superado en los últimos metros de la carrera por I'll Have Another. Luego de sufrir un destino similar dos semanas en el Preakness, el animal nombrado por el hijo menor de Baffert sufriría una grave lesión, probablemente influida por las exigencias que se le habían impuesto en tan poco tiempo, y jamás volvería a pisar una pista.

Pero Justify no era Bodemeister, y Baffert ya estaba empezando a darse cuenta de ello. "Elliott, este potrillo es algo especial. No te preocupes, tengo un plan" fueron sus palabras.

El velo que cubría a Justify de los ojos del mundo hípico estaba a punto de ser quitado.

(Continuará en aproximadamente una semana, con la segunda entrega: "Corriendo contra la historia").

sábado, 30 de agosto de 2014

Tom Durkin: El último adiós a un poeta del turf

 "Secretariat is moving like a TREMENDOUS machine! ... Here comes Secretariat to the wire, an unbelievable, an amzing performance!"

¿Quién no recuerda aquel clásico relato de Chic Anderson en el Belmont Stakes ganado por Secretariat en 1973? Aquellas palabras han alcanzado un grado tal de inmortalidad, que hoy en día son casi tan memorables como la carrera en sí, y casi más de 40 años después, no somos pocos los que podemos recitar los últimos 600 metros de aquel épico Belmont casi de memoria.

Pues bien, si Chic Anderson era un relator excelente, qué decir del gran Tom Durkin, el sexagenario relator-poeta que mañana, luego de más de 40 años de actividad, dejará el micrófono para siempre. Con él se van años y años de memorias, de carreras que no hubieran sido lo mismo sin sus emocionantes y perspicaces frases acompañando la acción. Mentiría si dijera que no tuvo nada que ver en mi fanatismo por la hípica norteamericana, porque en un principio, cuando yo poco sabía de esto, fueron sus relatos de las carreras más importantes de las últimas décadas los que más me movieron.

Desde Alysheba hasta Rachel Alexandra, pasando por Cigar y por Tiznow, su increíble don para capturar el momento con frases inolvidables lo convirtió en una verdadera leyenda. Pero probablemente fue otra de sus cualidades la que hizo que revolucionara el relato hípico. Al haber estudiado teatro en su juventud, Durkin siempre entendió que cada carrera es una historia que contar: cada una tiene un principio, un desarrollo en el que el drama va aumentando paulatinamente, y un clímax final. Incluso, según su visión de la hípica, en algunos casos las carreras también tienen "héroes" y "villanos": su forma de relatar a Cigar, a Holy Bull o a Rachel Alexandra, caballos amados por el país entero y casi siempre enormes favoritos en sus carreras, no era la misma que su forma de relatar una carrera normal en Aqueduct (aunque a ésta también le ponía emoción, lo hacía de otra forma). Aunque hoy muchos relatores hayan incorporado esto, Durkin fue el pionero en hacerlo, y con él llegó la transformación del antiguo relator que se limitaba a describir los hechos fríamente, al relator "moderno", ese que le pone su cuota de fanatismo, e incluso opina en pleno relato. Todo esto, sumado a su inconfundible voz, a su don para inventar frases en milésimas de segundos, a su gran sentido del humor (probablemente lo que lo impulsó a la fama de la que también goza entre las audiencias "no turfísticas") y a su gran profesionalidad (cada mañana estudia un "diccionario" personal de cientos de páginas con sinónimos, antónimos, y diferentes frases típicas que pueden ser usadas en una carrera) son las cualidades que, en mi opinión, hacen de Durkin el mejor relator hípico de todos los tiempos.

Comenzó relatando carreras de cuartos de milla en ferias rurales a los 21 años (para ser contratado minió en la entrevista de trabajo, diciendo que era el asistente del relator de Arlington Park). Y sólo 13 años después, en 1984, tras haber llevado su voz por varios hipódromos de purasangres en Florida y Kentucky, dio el saltó a la fama nacional al convertirse en el relator oficial de un naciente evento que cambiaría a la hípica norteamericana para siempre: la Breeders' Cup. Con ese primer gran trabajo (en el que estuvo hasta 2005) le llegaron momentos inolvidables, como sus épicos relatos de Alysheba y Ferdinand, Personal Ensign, Sunday Silence y Easy Goer, o Cigar. Pero eso no fue todo, porque desde 2001 Durkin también se desempeño como el relator oficial de las tres carreras de la Triple Corona para la NBC, un cargo que ocupó hasta la temporada 2010, cuando renunció inesperadamente, citando estrés. Quienes lo conocen, dicen que su relato del Derby de 2009, en el que no vio al sorprendente ganador Mine That Bird hasta faltando 50 metros para el disco, tuvo mucho que ver en esa decisión.

Además de todo esto, cabe mencionar que, desde 1990, Durkin ha sido la voz oficial de NYRA, un puesto que le permitió relatar todas las carreras de los hipódromos de Aqueduct, de Belmont Park, y de Saratoga, el hipódromo ícónico del turf americano y el lugar donde Durkin (que vive a 6 cuadras de allí) siempre había soñado relatar. Es allí, en Saratoga, donde mañana, tras varias décadas de emocionarnos con su voz, Durkin dejará el relato para siempre. Para los fanáticos de sus relatos como yo, su lugar dejará un vacío imposible de llenar...

(A continuación dejo un ranking con las que son, para mí, algunas de los mejores relatos de Tom Durkin. He tenido que dejar grandes momentos afuera, pero seleccionar sólo 12 de los mejores relatos de un relator de esta calidad no fue nada fácil. Además, hay que tener en cuenta que, siendo muchas de las frases de Durkin rimas, mucho se pierde en la traducción)


12- "Afleet Alex just run right by Giacomo like he was standing still!" - 2005 Belmont Stakes
"¡Afleet Alex acaba de pasar por al lado de Giacomo como si (Giacomo) estuviera quieto!" El estupor en la voz de Durkin captura a la perfección uno de los movimientos más electrizantes de la historia de la Triple Corona.





11- "He was as fast as SECRETARIAT!" - 2001 Kentucky Derby
"Fue igual de rápido que Secretariat!" En el primer Derby de Durkin, Monarchos corrió el Derby más rápido desde Secretariat en 1973, y Durkin no sólo estuvo atento al suceso (algo que a muchos relatores se les pasaría en plena carrera), sino que lo llenó de emoción.




10- "Lion Heart is all heart! Smarty Jones is all out!" - 2004 Kentucky Derby
"¡Lion Heart es puro corazón! ¡Y Smarty Jones lo deja todo!" Una de las frases más memorables de Durkin en el triunfo más importante de uno de mis caballos favoritos.





9- "Oh my...This is the greatest comeback since Lazarus!" - 1998 Breeders' Cup Mile
"Oh Dios...está es la reaparición más impresionante desde Lázaro" Así describió Durkin el triunfo de Da Hoss en la Breeders Cup Mile de 1998 luego de que el zaino hubiese corrido solo una carrera en los 2 años anteriores.




8- "Here, indeed, is a SUPERSTAR!" - 1991 Breeders' Cup Juvenile
"¡Esto, ciertamente, es una superestrella!" fue el relato de Durkin al ver por primera vez en vivo al sensacional Arazi, en la recordada Breeders' Cup Juvenile de 1991.




7- "And it's gonna be...A FILLY IN THE BELMONT!" - 2007 Belmont Stakes
"Y va a ser...¡una potranca en el Belmont!" exclamó Durkin emocionado, al ver a Rags To Riches vencer a Curlin y convertirse en la primer hembra en ganar el Belmont Stakes en 102 años.





6- "Was it Real Quiet or was it Victory Gallop? A picture is worth a thousand words. This photo is worth 5 million dollars! Oh, no! History in the waiting!" - 1998 Belmont Stakes
"¿Fue Real Quiet o fue Victory Gallop? Una foto vale por mil palabras... ¡Esta foto vale 5 millones de dólares! ¡Oh no! ¡Estamos al borde de la historia!" Real Quiet buscaba convertirse en el primer triple coronado en 20 años, y con ello obtener un premio de 5 millones de dólares ofrecido por Visa. Pero su rival Victory Gallop estaba pronto para arruinarle la tarde. Colada entre ellos, una de las mejores frases del grandioso Tom Durkin...





5- "Borrego! Borrego is inhaling horses one at a time with a sensational blitz on the far turn...Borrego CA-TA-PUL-TING past the field! (...) Borrego just blew them away and he is IN HAND...IN HAND for the final furlong!" - 2005 Jockey Club Gold Cup
¡Borrego! Borrego está engullendo rivales uno tras otro con una aceleración impresionante en el codo... ¡Borrego pasa al lote como impulsado por una catapulta! ¡Borrego simplemente los dejó parados y corre sin exigencias!...¡sin exigencias en el último furlong!" Nada más que decir, sólo que, como con casi todos los demás videos, la magia del relato de Durkin puede perder poder con la traducción.





4- "But there is cause for CONCERN!" - 1994 Travers Stakes
"¡Pero hay una causa de procupación!" Ya lo hemos dicho, en la traducción se pierde parte de la magia, pues Durkin juega con el nombre de Concern ("preocupación" en inglés), el rival del favorito del pueblo, Holy Bull. Este es un típico ejemplo del approach heroe-villano con el que Durkin solía jugar.






3- "And here he is: The unconquerable, invincible, unbeatable Cigar!" - 1995 Breeders' Cup Classic
"¡Y aquí está: el inquebrantable, invencible, imbatible Cigar!" Problemente haya sido pensado antes de la carrera, pero lo cierto es que han pasado casi 20 años de aquel Classic de Cigar, y aún hoy el "slogan" de Durkin sigue vigente.





2- "Tiznow wins it for America!" - 2001 Breeders' Cup Classic
"¡Tiznow lo gana para Estados Unidos!" Podremos ser estadounidenses o no, pero lo cierto es que el relato de Durkin de aquel Classic, corrido apenas un mes después de los ataques del 11 de setiembre en un hipódromo de Nueva York, y definido por un caballo norteamericano y otro propiedad de un jeque árabe, es simplemente sensacional.





1- "The two Derby winners, hit the wire together!" - 1987 Breeders' Cup Classic
"¡Los dos ganadores del Derby, llegan al disco juntos!" Fue una de las mejores carreras en la historia de la Breeders Cup, en la que los ganadores del Kentucky Derby de los dos años anteriores llegaron al disco cabeza a cabeza. El sonido del clamor de la multitud más la emocionada vos de Durkin elevan la emoción a límites inimaginables.







viernes, 30 de mayo de 2014

Recordando... Sunday Silence y Easy Goer

Sunday Silence, Easy Goer. 

Han pasado veinticinco años, y aún resulta imposible nombrar a uno sin referirse al otro. Veinticinco años, y el solo recuerdo de sus dos cuerpos recorriendo la recta flanco a flanco sigue erizando la piel de los fanáticos hípicos como si fuera la primera vez. 

Se vieron las caras por primera ocasión el primer sábado de mayo de 1989 en Churchill Downs, y por última apenas seis meses después, en la Breeders' Cup Classic de Gulfstream Park, conocida como "La Carrera de la Década". Sin embargo, puede afirmarse casi con certeza que, salvo el caso de Affirmed y Alydar, ninguna otra rivalidad en la historia del turf ha hecho latir los corazones de los aficionados con tanta fuerza como la suya. 

Los dos potrillos habían sido criados en establecimientos vecinos de Paris, Kentucky, pero sus orígenes eran casi opuestos: Sunday Silence era el “patito feo”, un zaino negro y desgarbado al que nadie quería en las subastas; mientras que Easy Goer, por su parte, parecía estar destinado desde el momento de su nacimiento a ser el caballo perfecto. 

Juntos, sin embargo, nos regalarían una de las mayores rivalidades en la historia del deporte.


***



Easy Goer


Con los años lo terminarían llamando “El Héroe de Nueva York”, pero Easy Goer había nacido en Paris, Kentucky, en las verdes pasturas del histórico Claiborne Farm. Propiedad del famoso Odgen Phipps, patriarca del turf neoyorkino y presidente del Jockey Club Norteamericano, el alazán con la mancha blanca en la frente era un hijo de Alydar por Relaxing, una hija del legendario Buckpasser (el mejor caballo que había tenido Phipps) que no sólo había sido múltiple ganadora de grupo 1 y campeona en las pistas, sino que también había producido a la ganadora de grupo 1 Cadillacing, que también era hija de Alydar. 

Easy Goer y su madre Relaxing
Phipps, probablemente el criador con más influencia en la historia del turf norteamericano, y sin dudas uno de los miembros de la realeza del deporte, había sido el dueño del gran Bold Ruler, padrillo famoso por ser el padre del Secretariat, el más grande campeón de todos los tiempos. Un Secretariat al que Phipps había visto nacer, sólo para perderlo en una tirada de moneda ante Penny Chenery, dueña de la madre del gran campeón. O peor aún: Phipps había ganado la tirada de moneda, pero había elegido a otro caballo en vez de a Secretariat, en una decisión de la que se arrepentiría por el resto de sus días. Para 1986, cuando naciera el hijo de Relaxing, el veterano criador, a pesar de ser venerado en el mundo entero, jamás había ganado un Kentucky Derby, y todavía seguía esperando la de ese campeón que le diera el único título que le faltaba.

Ya desde el primer momento en que tocó el piso al nacer, muchos pensaron que aquel alazán iba a ser ese caballo. Porque Easy Goer era tan grandioso, tan increíblemente perfecto, que resultaba imposible no emocionarse pensando en su futuro. Absolutamente todo en él -desde su pedigree, que era producto de varias generaciones de la mejor sangre de Phipps, hasta su imponente aspecto físico, pasando por su personalidad-, invitaba a soñar con la gloria eterna, y eso fue lo que hicieron sus allegados. 

Y como su entrenador Shug McGaughey expresaría años más tarde, a pesar de que las ilusiones en torno al hijo de Alydar habían sido enormes ya desde un principio, una vez que fue puesto sobre una pista, cada uno de sus trabajos alrededor del óvalo no hizo más que incrementar las esperanzas en torno a él. Antes incluso de su debut ya muchos hablaban de aquel gran alazán de Phipps como una seria promesa, y no eran pocos los fanáticos y periodistas que por aquel tiempo ya se animaban a apodarlo “Big Red”, en alusión a su parecido físico con Secretariat.

Ganando el Cowdin con facilidad
Pero, al igual que en la primera carrera de Secretariat, el debut de Easy Goer ese primero de agosto de 1988 en Belmont Park no estaría exento de complicaciones. Partiendo como el enrome favorito en una carrera para perdedores sobre 1200 metros, el nieto materno de Buckpasser -que como en toda su carrera sería montado por el célebre Pat Day-, tuvo todo tipo de problemas en el trayecto, pero una vez que vio la luz arremetió como un rayo, y llegó a sólo un hocico de la victoria.

Sería una dura derrota para sus allegados, pero la revancha no tardaría en llegar: apenas 18 días más tarde, esta vez sobre la arena del histórico Saratoga, Easy Goer empezaría a demostrar su verdadero potencial, saliendo de perdedor con extrema facilidad sobre 1400 metros. Luego, el alazán ganaría una condicional sobre 1300 metros en Belmont Park por 5½ cuerpos y llegando a sólo 1/5 de segundo del récord de pista de 1:15 1/5, para después añadir a su palmares otros fáciles triunfos en el Cowdin (Gr.1) y el Champagne Stakes (Gr. 1), ambos en Belmont Park. En éste último, Easy Goer encontró la luz al entrar en la recta, y en un pestañeo ya se había separado de sus rivales, estirando diferencias con cada una de sus enormes brazadas para llegar al disco con 4 cuerpos de ventaja y en un excelente guarismo de 1:34 4/5, el cuarto mejor en los 122 años de historia de la carrera. 

Tan impresionantes habían sido sus victorias que para cuando a principios de noviembre el imponente alazán llegó a Churchill Downs para disputar la quinta edición de la Breeders' Cup Juvenile (Gr. 1), era el mayor favorito en la historia de la competencia. Además, por si esto fuera poco, el hijo de Alydar también saldría a la pista esa tarde pagando incluso menos que las otras dos grandes estrellas de la Breeders' Cup de ese año: el venerado Alysheba, otro gran hijo de Alydar que intentaba retirarse como el caballo  más rico de la historia por medio de una victoria en el Classic; y la invicta Personal Ensign, que al igual que Easy Goer era propiedad de Phipps y entrenada por McGaughey, y que buscaba ganar el Distaff para convertirse así en el primer pura sangre en 80 años en retirarse como campeón invicto.

Ningún potrillo desde Devil’s Bag, y antes que el Secretariat, había elevado tanto los ánimos de la afición norteamericana cómo lo había hecho Easy Goer en aquel otoño de 1988, y, aún antes de aquel Juvenile, el hijo de Alydar ya era considerado un enorme favorito para el Derby y la Triple Corona del año siguiente. El dominio que ejercía sobre sus rivales de turno, así como sus tiempos y la facilidad con que todo lo hacía resultaban sorprendentes, y cuando el gran alazán entró a las gateras aquella lluviosa tarde de noviembre, hasta el más novato de los fanáticos del hipódromo sabía que aquel caballo era lo más cercano a una reencarnación de Secretariat que fueran a ver en sus vidas. 

Desprendiéndose en la recta del Wood Memorial
Sin embargo, ese día el pupilo de McGaughey jamás se sintió cómodo en la pista fangosa de Churchill Downs, y para el estupor de los miles de fanáticos que esperaban verlo vencer con holgura, terminaría llegando al disco segundo, 1 cuerpo por detrás del puntero Is It True, un pupilo de D. Wayne Lukas al que ya había vencido fácilmente en tres de sus cuatro victorias previas. Terminada la carrera, Pat Day le atribuiría la derrota al estado de la pista, alegando que el potrillo nunca se había sentido a gusto corriendo en ella. Y aunque el sabor amargo de aquella derrota seguiría sobrevolando el ambiente hípico durante los siguientes meses, lo cierto es que Easy Goer no iba a perder ni un ápice de credibilidad en la mente de los fanáticos. En enero del año siguiente sería elegido como el "Mejor Potrillo de 2 Años" de la temporada, y, cuando tras la Breeders' Cup McGaughey lo llevara al estado de Florida para un merecido descanso invernal, el alazán seguiría siendo el enorme favorito de cara al Kentucky Derby del año siguiente.

Y si en el otoño de 1988 Easy Goer había sido dominante, cómo expresar lo que fue durante los primeros cuatro meses de 1989. Después de pasar unos meses recuperando energías y desarrollando aún más su imponente físico, el alazán volvió a las pistas a principios de marzo en los 1400 metros del Swale Stakes,  en Gulfstream Park, arremetiendo por afuera para ganar por casi 9 cuerpos en fantásticos 1:22 1/5, el mejor tiempo del año para la distancia en ese hipódromo. Luego, el hijo de Alydar viajó a Nueva York, y, en una de las performances más espectaculares en la historia ganó el Gotham Stakes (Gr. 2) de Aqueduct por 13 cuerpos, corriendo los 1600 metros de la carrera en un tiempo récord de pista de 1:32 2/5, a solo 1/5 de segundo del memorable récord mundial de Dr. Fager y casi 1 segundo más rápido que el “stakes record” de Secretariat. Incluso al día de hoy, ningún potrillo de 3 años ha recorrido la milla en un tiempo más rápido que el que marcó Easy Goer aquella tarde. Pero lo que lo hacía todo aún más increíble, era que el pupilo de McGaughey no parecía siquiera estar esforzándose.

El Wood Memorial (Gr. 1) corrido también en Aqueduct dos semanas después del Gotham, terminó por ser otro trámite, con Easy Goer desprendiéndose fácilmente de sus rivales para ganar por 3 cuerpos, en lo que iba a ser su última preparatoria de cara a la "carrera de las rosas". No fue una performance tan espectacular como la del Gotham, pues esta vez el alazán había llegado a más de 3 segundos del récord de Aqueduct para los 1800 metros. Pero la pista estaba muy profunda ese día, y aunque Pat Day parecía haber guardado muchas energías para Kentucky, Easy Goer igual había recorrido los últimos 200 metros de la carrera en excelentes :12 1/5.

Invicto en tres presentaciones ese año, y con un promedio de margenes de victoria de exactamente 8 1/4 cuerpos en esa temporada, el notable hijo de Alydar se tomó un par de días de descanso luego del Wood Memorial. Y cuando el miércoles después de la carrera McGaughey lo subió a un avión con rumbo a Churchill Downs, tanto los fanáticos como los expertos se frotaban las manos, pues hacía más de 10 años, desde los tiempos del gran Spectacular Bid, que ningún potrillo llegaba al Kentucky Derby con tantas expectativas de Triple Corona.

Lo que nadie sabía, era que aquel fantástico hijo de Alydar estaba pronto a encontrarse con su propia versión de Affirmed.



Sunday Silence


Un zaino oscuro, casi negro excepto por una larga mancha que le cruzaba la frente, Sunday Silence era un hijo de Halo y Wishing Well, por Understanding. Al igual que su futuro rival, había sido criado en Paris, Kentucky, y nada más ni nada menos que por Arthur B. Hancock III, cuyo abuelo Arthur B. Hancock había creado en 1910 el histórico Claiborne Farm, el lugar de nacimiento de Easy Goer. 

Hancock III era el primogénito del famoso Arthur “Bull” Hancock II, el hombre que había convertido a Claiborne en uno de los mejores criaderos de purasangres del mundo, reconocido, entre otras cosas, por ser el lugar de nacimiento del gran Secretariat. Sin embargo, tras la muerte de Bull en 1972, una junta de consejeros amigos del difunto, liderados por Ogden Phipps, el dueño de Easy Goer, decidió dejarle la dirección de Claiborne a su hermano menor, Seth Hancock, que a pesar de tener solo 23 años parecía más tranquilo y responsable que Arthur. Arthur jamás llegaría a asimilar semejante golpe, y pasado el tiempo intentaría demostrar que Phipps y los demás que se habían equivocado, creando su propio establecimiento, Stone Farm, ubicado al lado de Claiborne, y en donde en 1986 nacería Sunday Silence.

Y si Easy Goer era el caballo que todos querían, Sunday Silence era lo opuesto. Su pedigree no era nada malo; de hecho, era bastante bueno: Halo ya había demostrado ser un buen padrillo, sobre todo al engendrar a Devil's Bag, uno de los mejores potrillos de 2 años de todos los tiempos, y Wishing Well era una múltiple ganadora clásica con más de U$S 300.000 en premios acumulados. Sin embargo, el aspecto del potro, que era alto, desgarbado, y con rodillas defectuosas, no resultaba muy atractivo para nadie, y Arthur, que lo vio por primera vez galopando en el campo a los pocos días de nacer, parecía ser el único en ver algo en él.

Luego de que el animal casi mueriera de un extraño virus antes de cumplir el año de vida, Ted Keefer, un consejero de su dueño y criador Thomas Tatham, fue a verlo a Stone Farm, y enseguida le recomendó ponerlo en venta lo antes posible, no sin antes decirle a Arthur que "la única vez que este caballo tenga un manto de rosas encima va a ser el día que lo entierren". 

Desgarbado y feucho, Sunday Silence no atrajo compradores en Keeneland
Siguiendo el consejo de Keefer, Tatham puso a Sunday Silence a la venta, inscribiéndolo en las subastas de Keeneland del verano de 1987. Sin embargo, cuando Hancock, que estaba en el remate, vio que el oscuro iba a ser adquirido por apenas U$S 10.000, pensó que su amigo estaba haciendo un pésimo negocio, y decidió empezar a pujar hasta quedárselo por solo U$S 17.000. Una vez que recibió el ticket de la compra, se lo llevó a Tatham, explicándole que el potrillo habría sido prácticamente regalado de no haber sido por su intervención, y esperando que su amigo le pagara la compra y le agradeciera el gesto. Pero Keefer fue insistente con su jefe, y el criador le dijo al dueño de Stone Farm que no quería saber nada con el hijo de Wishing Well. Así, Hancock, que por aquellos días estaba sumido en un mar de deudas, no tuvo más remedio que quedarse con Sunday Silence.

Al año siguiente, cuando el hijo de Halo ya hubo sido domado, su nuevo propietario decidió intentar hacer un negocio de aquella compra impulsiva y errónea, y lo llevó a una subasta en California, donde esperaba venderlo por al menos U$S 50.000. Sin embargo, por segunda vez el hijo de Wishing Well no fue del agrado de nadie, y Hancock, al ver que se iba a ir por un precio muy inferior al que él esperaba, decidió “re-comprarlo” y quedárselo, pagando U$S 32.000 por el oscuro, y haciendo lo que en el momento le pareció un pésimo negocio.

Pero aunque todo lo que podría haber salido mal con el hijo de Halo ya parecía haber salido mal, su propietario jamás imagino el nuevo golpe que el destino le estaba por asestar. El conductor del tráiler que llevaba a Sunday Silence desde California hasta Nueva York, donde Stone Farm preparaba a sus potrillos para las carreras, sufrió un infarto mientras conducía por una carretera en el sur de Texas, falleciendo en el instante y provocando que el vehículo, con el joven caballo adentro, volcara en medio de la ruta. Varios de los otros pura sangres que viajaban en el trailer perdieron la vida en el accidente, pero aunque Sunday Silence logró sobrevivir, todos pensaron que jamás iba a poder llegar a correr. Pasó diez días en una clínica en Oklahoma, y luego fue llevado a Stone Farm, donde, en lo que Hancock luego describiría como "un milagro", el oscuro se recuperó totalmente.

Decidieron llevarlo a California, donde lo pusieron al cuidado de Charlie Whittingham, probablemente el entrenador más exitoso y venerado de todos los tiempos, que por ese entonces, con 75 años, ya integraba el Salón de la Fama y que acababa de ganar su primer Kentucky Derby con Ferdinand hacía dos años, en 1986. Whittingham, al que todos apodaban “El Águila Calva”, sabía lo que era tener un campeón en sus manos, y no tardó mucho en darse cuenta que aquel oscuro flaco y desgarbado tenía un talento sobrenatural. “Este negrito sí que puede correr” le dijo a Hancock la primera vez que lo llamó por teléfono, a lo que éste, que se encontraba en problemas financieros, decidió venderle un 50% del caballo. Luego Whittingham iba a terminar vendiendo vendiendo la mitad de sus intereses en el hijo de Halo a Ernest Gaillard, y así, casi como sin quererlo, los tres dueños del potrillo crearían la sociedad que pasaría a la historia como “H-G-W Partners”. 

Whittingham (derecha, saco azul), camina con su estrella
Sunday Silence debutó a fines de octubre de 1988 en Santa Anita Park, y, al igual que Easy Goer, lo hizo perdiendo. Montado por Pat Valenzuela, un joven de talento inigualable pero con un pasado de drogas y alcohol, el zaino, precedido de grandes trabajos matutinos, partiría como el enorme favorito de aquella carrera para perdedores corrida sobre 1300 metros. Sin embargo, a pesar de mostrar una gran aceleración en el codo, el potrillo iba a regalar la carrera tras correr erráticamente durante toda la recta, llegando  al disco segundo, a sólo un pescuezo del ganador. Esas dos características, la de correr más que sus rivales en el codo y la de zigzaguear en la recta, lo iban a acompañar al zaino a lo largo de toda su carrera.

Volvió a competir a las dos semanas, esta vez en Hollywod Park, saliendo de perdedor en gran forma al ganar por 10 cuerpos en 1:09 2/5 para los 1200 metros, a pesar de haberse abierto notoriamente en la recta. Pero Whittingham no encontraba la forma de enderezar al oscuro, y en la que sería su última carrera de 1988, Sunday Silence volvería a a zigzaguear en la recta, para llegar segundo a apenas una cabeza del muy acreditado Houston, un veloz hijo de Seattle Slew que con apenas 1 año de vida había costado U$S 2,9 millones en Keeneland, y que había llegado a aquella condicional tras debutar ganando por 13 cuerpos. 

Tras un descanso de varios meses, Sunday Silence empezaría su campaña como potrillo de 3 años el segundo día de marzo de 1989. Esa tarde, mientras los ojos del mundo hípico se posaban en la costa este, donde 48 horas después iba a retornar el campeón de la temporada anterior Easy Goer en el Swale Stakes, el oscuro de Hancock vencería cómodamente por casi 5 cuerpos en una condicional sobre la pista fangosa de Santa Anita. Después de eso, Whittingham, convencido de que el zaino podía llegar al Derby, lo anotaría para correr en el San Felipe Stakes (Gr. 2), un histórico clásico corrido sobre 1700 metros en Santa Anita. Iba a ser la primera ocasión en la que el hijo de Halo competiera corriendo alrededor de dos codos, y además se tendría que ver las caras con Music Merci, un talentoso hijo de Stop The Music que a los 2 años había obtenido el prestigioso Del Mar Futurity (Gr. 1), y que llegaba al San Felipe después de ganar el San Rafael Stakes (Gr. 2) por 9 cuerpos, lo que lo perfilaba como uno de los favoritos en la previa del Kentucky Derby. 

Eso fue lo que evitó que Sunday Silence partiera como el favorito de la carrera. Pero no fue motivo suficiente para que el nieto de Understanding despachara a Music Merci y al resto del lote con extrema facilidad, para ganar el San Felipe por 1 3/4 cuerpos en un tiempo de 1:42 3/5 y dejar a sus allegados con la certeza de que poseían un potrillo con altas probabilidades de ser actor principal el primer sábado de mayo en Churchill Downs.

Sin embargo, a pesar de sus admirables tabuladas, para el día del Santa Anita Derby (Gr. 1), corrido menos de un mes después sobre 1800 metros, la atención del público no estaría centrada en el negro hijo de Halo. En cambio, la gran mayoría de los fanáticos esperaba por una nueva actuación magistral de Houston, el pupilo de D. Wayne Lukas que ya sabía lo que era vencer a Sunday Silence, y que llegaba a su última preparatoria de cara al Kentucky Derby invicto en tres presentaciones y tras una contundente victoria por 10 1/2 cuerpos en el Bay Shore Stakes (Gr. 2) de Aqueduct. De salir victorioso ante Sunday Silence nuevamente, el apuesto hijo de Seattle Slew viajaría a Churchill Downs como uno de los favoritos de cara al Derby, y como el único potrillo de 3 años en todo el país con el potencial necesario para hacerle carrera al gran Easy Goer. 

Lo que nadie sabía, era que Sunday Silence iba a robarse el show esa tarde.

Después de golpearse levemente con Houston en la largada, el hijo de Halo se ubicaría tercero de éste y de Music Merci en los tramos iniciales de la carrera, y, al menos hasta el momento en que dejaron el opuesto, parecía que cualquiera de los tres buenos potrillos podía llegar a ganar. Pero solo hasta ahí.

Ganando el Santa Anita Derby por margen récord
Porque en el preciso instante en que dejaron la recta opuesta, Valenzuela dejó ir a Sunday Silence, y el zaino empezó a mostrarle al mundo lo que era capaz de hacer en los codos. Con su jinete inmóvil sobre los estribos, el caballo cambió de mano con la velocidad de un rayo, y antes de que Cordero o Pincay –a bordo de Houston y Music Merci respectivamente– pudieran darse cuenta, ya los había dejado atrás. Houston, el potrillo de los 3 millones de dólares, no tardó en quedarse sin restos, y empezó a perder posiciones ante los que venían frescos desde el fondo. Pero estos tampoco parecían poder lidiar con Sunday Silence, que para cuando cruzaron el palo de los 400 metros ya llevaba un un cuerpo y medio de ventaja sobre Music Merci. Un cuerpo y medio que pronto se convirtieron en dos, y después en tres. Tanta era la facilidad con la que se desprendía del lote el hijo de Halo, que para cuando entraron en la recta final, y aún faltando 300 metros para el disco, el relator Trevor Denman exclamaría impresionado: “Pat Valenzuela hasn’t moved! I think the Derby is over!”.

Ya en el derecho, Sunday Silence se cerró un poco al recibir un fustazo en el anca derecha, pero eso no lo detuvo, y el pingo continuó alejándose de sus competidores sin piedad, como si quisiera humillarlos mas que vencerlos. Llegó al disco 11 cuerpos por delante de su más cercano escolta, Flying Continental, en lo que aún hoy continúa siendo el margen de victoria más amplio en la historia de la carrera. Y su tiempo para los 1800 metros, aunque no fue descomunal, fue un muy buen guarismo de 1:47 3/5.

Terminada la carrera, las cámaras no tardaron en enfocar a Whittingham, que, para sorpresa de muchos, en ese momento tenía una expresión seria, y no de júbilo cómo era de esperarse. Como diría Dave Johnson en la transmisión televisiva, el “Águila Calva” lucía de esa forma porque tenía un ojo puesto en Churchill Downs, y el otro fijo en Easy Goer.



El Kentucky Derby: comienzo de una rivalidad 


Como escribiría la Blood-Horse años más tarde, lo único que significaba la aplastante victoria de Sunday Sunday en Santa Anita era que Easy Goer "iba a tener al menos un digno rival en su carrera por la Triple Corona". Pues, por más brillante que hubiese sido la performance del hijo de Halo en la costa oeste, el alazán de Phipps parecía absolutamente imbatible llegando a Churchill Downs.

A los ojos del público, aquel alazán era una especie de adonis equino hecho realidad, un caballo perfecto enviado desde arriba para cortar con un maleficio a la Triple Corona que ya llevaba 11 años sin ser obtenida. Y ni siquiera aquel oscuro fogoso, que corría con una pasión sinigual y cuya historia y personalidad lo perfilaban como el antagonista perfecto de Easy Goer, iba a poder permitir que el hijo de Alydar cumpliera con su destino. La carrera iba a ser promocionada como un duelo del este contra el oeste, como aquellos que décadas atrás habían protagonizado Affirmed y Alydar o Swaps y Nashua, pero eso era prácticamente un tema de marketing, ya que casi nadie parecía dudar que Easy Goer iba a ser el ganador aquel primer sábado de mayo. Incluso, no eran pocos los que ya hablaban de Triple Corona.

La largada del Kentucky Derby
Sin embargo, cuando el día de la carrera amaneció frío y lluvioso, las dudas empezaron a sobrevolar el aire de Churchill Downs. Salvando su problemático debut, la única otra ocasión en que Easy Goer había sido derrotado había sido en Churchill Downs la tarde del Juvenile, corrido sobre una pista fangosa, el mismo estado en que estaría la cancha para el Derby. ¿Era aquel el talón de Aquiles del gran hijo de Alydar? ¿O aquel Juvenile había sido simplemente una aberración de la naturaleza? Nadie parecía saberlo con certeza, pero tanto Pat Day como Shug McGaughey estaban mucho menos confiados que antes de la lluvia, y de pronto aquella carrera, que días antes parecía ya estar sentenciada en favor de Easy Goer, volvía a parecer al menos un poco abierta.

Al momento de la largada, Easy Goer y su buen compañero de yunta Awe Inspiring eran los favoritos del Kentucky Derby, pagando a dividendos de 4/5. Sunday Silence se mantenía como el enemigo a vencer, y pagaba 3/1. 

A pesar de que ninguno de los dos potrillos tuvo la mejor largada, pronto ambos pudieron encontrar posiciones de acecho perfectas. Entrando al primer codo, Houston lideraba la marcha, con Sunday Silence corriendo en la cuarta ubicación a más de cinco cuerpos, mientras que Easy Goer se ubicaba en la quinta colocación, sin perder de vista a su rival y escoltándolo de cerca. 

Pero ya en la recta opuesta, se hizo evidente que el hijo de Alydar no estaba en su día. A pesar de los estímulos de Day, el alazán parecía no estar adaptándose bien a la superficie fangosa, y le costaba mantener el ritmo de Sunday Silence. Éste último, en cambio, se sentía de maravilla, y entrando al segundo y último codo, con poco impulso por parte de Valenzuela, empezó a ganar ubicaciones, alejándose con extrema facilidad de Easy Goer y acercándose cada vez más a la punta. Antes de entrar al derecho, ya se encontraba en la segunda ubicación a un pescuezo de los líderes Northern Wolf y Houston, mientras que Easy Goer, que dejaba el alma en la arena de Churchill Downs, había quedado relegado en la sexta ubicación, tres cuerpos por detrás.

Sunday Silence gana el Derby con facilidad, y atrás, Easy Goer lo deja todo
Entrando en la recta final del Kentucky Derby, Sunday Silence no tuvo problemas para hacerse con la punta, dejando parados Northern Wolf y Houston con un impresionante cambio de ritmo. Estiro más de un cuerpo de ventaja en pocos metros, y aunque empezó a zigzaguear incesantemente en la recta y a mirar a los costados, corría tanto más que sus rivales que aún así seguía incrementando su liderazgo. Más atrás, Easy Goer, que ya antes de entrar en la recta había empezado a ser castigado por el látigo de Pat Day, arremetía guapamente en medio de otros rivales. Y aunque nunca llegaría a ser una amenaza para Sunday Silence, el alazán iba a llegar al disco segundo a 2 ½ cuerpos del oscuro, algo que saliendo del codo había parecido imposible. 

Terminada la carrera, habría muchísima tela para cortar: el caballo perfecto acababa de ser derrotado en la carrera más famosa del mundo por el potrillo al que nadie quería; y Arthur Hancock III, al que Ogden Phipps había impedido heredar Claiborne Farm, se había tomado una dulce revancha.

Y aunque las excusas de los allegados y fanáticos de Easy Goer no tardarían en llegar, sobre todo las concernientes al estado de la pista, la revancha tendría que esperar dos semanas más, hasta el día del Preakness Stakes (Gr. 1), la segunda gema de la Triple Corona. Un Preakness al que aún hoy, pasados más de 25 años, muchos recuerdan como la mejor carrera de caballos de nuestra era.



Un Preakness para la historia


Si bien el triunfo de Sunday Silence sobre Easy Goer en Churchill Downs había sido contundente, la gran mayoría de los aficionados aún creía que el hijo de Alydar era el próximo “superhorse” de la hípica norteamericana. Era de público conocimiento que el fango de Churchill Downs no era de su agrado, y muchos creían que en una pista rápida como la de Pimlico el nieto de Buckpasser iba a demostrar su verdadero potencial; que si Sunday Silence volvía a zigzaguear en la recta del Preakness como lo había hecho en el Derby, esta vez lo pagaría muy caro. 

La mañana de la carrera, Hancock leyó que 97 de 100 periodistas que cubrían la carrera habían elegido a Easy Goer como el favorito del Preakness. Esto, sumado al hecho de que Sunday Silence había perdido un par de días de entrenamiento por un problema en una de sus patas, no hizo más que preocupar al dueño del oscuro. El Águila Calva, aunque ya no tan confiado como en el Derby, igual intentó tranquilizarlo, expresándole que el caballo no podía llegar en mejores condiciones.

Para el momento en que los 8 competidores de aquel Preakness entraron en las gateras, la afición récord de 90.145 personas había vuelto a elegir como amplio favorito a Easy Goer, que pagaba incluso menos que en el Derby, a 3/5. Nuevamente, Sunday Silence partía como el enemigo, esta vez con dividendos de 2/1. 

Para el estupor de todos, Sunday Silence vuelve a ponerse a la par de Easy Goer
Easy Goer no tuvo la mejor de las largadas, pero no tardó en recomponerse, y ya en la recta ganó varias posiciones, para lograr ubicarse justo detrás de Sunday Silence entrando al primer codo. El oscuro, que había partido mejor que su rival, estaba cuarto a solo tres cuerpos del puntero Houston, y pronto tuvo a Easy Goer, que corría mucho más cómodo que en el Derby, respirándole en el anca. En la recta opuesta, Sunday Silence aceleró el ritmo, pero su rival no tardó en seguirlo, y ambos pasaron como balas por afuera del segundo y el tercero. Y cuando solo les quedó Houston por delante, se hizo evidente que aquella carrera iba a ser un mano a mano entre los dos rivales.

Pat Day, que había visto como Sunday Silence había acelerado en el último codo de Churchill Downs, no quiso entrar en la curva detrás de él, y al salir del opuesto decidió aflojarle las riendas a Easy Goer, impulsándolo a pasar al oscuro por afuera como una bala rojiza. Luego, una vez que el alazán hubo dejado atrás a su rival, Day decidió cerrarlo en las narices del hijo de Halo, generando que Valenzuela tuviera que frenar de golpe, y que Sunday Silence perdiera impulso en un momento vital de la carrera.

En la recta del Preakness
El zaino quedó más de dos cuerpos atrás de su rival tras la repentina frenada, y en ese momento todo el mundo pensó que estaba liquidado. Arthut Hancock, en el palco, bajó los binoculares resignado; y Pat Day, a bordo de Easy Goer, envió a su conducido raudamente a por la punta, pasando a Houston y -en una decisión de la se arrepentiría toda su vida-, sin preocuparse por guardar ningún resto para la recta.

Porque, antes de que nadie pudiera prepararse, y para el estupor de los espectadores, Sunday Silence había vuelto en un pestañeo, utilizando el codo a su favor para ubicarse por afuera de Easy Goer incluso antes de entrar al derecho. Sus orejas estaban echadas hacia atrás, y su pescuezo estirado en el esfuerzo, como si el hecho de que su rival lo hubiese obligado a frenar no hubiese hecho más que enfadarlo. "Aún hoy me sigo emocionando al recordarlo con las orejas hacia atrás, volviendo sobre Easy Goer con determinación" diría Hancock hace un par de meses.

Faltando 400 metros, y todavía antes de entrar en la recta, el zaino tomó la punta por afuera de un estupefacto Pat Day y de Easy Goer, que a pesar de no haber podido recibir ningún respiro, igual encontró fuerzas para reaccionar por adentro, poniéndose a la par de su rival. Y así, cabeza a cabeza, los dos grandes potrillos ingresaron en la recta final.

Easy Goer había ganado la gran mayoría de sus carreras arremetiendo por afuera, y en ese momento se encontraba en una posición desconocida y que, según posteriores declaraciones de Day, no era de su agrado. Igual, el bravo alazán batalló duramente, llegando a estirar una cabeza de ventaja sobre Sunday Silence a mitad de la recta. El hijo de Halo volvió a acelerar, impulsado por la fusta de Valenzuela, en un intento desesperado por mantenerse a la par de su rival, que a su vez tampoco quería dejarlo pasar. Faltando 150 metros, era imposible de decir cuál de los dos iba a ganar ese Preakness.

Sunday Silence gana el Preakness más memorable de la historia
En los últimos yardas, aún cabeza a cabeza uno con el otro, Valenzuela cerró levemente a Sunday Silence, obligando a Easy Goer y Day a acercarse aún más a la baranda interior. El alazán, impulsado desesperadamente por su jinete, intentó resistir, pero sus fuerzas estaban casi enteramente dedicadas a correr, y sólo pudo atinar a doblar la cabeza en dirección del oscuro. Y así, cuerpo contra cuerpo, como dos boxeadores que se niegan a tirar la toalla, los dos fantásticos pura sangres recorrieron los últimos metros del Preakness más épico de todos los tiempos.

Llegaron al disco convertidos en uno, flanco a flanco, cabeza a cabeza, el caballo perfecto y el “patito feo”. Y, por lo menos al principio, muy pocos pudieron adivinar cuál había sido el ganador.

Cuando por fin salió la foto, el resultado no tardó en levantar cejas: Sunday Silence había vuelto a vencer a Easy Goer, ganando la segunda gema de la Triple Corona por apenas un hocico, en lo que fue el Preakness más peleado de la historia. Por segunda vez en dos semanas, el pupilo de Whittingham había desafiado a la lógica. Pues no sólo había vuelto a vencer al gran Easy Goer, sino que ésta vez lo había hecho sobre una pista rápida y neutral. Y ahora, viajaba a Nueva York para intentar convertirse en el primer Triple Coronado de los últimos 11 años.



El Belmont: dulce venganza


Para McGaughey, la derrota sufrida en el Preakness fue aún más dolorosa que la del Kentucky Derby. Esta vez no había un terreno barroso al que culpar, y eso era lo que ponía nervioso al entrenador de Phipps. Pero, así como sabía que Sunday Silence lo había vencido en dos ocasiones, ahora, por lo menos, McGaughey tenía la certeza de que el zaino de Hancock no era un rival imposible para Easy Goer. Sólo un hocico los había separado en el disco de Pimlico, y tanto el entrenador como Pat Day estaban convencidos de que si su potrillo hubiese sido el que corría por fuera, el Preakness habría sido suyo.

"Easy Goer parecía un tren que Sunday Silence acababa de perder"
Ahora, era tiempo de que Easy Goer se cobrara la revancha, ya que, como muchos opinaban, si el alazán de Phipps no vencía a su rival en el Belmont, no sería capaz de vencerlo nunca. Belmont Park era la pista favorita de Easy Goer, el lugar donde había aprendido a correr y en donde ya había capturado dos carreras de grupo 1. Además, sus codos largos y estirados neutralizarían una de las mayores fortalezas de Sunday Silence, y todo indicaba que si Easy Goer podía llegar al tiro derecho final a la par de su oscuro rival, la larga recta terminaría por favorecer sus monstruosas brazadas. Por si todo esto fuera poco, era de público conocimiento que Easy Goer, al tener un cuerpo grande y musculoso, necesitaba menos tiempo de recuperación que su esbelto rival, que ya antes del Belmont mostraba signos de cansancio por la agotadora Triple Corona. Además, Whittingham seguía teniendo que lidiar con problemas en una de sus patas, e incluso fue pateado por el hijo de Halo el día antes de la carrera.

Todo parecía indicar que las estrellas se alineaban en favor de Easy Goer; pero sin embargo, a pesar de lo ya mencionado, el Belmont Stakes (Gr. 1) marcó la primera vez -y única- en su carrera que el hijo de Alydar no partió como favorito. Mientras Sunday Silence entró a las gateras pagando dividendos de 4/5, Easy Goer salió a 8/5. Por tercera vez consecutiva, los apostadores estaban equivocados.

El alazán de Phipps se toma una dulce revancha
Ambos potrillos largaron en forma normal, y pronto Sunday Silence se ubicaría segundo, a un par de cuerpos del puntero Le Voyageur, con Easy Goer pegado en la tercera ubicación. Así se mantendrían hasta bien ingresado el último codo, cuando Valenzuela mandó al zaino a por la punta, pasando con facilidad a Le Voyageur. Esta vez, sin embargo, Easy Goer no tardaría en seguir al hijo de Halo, y cuando cruzaron el palo de los 400, poco antes de ingresar en la recta, los dos potrillos estaban a la par.

Pero aquellos que esperaban una repetición del duelo del Preakness, o tal vez una versión moderna de la batalla entre Affirmed y Alydar, iban a quedarse mudos de asombro. Porque apenas se puso a la par de Sunday Silence, Easy Goer despegó como un cohete, dejándolo rápidamente atrás, e ingresando a la recta ya con dos cuerpos de ventaja. Cómo bien describiría la Blood-Horse años después, el hijo de Alydar parecía “un tren que Sunday Silence acababa de perder”. Continuó estirando diferencias durante toda la recta, destrozando con cada una de sus magníficas brazadas los sueños de Triple Corona que acarreaba su archirrival, y terminó llegando al disco 8 cuerpos por delante del agotado hijo de Halo, estableciendo un fantástico tiempo de 2:26 para los 2400 metros. En toda la historia del Belmont Stakes, sólo Secretariat había recorrido esa distancia en un tiempo menor.

Finalmente, el gran alazán había logrado redimirse de su némesis.



Caminos diferentes, legados diferentes


Terminada la Triple Corona, Sunday Silence lideraba el marcador en 2 a 1 sobre Easy Goer, lo que por el momento lo convertía en el favorito para el premio de mejor potrillo de tres años de 1989. Sin embargo, ambos potrillos tomarían caminos diferentes como preparación al Breeders Cup Classic (Gr. 1) de noviembre, y, una vez que ambos volvieran a enfrentarse, Sunday Silence llegaría nuevamente, y por más increíble que parezca, en la posición de tener que probar que podía vencer a Easy Goer.

Sunday Silence ganando el Super Derby
El pupilo de Whittingham había vuelto a las carreras en California un mes y medio después del Belmont, dejando escapar una ventaja de cuatro cuerpos sobre Prized para perder el Swaps Stakes (Gr. 2) por ¾ cuerpo. Se recuperaría dos meses después en el Super Derby (Gr. 1) de Louisana Downs, venciendo con facilidad a Awe Inspiring por 6 cuerpos, en lo que sería su última preparatoria de cara al anticipado Classic de Gulfstream Park. El “Águila Calva” creía que, con pocas carreras y extensos períodos de inactividad en el medio, su pupilo llegaría a lo que sería la batalla por el cetro de "Caballo del Año" bien descansado y en las mejores condiciones para vencer a Easy Goer. 

McGaughey, por su parte, tenía un plan diferente para el hijo de Alydar. Un plan mucho más ambicioso. 

Después de darle un merecido descanso de dos meses, decidió correrlo ante los mejores caballos adultos de Norteamérica en el prestigioso Whitney Handicap (Gr. 1) de Saratoga. Bloqueado detrás de un muro de caballos entrando en la recta, el nieto materno de Buckpasser se haría un lugar, y aceleraría magníficamente para dejar a los ganadores de grupo 1 Forever Silver y Cryptoclearance casi 5 cuerpos atrás, en un tiempo que estuvo a solo 2/5 de segundo del récord de pista. Sólo dos semanas después, Easy Goer volvería a aparecer en la misma pista, como el gran favorito del histórico Travers Stakes (Gr. 1), para acelerar vertiginosamente en el codo y llegar al disco con una ventaja de 3 cuerpos, arañando el récord de pista de 2000 metros de General Assembly.
Easy Goer el día del Travers

Su mayor prueba sería el Woodward (Gr. 1), corrido sobre una pista fangosa en Belmont Park. Pero el hijo de Alydar, a pesar de la superficie, lograría una contundente victoria de 2 cuerpos sobre los adultos. Finalmente, correría en los 2400 metros del Jockey Club Gold Cup (Gr. 1), también sobre la arena Belmont Park. En lo que sería su última preparación de cara al Breeders’ Cup Classi (Gr. 1) –para el cual ya era considerado un amplio favorito–, Easy Goer se haría con la punta a mitad del codo, y estiraría su ventaja hasta llegar al disco 4 cuerpos adelante de Cryptoclearance, con Forever Silver y el resto del lote de caballos adultos a más de 15 cuerpos. Fue su última carrera de cara al Classic, y no pudo haber sido una más impresionante.



"La Carrera de la Década"


Desde su creación en 1984, el Breeders’ Cup Classic (Gr. 1) tuvo como objetivo enfrentar a lo mejor con lo mejor, en un escenario neutral que permitiera decidir qué caballo merecía el cetro de "Caballo Del Año". De hecho, los dos últimos vencedores (Ferdinand en 1987 y Alysheba en 1988), habían sido coronados como los mejores del país luego de sus sendas victorias en la carrera.

Easy Goer y Sunday Silence ya le habían demostrado al mundo su grandeza, tanto enfrentándose el uno al otro como venciendo a terceros. Sin embargo, solo podía haber un Caballo del Año 1989, y cuál de los dos era más digno de ese cetro se decidiría el sábado 5 de noviembre, cuando los dos magníficos potrillos se enfrentaran por última vez sobre la arena de Gulfstream Park.

No por nada se la llamó “La Carrera de la Década”. 

Easy Goer, el “Héroe de Nueva York”, venía de registrar una de las mejores campañas para un potrillo de 3 años de todos los tiempos, ganando cinco grupos 1 en forma consecutiva y venciendo a los mejores caballos adultos del país en 3 oportunidades. De ganar ese Classic terminaría por redondear un segundo semestre perfecto, uno que no sólo le traería el cetro de Caballo del Año, sino que también lo colocaría entre los mejores pura sangres de la historia.

Pero para eso, tendría que vencer a Sunday Silence, el único potrillo que lo había vencido en lo que iba del año, y uno que ya lo había hecho en dos oportunidades. El pupilo del “Águila Calva” llegaba a esa batalla final bien descansado, y si había un caballo capaz de vencer a Easy Goer, no cabían dudas de que ése era el.

El alazán de Phipps sería el gran favorito de la carrera, largando a dividendos de 1/2, y Sunday Silence partiría nuevamente como la segunda opción, esta vez a 2/1. Pero habían transcurrido algunos cambios desde la última vez en que se enfrentaran. Pat Valenzuela había sido suspendido previo a la Breeders’ Cup por una recaída en su lucha con las drogas, y la responsabilidad de la monta del hijo de Halo había recaído sobre el experimentado Chris McCarron. Este, que nunca había montado al potrillo, al menos oficialmente, era consciente de que “estaba en un caballo que podía vencer a Easy Goer”; a pesar de que los trabajos de Sunday Silence previo a la carrera habían sido brillantes –llegó a pasar la milla en 1:33 2/5 una mañana en Del Mar-, tanto el jinete como Whittingham sabían del enorme escollo que significaba tener que enfrentar al alazán de McGaughey.

No iban a haber tantas predicciones para ese Classic, como sí las hubo en Churchill Downs previo al Derby. Ya todos sabían de la calidad de ambos potrillos; de sus fortalezas y de sus debilidades. Ésta última vez, sólo quedaba la carrera que lo decidiría todo. La que dejaría los nombres de Sunday Silence e Easy Goer grabados para siempre en los libros de historia.
Llegando al disco en el Classic
Easy Goer largó un poco lento desde la baranda interior, y enseguida después se alejó visiblemente de la misma, quedando relegado en la sexta ubicación. Según posteriores declaraciones de su jockey Pat Day, el alazán estaba como dormido, y no demostraba ninguna disposición a correr en esos metros iniciales; cuando entraron al codo se ubicaba a seis cuerpos de su rival Sunday Silence, y a once del puntero Slew City Slew. En la recta opuesta, Sunday Silence empezó a ganar ubicaciones quedando tercero por detrás del puntero y de Blushing John, y todos creyeron que, con su rival tan atrás, todo iba a ser muy fácil para el hijo de Halo.

Pero fue en ese preciso momento, poco antes de entrar al último codo, que Easy Goer empezó a encontrar su mejor ritmo, y los gritos de los miles de fanáticos se elevaron al cielo cuando el nieto materno de Buckpasser, ante la recordada exclamación del relator Tom Durkin ("Now he's beggining to roll!") empezó a acelerar, pasando rivales como cohete hasta lograr ponerse a la par de su archirrival. Esa era la carrera que todos habían ido a ver.

Slew City Slew le dejó el lugar a un determinado Blushing John a mitad del codo, y pronto McCarron encontró el momento con el que había estado soñando durante las últimas semanas. Conocedor de la capacidad que tenía su conducido para correr los codos, el astuto jinete estimuló a Sunday Silence a acercarse al nuevo puntero, y el hijo de Halo despegó, acercándose al líder y alejándose nuevamente de Easy Goer y Pat Day a falta de 400 metros para el disco.

Una vez más, Sunday Silence prevalece sobre Easy Goer
Cuando entraron en la recta, Sunday Silence se puso a la par de un guapo Blushing John, con claras intenciones de dejarlo por el camino, mientras que, Easy Goer, que había quedado cuatro cuerpos atrás, cambiaba de mano y comenzaba su feroz atropellada. Los gritos de los fanáticos se hicieron alaridos, los corazones empezaron a latir con más fuerza, y la emoción recorrió el cálido aire de Gulfstream Park cómo nunca antes lo había hecho, a medida que las grandes brazadas de Easy Goer acortaban la distancia que lo separaban de Sunday Silence. El valiente Blushing John era un inesperado actor de reparto, y dejaba todo para no perder pisada, pero con Sunday Silence ya adelante y Easy Goer arremetiendo con ferocidad, todos sabían que iba a terminar tercero.

Faltaban menos de 200 metros, y la carrera aún no estaba decidida. En un momento parecía que Easy Goer no llegaría a pasar a Sunday Silence antes del disco, y justo en el siguiente el hijo de Alydar encontraba más fuerzas y se acercaba como un bólido a su oscuro rival. En la punta, Chris McCarron le pedía con todas sus fuerzas a su potrillo que aguantara tan solo unos metros más, y el pupilo del Águila Blanca guapeaba de lo lindo.

Finalmente llegaron al disco, con Sunday Silence prevaleciendo por sólo un pescuezo sobre Easy Goer, en un excelente tiempo de 2:00 1/5. Como debía ser, llegaron juntos.



***


Tanto Sunday Silence como Easy Goer volvieron a competir al año siguiente. Sin embargo, ninguno de los dos volvió a ser el mismo.

Easy Goer ganó un clásico menor en Belmont Park a mediados de mayo de 1990 por casi 8 cuerpos, y llegó al Met Mile (Gr. 1) doce días después como el gran favorito. Sin embargo, el hijo de Alydar terminaría llegando tercero a 2 cuerpos del futuro Caballo del Año Criminal Type, en lo que sería la única carrera de su vida en que no llegaría ni primero ni segundo. Un mes y diez días más tarde, en la última actuación de su carrera, Easy Goer se redimiría de esa derrota con un espectacular triunfo en el Suburban Handicap (Gr. 1) de Belmont Park, en el que llegaría a menos de un segundo del récord de pista de Alysheba. Posteriormente, una lesión en una pata lo alejaría para siempre de las pistas, y el alazán de Phipps sería retirado con un récord de 14 carreras ganadas (9 de grupo 1), 5 segundos y 1 tercero sobre 20 actuaciones. En toda su carrera, nunca fue vencido por más de 2 ½ cuerpos, y solo el mítico Citation logró vencer a los caballos adultos más veces que él a los 3 años. Aún hoy, su campaña de 1989 es considerada por muchos como la mejor de la historia en no recibir un título de campeonato.

El hijo de Alydar dejaría este mundo demasiado temprano, falleciendo sorpresivamente en 1994 y dejando escasa descendencia. De todos modos, una de sus hijas, My Flag, propiedad de Odgen Phipps y producto del cruzamiento con la legendaria Personal Ensign, terminaría ganando 4 carreras de Grupo 1, entre ellas el Breeders’ Cup Juvenile Fillies (Gr. 1) de 1995, y pariendo a Storm Flag Flying, la campeona 2 años de 2002 y también ganadora del Juvenile Fillies de ese año.

Sunday Silence, que luego de su victoria en el Classic de 1989 fuera coronado como Caballo del Año y Mejor Potrillo de 3 Años, volvería a las pistas en junio de 1990, ganando el Californian Stakes (Gr. 1) por ¾ de cuerpo. Finalmente, terminaría su carrera llegando segundo a una cabeza de Criminal Type -el único caballo que los venció a ambos- en la Hollywood Gold Cup (Gr. 1), para retirarse con 9 victorias (5 de grupo 1) y 5 segundos puestos sobre 14 carreras corridas, y una ventaja de 3 a 1 sobre Easy Goer.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y nada confirma tanto esta frase como el caso del gran hijo de Halo y Wishing Well. Una vez retirado de las pistas, el campeón al que nadie había querido en las subastas comenzó su carrera como reproductor en 1991, prestando servicios en el Stone Farm de Paris, Kentucky, el lugar donde había nacido. Sin embargo, y al igual que en casi toda su vida, el zaino negro fue prácticamente ignorado, ésta vez por los criadores. Dado el poco interés que recibía, Hancock no tardó en aceptar una oferta del criador japonés Zenya Yoshida, quién se llevó al padrillo a prestar servicios en su Shadai Stallion Station, del otro lado del pacífico. Allí, Sunday Silence volvería a de mostrarle al mundo, por una última vez, que había sido subestimado. En el país nipón, el antiguo Caballo del Año florecería, y no tardaría en convertirse en uno de los mejores padrillos de la historia, tanto asiática como mundial. Lideró la estadística japonesa por 13 años consecutivos, desde que su primera generación de corredores cumplió los 3 años en 1995 hasta 2007, cinco años después de su fallecimiento. Su sangre no sólo corre por las venas de los últimos dos ganadores de la Triple Corona nipona (Deep Impact y Orfevre), sino que además, por cada generación de corredores que produjo, al menos uno resultó ganador de grupo 1, llegando en el año 2000 llegó a producir un récord de 7 ganadores del máximo nivel. Nuevamente, el caballo al que nadie quiso había llegado a la cúspide.



***


Han pasado casi 25 años desde la tarde en que Sunday Silence y Easy Goer se vieron las caras por última vez, y su fantástica rivalidad todavía sigue generando disputas entre la afición hípica norteamericana. Sunday Silence salió victorioso más veces en los enfrentamientos entre ambos, pero el palmares de Easy Goer por fuera de la rivalidad supera ampliamente al del hijo de Halo, y eso no hace más que alimentar las discusiones.

Si me preguntan a mí, creo que es imposible decidir cuál de los dos fue el mejor. Porque por más que tal vez Easy Goer fuera el más talentoso en términos generales, había algo en su corajudo rival que parecía neutralizar las fortalezas del alazán. Sunday Silence no era tan llamativo como el hijo de Alydar, pero compensaba sus pocos defectos con una guapeza sin igual, y parecía sacar lo mejor de sí al enfrentarlo. 

Si tuviera que comparar su rivalidad con alguna otra, lo haría con la de los tenistas Federer y Nadal. Easy Goer era Federer, el potrillo cuasi-perfecto que ganaba todo y a todos, siempre y cuando no se tuviera que enfrentarse a su némesis, Sunday Silence, que como Nadal no era tan lujoso ni brillante como su archirrival, pero sí valiente y decidido.

En mi opinión, Sunday Silence fue el que más beneficiado se vio por la rivalidad. Pues por más que de no haber sido por Easy Goer el zaino probablemente hubiese sido el duodécimo triple coronado de la hípica norteamericana, el hecho de que haya vencido al notable alazán de Phipps tantas veces hizo que se ganara un respeto que tal vez no hubiese recibido de no haberlo enfrentado nunca. En cambio, con Easy Goer la cosa es distinta, ya que de no haber sido por Sunday Silence, el hijo de Alydar no solo hubiera realizado la mejor campaña por parte de un potrillo de 3 años en toda la historia, sino que también hubiese ganado la Triple Corona, retirándose como una leyenda de la altura de Secretariat, Man O' War o Citation. 

Para terminar, voy a contar una anécdota que ilustra a las claras la rivalidad:

Cierto día de 1988, cuando Arthur Hancock III ya había sido informado por Whittingham que el hijo de Halo tenía talento, el dueño de Stone Farm se encontró en una restaurante de Kentucky con su hermano menor Seth Hancock, cabeza de Claiborne Farm. La conversación, como siempre sucedía entre los dos, no tardó en derivar a los caballos, y fue ahí que Arthur mencionó las esperanzas que tenía en el potrillo negro: “Parece que tenemos uno realmente bueno en California” le dijo orgulloso a Seth; a lo que su hermano menor respondió, con gesto apenado: “Qué lástima. Porque los empleados de Claiborne andan diciendo que Phipps tiene este año al mejor potrillo que crió en su vida”.

Como dije, esta conversación, previa a que alguno de los dos potrillos alcanzara la fama mundial que luego ambos obtendrían, enseña a la perfección la historia de la fantástica rivalidad entre ambos: Sunday Silence fue siempre subestimado, y quizás hasta su muerte no se lo haya apreciado toda su valía; mientras que Easy Goer, por su parte, era lo opuesto, un caballo de orígenes perfectos que estuvo destinado desde su nacimiento a las mayores hazañas.

Sus nombres, sin embargo, permanecerán por siempre ligados en la historia del turf.