lunes, 19 de mayo de 2014

Recordando... Smarty Jones

Con motivo del décimo aniversario de la Triple Corona de Smarty Jones, y aprovechando que California Chrome ha vuelto a poner el tema sobre el tapete, he decidido sacar este artículo de mis archivos, para publicarlo en su honor. 

Hay algo en la historia de éste pequeño alazán que siempre ha logrado cautivarme más que las otras. Más que la de Secretariat; más que la de Seattle Slew; incluso más que la de mi amado Invasor.
Esto no quiere decir, de ninguna manera, que los tres caballos que acabo de mencionar no hayan sido mejores que Smarty Jones en la pista, pues, si analizamos sus historiales, lo fueron. 

Lo quiero decir es que, al menos desde mi punto de vista, la historia de Smarty Jones es -y seguirá siendo- única, no sólo por la por lo magnífica y trágica que es en sí misma, sino porque también es una especie de "combo" de las historias de todos mis otros pura sangres favoritos. Al igual que Secretariat tres décadas antes, el caballo surgió en un tiempo de guerra -Secretariat en Vietnam, Smarty Jones en Irak-, y también cuando ya muchos pensaban que la mítica Triple Corona jamás volvería a ser conquistada; sus magníficas corridas no sólo fueron un rayo de esperanza para el público Norteamericano de la época, sino que lo convirtieron en una auténtica celebridad. Además, como Seattle Slew, él pequeño alazán era un invicto de velocidades vertiginosas, y había vuelto a demostrar que no hace falta invertir millones ni ser un jeque para tener al mejor de todos los pura sangres. Si a esto le sumamos que, de la misma forma que Invasor, el potrillo provenía de un lugar que no acostumbra a ver nacer campeones, y que pronto cargaría sobre sus lomos las ilusiones de un país entero, el combo se vuelve brutal. ¿Hace falta más? Bueno, también podemos decir que la historia tiene un final tanto o incluso más desgarrador que la del único otro pura sangre que le pelea mi favoritismo, la magnífica Zenyatta...

Pero, además de todo esto, y de otros factores que potencian aún más la historia (la grave enfermedad de su anciano propietario, el accidente que casi le quita la vida al potrillo aún antes de debutar, la historia de superación de su desconocido jinete), hay otro hecho que hace que Smarty Jones sea -junto con Zenyatta- uno de mis dos caballos preferidos. Y esto ya va por el plano personal.

Para un uruguayo de recursos limitados como quien escribe, que cuyo sueño desde hacía años había sido viajar a Kentucky a visitar a los mejores padrillos del mundo, la noticia de que su pura sangre preferido arribaría a un haras ubicado a media hora de su casa era como un regalo caído del cielo. Con tantos otros padrillos en el planeta, y con tantos otros lugares para que pudieran ir, el hecho de que justo Smarty Jones arribara en modalidad de "shuttle", y justo al Uruguay, resultaba casi irreal, como para pellizcarse los brazos hasta dejarlos rojos. Lo fui a ver a Maroñas el día que desfiló públicamente para el público uruguayo, y luego, en dos ocasiones, asistí al Haras Cuatro Piedras para verlo en persona. De más esta decir que el solo recuerdo de la primera vez que lo palmeé en el pescuezo me pone la piel de gallina...

Fue luego de esa primera visita al haras que escribí este artículo, que nunca hasta ahora había publicado en ningún lado. Lo he actualizado y retocado un poco, pero prácticamente es el mismo. Espero que disfruten al leerlo como yo lo hice mientras lo escribía. Pues aunque es bastante largo, cuenta lo que, al menos para mí, la historia más emocionante del turf.



***


Smarty Jones en el Haras Cuatro Piedras (año 2011)
Costaba creer que aquel alazán que me miraba con ojos inteligentes alguna vez haya tenido a Norteamérica entera en vilo. Emanaba un gran poder, eso hay que decirlo, y era musculoso y bravucón, como si supiera que era diferente a los demás caballos. Pero ya no había helicópteros con camarógrafos revoloteando sobre su cabeza, ni miles de fanáticos que gritaran su nombre a viva voz. Ningún vehículo policial lo había escoltado hacía aquel pequeño haras en Progreso, Uruguay, y ni que hablar de que nadie salió a la ruta para aclamarlo como un héroe. De hecho, parado allí frente a mí aquella fría mañana de agosto de 2011 en el Haras Cuatro Piedras, sólo parecía un muy lindo padrillo.

Siete años atrás, la historia era otra.

Porque cuando el invicto Smarty Jones entró a la pista de Belmont Park la tarde del sábado 5 de junio de 2004, para el delirio de los más de 120.000 aficionados que se habían congregado para verlo correr, Norteamérica entera contuvo la respiración. Ningún potrillo desde Affirmed en 1978 había logrado obtener la mítica Triple Corona, llamada "el trofeo más esquivo de todos los deportes", y las desazones habían empezado a transformarse en moneda corriente durante los úlitmos años. 

Entonces, cuando muchos fanáticos empezaban a creer que nunca más verían un triple coronado, cuando hasta las esperanzas de los más optimistas empezaban a flaquear, había surgido aquel pequeño potrillo de Pennsylvania; ese que casi pierde la vida antes llegar a correr y por cuyos allegados nadie daba un peso, pero que ahora, casi como sin quererlo, se encontraba a las puertas de la inmortalidad. Desde sus primeras carreras en el desconocido hipódromo de Philadelphia Park, hasta sus increíbles victorias el Kentucky Derby y el Preakness, cada uno de sus pasos parecía haber sido cuidadosamente guiado por los dioses del turf, y aquella tarde de junio en Belmont Park, todos esperaban el mágico final para aquel cuento de hadas.

Previo a aquel Belmont Stakes, el alazán había salido en la portada de Sports Illustrated, protagonizado el famoso programa de biografías de A&E, y era moneda corriente en los noticieros de cadena nacional. Cerca de 10.000 fanáticos llegaron a colmar Philadelphia Park sólo para verlo entrenar una mañana de junio después del Preakness, y cuando el tráiler que lo trasladaba llegó a Nueva York escoltado por coches policiales, la gente de la ciudad salió a las calles a vitorearlo. Muchos expertos lo consideraban la reencarnación de Secretariat, un caballo alado que llegaba a salvar a la decadente industria hípica norteamericana, y así se lo trataba por aquellos días. De hecho, puede decirse que, durante aquellas cinco mágicas semanas de 2004, Smarty Jones fue uno de los caballos más famosos de todos los tiempos.

Ahora, para cualquier persona normal, era apenas un lindo caballo en medio del campo uruguayo, un padrillo que se pasaba los días entre galopes por su corral y el pequeño galpón circular donde realizaba sus “servicios”. Quienes lo conocen más, saben que disfruta mucho de sus baños matutinos, y que, a veces, cuando llueve y el terreno de su corral se pone barroso, le gusta ensuciarse un poco. Quién sabe, tal vez la sensación del fango en su cuerpo le traiga lejanos recuerdos de una tormentosa tarde de mayo en Churchill Downs, y de los gritos de 140.000 personas aclamándole cuando cruzó el disco primero en la carrera más famosa del mundo. Pues fue allí, en su victoria más recordada, donde la leyenda del gran Smarty Jones realmente comenzó.


***


Nació un 28 de febrero del año 2001 en el Someday Farm, un establecimiento de 40 hectáreas en Pennsylvania, propiedad de los veteranos Roy y Patricia Chapman, que habían empezado a criar caballos en 1980 pero que nunca en sus vidas habían ganado siquiera una carrera de grupo. Y nació como uno más de los otros 34.720 potrillos pura sangre que nacieron ese año en los Estados Unidos, con las patas largas y el anca cargada de sueños.

Era un alazán de cuerpo pequeño y ojos despiertos; un hijo de Elusive Quality, que en sus épocas de corredor había sabido poseer el récord mundial de los 1600 metros sobre césped, y de I’ll Get Along, una hija del velocista Smile que era la yegua más ganadora que habían tenido los Chapman. Le pusieron Smarty Jones, un poco por la madre de su dueña Pat, Milly “Smarty Jones” McNair –que, al igual que Pat y el potrillo, había nacido un 28 de febrero– y otro poco por sus ojos avispados y su carácter fuerte.

En un principio, los Chapman tenían pensado ponerlo al cuidado de Bob Camac, un viejo amigo suyo que les venía entrenado caballos por años y que había sido quien había recomendado cruzar a I’ll Get Along con Elusive Quality, con la esperanza de sacar un buen millero. Sin embargo, en diciembre de 2001, Camac y su esposa fueron brutalmente asesinados en su chacra de Nueva Jersey por su hijastro, luego procesado y condenado a 28 años de prisión.

Quizás por lo trágico de éste hecho, o por el decadente estado de salud de Roy –padecía de un enfisema pulmonar, lo que lo obligaba a trasladarse en una silla de ruedas y a respirar por medio de un respirador artifical–, fue que los Chapman decidieron vender su establecimiento y a la mayoría de sus caballos, incluida su amada I’ll Get Along. Se mudaron a una residencia cercana pero mucho más pequeña, de apenas una hectárea y media, y se quedaron con dos potrillos, entre ellos Smarty Jones. "Había unos compradores que vinieron a mirar a los otros potros, y se querían llevar a Smarty, que estaba afuera en el campo con su madre" contaría años después Roy Chapman, "Pero yo, gracias a Dios, decidí quedármelo y no venderlo. El caballo tenía ese brillo en la mirada".

Lo pusieron al cuidado del joven y desconocido John Servis, un amigo del fallecido Camac que durante toda su vida había estado radicado en Philadelphia Park, y que no ganaba una carrera de Grupo 1 desde hacía 3 años.

El 27 de julio de 2003, cuando Smarty Jones llevaba apenas unos meses en los establos de Servis y las ilusiones en torno a él eran cada vez mayores, el pequeño alazán enloqueció durante un entrenamiento en las gateras y se golpeó accidentalmente la cabeza contra el techo de las mismas. Cayó al piso inmediatamente, desmayado, y con sangre corriéndole por los ollares, en un suceso tan nefasto que en el momento Servis pensó que estaba muerto. Sin embargo, el caballo volvió en sí, y, fue llevado a toda prisa a una clínica equina en Nueva Jersey, donde se le diagnostico una fractura en la zona del cráneo y otra encima del ojo izquierdo. Contra todos los pronósticos, logró salir del hospital en apenas tres semanas, y luego de un mes de recuperación en el campo, a mediados de setiembre de 2003 ya estaba nuevamente entrenando en Philadelphia Park.
El potrillo era un superviviente.

Debutó el 9 de noviembre de ese mismo año en una carrera para potrillos de 2 años perdedores, sobre una distancia de 1200 metros en la pista de Philadelphia Park. Lo montaba Stewart Elliott, un veterano jockey canadiense con un pasado oscuro de delitos y alcoholismo, que en sus 22 años de carrera había ganado más de 3000 competencias, pero jamás un clásico de grupo 1. Elliott había llegado a ese hipódromo de niño, y había alcanzado considerable éxito en la pista, pero, al igual que Servis y los Chapman, era un completo desconocido a nivel nacional.

El potrillo ganó por 7¾ cuerpos, corriendo a gusto la recta entera.

Apenas 13 días después, ya con las esperanzas enaltecidas, Servis decidió correrlo en el Pennsylvania Nursery Stakes, un clásico restringido para potrillos nacidos Pennsylvania, en la misma pista y también sobre 1200 metros.
El día de su segunda victoria, el Pennsylvania Nursery Stakes

El hijo de I’ll Get Along no defraudó: a pesar de largar un poco lento, no tardó en tomar la punta, y luego de eso se dedicó a estirar diferencias. Tanta era su superioridad sobre los otros 10 potrillos, que a pesar de haber corrido toda la recta sobrando, con Elliott inmóvil sobre sus cruces y frénandolo en los metros finales, Smarty Jones cruzó el disco 15 cuerpos adelante de su rival más cercano. Por si esto fuera poco, obtuvo un Beyer Speed Figure de 105, el más alto para su generación (a nivel nacional) en toda la temporada. Algo que hizo evidente lo que muchos ya pensaban: el alazán de los ojos inteligentes pertenecía a otras ligas.

“Cuando ganó su segunda carrera de esa forma, me di cuenta que Smarty Jones tenía el talento necesario para llegar al Kentucky Derby, y que yo solo tenía que trazar el camino correcto para llevarlo ahí.” diría Servis años más tarde.

Por ese entonces Roy Chapman ya andaba en la silla de ruedas que lo acompañaría durante el resto de sus días, y respiraba con la ayuda de un tanque de oxígeno y una sonda en su nariz. Ese alazán era el caballo que había esperado por décadas, y debió darse cuenta que esa era la oportunidad de su vida. Quizás por eso, fue que decidió apoyar a Servis en la idea de arriesgarse económicamente y sacar al pequeño potrillo de esa pequeña pista perdida, para ponerlo en el radar nacional, y en el camino a la Triple Corona.

En Aqueduct, ganando el Count Fleet
Como una prueba inicial, decidieron llevarlo a Nueva York, donde lo anotaron en la milla del Count Fleet Stakes, corrido el 3 de enero en Aqueduct. Smarty Jones, siempre con Elliott sereno sobre los estribos, mantuvo su récord intacto, corriendo cerca del puntero y despegándose al final para ganar por 5 cuerpos.

Luego de pasar ese primer escollo, en el que Smarty Jones demostró que podía vencer a caballos más talentosos que los de Philadelphia, Servis decidió trasladarlo al hipódromo de Oaklawn Park, en Hot Springs, Arkansas. Por ese entonces, al igual que hoy, Oaklwan tenía tres clásicos preparatorios para el Derby: el Southwest, sobre 1600 metros en febrero; el Rebel, de 1700 metros en marzo; y el Arkansas Derby (Gr. 2), que ofrecía una bolsa de 1 millón de dólares en premios y que se corría sobre 1800 metros en abril.

Servis era bien consciente de que el pedigree y el estilo de correr de Smarty Jones eran más los de un velocista o un millero que los de un fondista. Por eso, su intención al correr los tres clásicos era la de ir una carrera a la vez, para de esa forma ir comprobando si el potrillo era capaz de acarrear sus increíbles velocidades a medida que las distancias aumentaban.

Venciendo a Two Down Automatic en el Southwest
En el Southwest, fiel a su estilo, Smarty Jones largaría bien y se ubicaría segundo, en persecución del veloz puntero Wildcat Shoes, que pasó los primeros 800 metros en rigurosos :45.87. Y aunque el alazán no tendría problemas para deshacerse de ese rival en la recta, sí iba a tener que apelar a toda su guapeza cuando, ya en los metros finales, se le vinieron encima los arremetedores Two Down Automatic y Pro Prado (que cargaban, respectivamente, con 4,5 y 2,2 kilos menos que el pupilo de Servis). Sería la primera vez en su vida que el hijo de Elusive Quality tendría que ser realmente estimulado por Elliott; y aunque en un momento algunos pensaron que la carrera se le podía llegar a complicar, Smarty Jones logró repeler los ataques. Cuando llegó al disco, con una ventaja de 3/4 cuerpos, Elliott ya había bajado la fusta.

Pasado el susto, Smarty Jones volvería a Oaklawn un mes después, para correr en los 1700 metros del Rebel. Y aunque hasta el momento el caballo no había hecho nada mal y su récord invicto de 4 victorias imponía respeto, ese día los apostadores le darían la espalda, convencidos de que si en el Southwest había sufrido tanto los metros finales, los 100 metros más del Rebel serían su perdición. Así fue que, por primera vez en su corta carrera, Smarty Jones no partió como el favorito, sino que fue relegado a la tercera opción, detrás del también invicto Purge, y de Mr. Jester, que había ganado 4 de 7 carreras, y que venía de llegar segundo a apenas 1/2 cuerpo en el Risen Star (Gr. 3).

Ni bien se abrieron las gateras, Purge salió a marcar la punta, con Smarty Jones persiguiéndolo a sólo un cuerpo, mientras Mr. Jester y Pro Prado se ubicaban un poco por detrás. Así recorrieron toda la recta opuesta, y gran parte del codo, con el hijo de Pulpit cómodo en la punta y el resto al acecho. Sin embargo, ya a mitad del codo Smarty Jones empezó a pedirle rienda a Elliott, y el canadiense decidió ir a por la punta, igualando la línea del líder a falta de 400 metros para el disco.
Ganando el Rebel por más de 3 cuerpos

Purge era un muy buen potrillo, uno que en el futuro ganaría varias carreras de grupo 2 e inclusive una de grupo 1. Pero, hasta ese momento de su vida, el hijo de Pulpit jamás había sido puesto a prueba, y sólo basto con una mirada de Smarty Jones para dejarlo en la lona. Así, lo que al entrar en la recta parecía que iba a ser un mano a mano entre los dos invictos, no tardó en convertirse en un monólogo del alazán de los Chapman, que, sin mucha exigencia por parte de Elliott, dedicó los últimos 200 metros de la carrera a sacarle cuerpos a Purge y al resto del lote. Cuando llegó al disco, 3 1/4 cuerpos adelante de sus rivales, no sólo les había demostrado a los apostadores que se habían equivocado enormemente al descartarlo, sino que había dejado en claro que los 1700 metros le sentaban de maravilla: además de haber corrido el Rebel más rápido de los últimos 17 años, había obtenido el registro Thoro-Graph más rápido en la historia para un potrillo de 3 años.

Ya para el día del Arkansas Derby (Gr. 2), los detractores de Smarty Jones se contaban con los dedos de la mano, y el pupilo de Servis partió como el gran favorito de la carrera. Como segunda opción aparecía el prometedor Borrego, que viajaba desde Louisana, donde había llegado segundo en el Louisana Derby (Gr. 2). Y como tercer favorito estaba Purge, que volvía por la revancha.

La carrera tuvo un trámite bastante similar al del Rebel, con Purge marcando el camino en parciales bastante rápidos y Smarty Jones siguiéndolo desde cerca, un poco por delante de Borrego. Sin embargo, esta vez el hijo de Elusive Quality demoraría aún menos que en el Rebel en deshacerse de Purge. Ya a mitad del codo Elliott ya se encontró con que era el líder de la carrera, y, cuando Smarty Jones entró en la recta, sin aún ser exigido, ya le había sacado 3 cuerpos al cansado hijo de Pulpit. Sin embargo, sería Borrego el que arremetería con fuerza en los últimos metros, y aunque el pupilo de Servis sintió un poco el rigor de los parciales iniciales, Elliott jamás entró en pánico; solo impulsándolo con sus brazos, guió al invicto a su sexta victoria consecutiva, que en el disco fue por 1 1/2 cuerpos.

En un abrir y cerrar de ojos, Servis y los Chapman se encontraron no sólo con que su caballo iba a correr la carrera más famosa del mundo, el Kentucky Derby, sino que llegaba como uno de los favoritos a ganar, con un récord invicto de 6 victorias sobre 6 salidas a pista.

La tarde de su victoria en el Arkansas Derby
Sin embargo, aunque hoy en día se pueda llegar a pensar que el hijo de Elusive Quality fue el enorme favorito de aquel Derby, la realidad es que, al menos en la previa, todos veían a aquella edición de la carrera como una de las mas abiertas de los últimos años. Con la excepción de Smarty Jones -que era el único invicto de los 18 participantes-, ningún potrillo llegaba al Derby habiendo ganado dos carreras consecutivas, y la gran mayoría de los favoritos ya se habían vencido los unos a los otros.

Y aunque esto pueda hacer pensar que no-elección de Smarty Jones como el favorito de la competencia fue una temeridad, la realidad es que en la previa había un gran número de dudas en torno al hijo de Elusive Quality. En primer lugar, muchos creían que sólo había vencido a potrillos de menor calibre que aquellos a los que iba a enfrentar en Kentucky -de los 18 competidores, Smarty Jones había enfrentado solo a Borrego y Pro Prado, y sólo el primero de estos dos parecía tener alguna chance de siquiera integrar el marcador-. Además, hay que entender que, aunque hoy en día la ruta al Kentucky Derby por Arkansas es muy común y una de las más exitosas, en aquel tiempo no lo era tanto. De hecho, el ultimo ganador del Arkansas Derby en ganar en Kentucky había sido Sunny's Halo, en 1983.

Muchos expertos opinaban también que, si Smarty Jones había sentido el cansancio en los metros finales del Southwest y el Arkansas Derby, la situación en el Kentucky Derby -en donde iba a correr 200 metros de lo que jamás había corrido- iba a ser mucho peor. Tampoco era nada nuevo que su pedigree, ya poco llamativo de por sí, era más el de un sprinter que el de un favorito a llevarse la carrera más famosa de Norteamérica.

Y por si todo esto fuera poco, había muchos otros factores históricos que parecían alinearse en contra del nacido en Pennsylvania. Desde Seattle Slew en 1977 que un invicto no ganaba el Kentucky Derby. Y había sido también en 1977 con aquel legendario caballo la última vez que una dupla de entrenador y jinete debutantes en el Derby ganaron la carrera. Servis nunca había asistido a un Derby, ni siquiera como espectador, y Stewart Elliott era un buen jinete en las áreas regionales, pero nunca había corrido una carrera de esa magnitud en su vida, y muchos se preguntaban cómo se enfrentaría a hombres con mil y un batallas en competencias de ese tipo. No faltaron los que criticaron a Servis por no haber elegido algún jinete más renombrado para correr a su pupilo, al menos en el Derby.

Smarty Jones era talentoso, pero, ¿podría contra el favorito oficial del Derby, The Cliff's Edge, que venía de ganar el histórico Bluegrass Stakes (Gr. 1) en gran forma y que era entrenado por el dos veces ganador del Derby, Nick Zito? ¿o contra el bólido del oeste, Lion Heart, que era conocido por salir a hacer la punta y jamás mirar atrás? ¿o el talentoso Tapit, que solo había perdido una carrera en su vida, y que en su última salida había ganado el Wood Memorial (Gr. 1) mediante una electrizante arremetida desde la última ubicación? La tarea no parecía imposible, pero sí en extremo díficil para el hijo de Elusive Quality.

Para colmo de males, el día de la carrera amaneció con una de las peores tormentas eléctricas en la historia de Kentucky, y faltando apenas una hora para la largada, la pista estaba absolutamente cubierta de agua. Eso no sólo era un riesgo mayúsculo, sino que cambiaba por completo cualquier suposición previa, y levantaba un sinfín de preguntas en torno al favoritismo de Smarty Jones. ¿Cómo se iba a adaptar el invicto a la pista fangosa? ¿No era suficiente ya con el hecho de tener que enfrentar a los 17 mejores potrillos del país sin nunca haber corrido una carrera de Grupo 1, o que su jinete y su entrenador fueran absolutos novatos en competencias de este tipo? ¿Tendría la clase suficiente el alazán para ganar la carrera de su vida?

La largada del Kentucky Derby
Al parecer, la mayoría de los espectadores pensaron que sí, porque al momento de la largada, Smarty Jones era el favorito de la edición número 130 del Kentucky Derby, pagando $4,10, con el veloz Lion Heart considerado la segunda opción, a $5,40.

Ni bien se abrieron las gateras, Lion Heart, como era de esperarse, salió como una bala hacia la punta, y antes de haber corrido 100 metros ya llevaba un cuerpo de ventaja sobre sus escoltas más cercanos. Smarty Jones era uno de ellos. El alazán había largado muy bien desde el cajón número 15, y Elliott lo había conducido serenamente hasta una posición cercana al veloz puntero. 

Cuando cruzaron el disco por primera vez, Lion Heart enseñaba el camino, pero apenas un cuerpo detrás suyo se agolpaban cinco competidores, todos flanco a flanco y batallando por el segundo puesto. Smarty Jones estaba en medio de los cinco, con Minister Eric y Read The Footnotes a su interior, y Pollard's Vision y Quintons Gold Rush apretándolo desde afuera. Por un momento pareció que el hijo de Elusive Quality iba a tener problemas de tráfico, pues hubo un par de choques, pero los dos rivales de adentro no tardaron en aminorar la marcha, y para cuando hubieron entrado en el primer codo Smarty Jones ya estaba libre del sándwich que había sufrido instantes antes.

Lion Heart (azul y naranja) lidera. Atrás, Smarty Jones se hace un lugar
Lion Heart aprovechó ese leve encontronazo entre sus perseguidores y sacó una ventaja de 2 1/2 cuerpos en el codo. Detrás suyo, Smarty Jones y Pollard's Vision se disputaban la segunda colocación, y Minister Eric se les sumó desde la baranda interior cuando entraron en la recta opuesta.

Mike Smith llevaba a Lion Heart muy relajado, pero el hijo de Tale Of The Cat era veloz, y cuando hubo cruzado los primeros 800 metros en vertiginosos :46.73, ya llevaba tres cuerpos de ventaja. Más atrás, Smarty Jones, Pollard's Vision y Minister Eric seguían todos pegados en su persecución, y saliendo de la recta opuesta aceleraron un poco la marcha para ponerse a dos cuerpos del puntero. Lion Heart entró en el último codo luego de pasar los 1200 metros en 1:11.88, un tiempo rápido para el estado de la pista, pero que no parecía estarle quitando muchas energías. De hecho, luego de la carrera, Smith contaría que en ese instante, sabiendo que llevaba una ventaja considerable sobre sus escoltas, y consciente de que Lion Heart venía corriendo muy cómodo, pensó que tenía el Derby en su bolsillo. Sin embargo, ignoraba que Smarty Jones tenía otros planes.

Ni bien entraron al codo, Elliott percibió que Mike Smith estaba intentando "robarse" la carrera en la punta, y con un movimiento casi imperceptible de sus brazos le indicó a su conducido que era la hora de empezar a correr enserio. Smarty Jones reaccionó instantáneamente, y, despegando como un cohete, dejó a Pollard's Vision y Minister Eric atrás, lanzándose hacia la punta. En ese instante, Smith vio por una pantalla en las tribunas que el hijo de Elusive Quality iba en su persecución, y, tocando a su conducido en la paleta, intentó mantener una ventaja de al menos un cuerpo sobre Smarty Jones antes de ingresar al derecho.
Entrando en la recta, Smarty Jones va en busca de Lion Heart
Así entraron a la recta, para el rugido de los 140.000 fanáticos: Lion Heart decidido en la punta, manteniendo una leve ventaja sobre Smarty Jones, que arremetía con decisión; el resto de los 16 participantes se encontraba a más de cinco cuerpos.

Pero aunque el hijo de Elusive Quality venía con toda la inercia a su favor y todos pensaron que no iba a tardar en tomar la punta, el alazán se abrió un poco de más al entrar a la recta. Para peor, cuando Mike Smith empezó a impulsar con la fuerza de sus brazos, el bravo Lion Heart encontró un segundo aire y dio batalla.

Elliott sacó la fusta, y empezó a castigar a Smarty Jones en el anca derecha, al tiempo que Smith hacía lo mismo sobre el anca izquiera de Lion Heart. Y mientras el relator oficial de la Triple Corona Tom Durkin exclamaba emocionado una de sus frases más célebres: "Lion Heart is all heart! Smarty Jones is all out!", los dos pingos dejaban la vida en el fango de Churchill Downs.

Finalmente, cuando faltaban apenas 200 metros para el disco, Smarty Jones logró quebrar la resistencia de Lion Heart, y tras un par de fustazos más por parte de Elliott, se encaminó en solitario a la victoria. El canadiense guardó el látigo a falta de 100 metros, y, con la carrera ya en su bolsillo, se dedico a impulsar al alazán con sus brazos, saboreando una victoria que nunca antes en su vida se había atrevido siquiera a soñar.
Smarty Jones pica en punta, el primer invicto en ganar el Derby en 27 años

Ante los gritos ensordecedores de los 140.054 espectadores que habían colmado Churchill Downs a pesar de la intensa lluvia, Smarty Jones cruzó el disco 2 1/2 cuerpos por delante del valiente Lion Heart, convirtiéndose así en el primer invicto en ganar el Kentucky Derby desde Seattle Slew en 1977, y haciendo añicos cualquier vestigio de duda que hubiera acerca de su categoría. Todas aquellas preguntas que en la previa parecían no tener respuesta quedaron respondidas, y con enfásis. La pista, el clima, los rivales, su lugar de procedencia, y hasta la inexperiencia de su propio jinete, nada de eso importó esa inolvidable tarde de principios de mayo. Smarty Jones era, por lejos, el mejor pura sangre de su generación, y lo había demostrado. Y aunque aún quedaban semanas muy difíciles por delante si quería llegar a obtener la tan ansiada Triple Corona, dentro de muchos aficionados se iba gestando la idea de que tal vez, finalmente, había llegado el momento. Quizás, ése pequeño alazán de Philadelphia era el que todos estaban esperando.

No hay nada más atractivo para el público norteamericano que un patito feo que logra convertirse en cisne. Y si algo era Smarty Jones, era eso, un pequeño alazán que parecía estar destinado a todo menos a la gloria, pero que había desafiado la lógica y la historia al ganar la carrera más famosa del mundo. Y aunque previamente al Derby ya muchos fanáticos habían quedado fascinados con su magnífica historia, luego de la carrera su popularidad traspasó las barreras del deporte. El enorme éxito de la película Seabiscuit, que había sido estrenada el año anterior, había atraído a muchos nuevos fanáticos al deporte; y allí, en aquel potrillo de Pennsylvania, muchos veían a la reencarnación del legendario pura sangre californiano de la década del '30.

Y ni que hablar que en Philadelphia, la ciudad que lo había visto nacer, Smarty Jones se convirtió en un héroe de la noche a la mañana, una especie de Rocky equino vuelto realidad. El caballo aparecía a diario en la portada de los periódicos más importantes de la ciudad, y no había nadie que no supiera quien era. Incluso, cuando el sábado siguiente al Derby el potrillo, que había vuelto a Philadelphia Park, salió a galopar en la mañana, cerca de 5.000 personas se agolparon contra las barandas de la pista, llenando el hipódromo como en ningún día de carrera lo hacían.

Lo que en el momento fue conocido a nivel nacional como la "Smarty Mania" había comenzado, y con una fuerza tan arrolladora que pronto Smarty Jones se convirtió en el pura sangre más famoso desde los tiempos de Secretariat. Salió en la tapa de Sports Illustrated, bajo el título de “¿Por qué todo el mundo ama a Smarty Jones?” y catapultó a sus sencillos allegados a una fama de nivel mundial. De hecho, fue tanto el furor en torno al pequeño alazán, que cuando sus propietarios fueron entregados el cheque por 5 millones de dólares por parte de Charles Cella, el dueño de Oaklawn Park, (por haber ganado el Rebel, el Arkansas Derby, y luego el Kentucky Derby) la noticia pasó casi desapercibida. Lo único que todo el mundo quería saber era como estaba el potrillo, y cómo llegaría al Preakness, su siguiente escalón si quería hacerse con la Triple Corona.

Para el día del Preakness Stakes, la segunda gema de la Triple Corona, corrida sobre 1900 metros en Pimlico, ya eran pocos los que se animaban a salirse al cruce al hijo de Elusive Quality. Los 100 metros menos de la carrera no hacían más que beneficiar al veloz alazán, y de sus 17 rivales del Derby, solo 4 volvían a por la revancha: sus dos escoltas dos semanas atrás, Lion Heart e Imperialism, más Borrego y Song Of The Sword, que habían llegado décimo y undécimo respectivamente.

"¿Por qué todo el mundo ama a Smarty Jones?"
Pero si había un caballo en ese Preakness que generaba incógnita, ése era Rock Hard Ten, el gigantesco y hermoso oscuro proveniente de California. Un talentoso hijo de Kris S., el caballo había debutado tardíamente, en una carrera para perdedores corrida en febrero sobre Santa Anita. Sin embargo, tras dos fáciles victorias en esa pista, su entrenador, el exitoso Richard Mandella, decidió anotarlo en el Santa Anita Derby (Gr. 1), ante los mejores potrillos de la costa oeste. Allí, el caballo pagaría cara su inexperiencia, y aunque probablemente había sido el mejor de la carrera, sería distanciado al tercer puesto por interferencias en la recta, luego de haber llegado segundo, a apenas una cabeza del ganador Castledale. El distanciamiento le había impedido obtener el monto de dinero suficiente para ingresar al Derby, y allí estaba ahora en el Preakness, considerado por muchos como el segundo mayor enemigo de Smarty Jones, detrás de Lion Heart.

Un récord de 112.668 personas colmaron el hipódromo de Pimlico aquella hermosa tarde del 15 de mayo de 2004, expectantes por ver una nueva actuación del nuevo ídolo americano. Y cuando el invicto de Pennsylvania entró a las gateras, su musculoso cuerpo alazán reluciendo bajo el sol de Maryland, el público lo había convertido en uno de los mayores favoritos en la historia de la carrera, cotizando a 1-5.

Tras algún que otro susto provocado por el nerviosismo de Rock Hard Ten para entrar en las gateras -lo que provocó que su jinete Gary Stevens, que había viajado desde Europa solo para correr esa carrera, tuviera que bajarse del enorme animal-, la carrera largó unos minutos tarde, pero sin problemas. Y, al menos en sus tramos iniciales, aquel Preakness fue muy similar al Derby.

Largando en el Preakness
Smarty Jones, saliendo desde el cajón número 7, fue el más rápido en largar, pero Elliott logró contenerlo, cediéndole la punta a Lion Heart, que había largado desde la gatera número 1 y que era impulsado por Mike Smith a por el primer lugar. Una vez que logró ubicarlo allí, Smith decidió alejarlo de la baranda interior, buscando que Smarty Jones -que se ubicaba por fuera de Lion Heart a solo un de cuerpo- tuviera que recorrer más metros que los demás caballos. Así cruzaron el disco por primera vez, entrando en el primer apretado codo de Pimlico con Lion Heart a 4 cuerpos de la baranda interior, y Smarty Jones persiguiéndolo por afuera. El resto del lote, con el tordillo Imperialism a la cabeza, venía por detrás del pupilo de Servis, acechándolo desde cerca.

Entrando en la recta opuesta, el veloz Lion Heart se despegó de Smarty Jones, sacándole un par de cuerpos, tras pasar los primeros 800 metros en :47.52. Los demás potrillos seguían por detrás de Smarty Jones, y aunque Imperialism y Swong Of The Sword eran los que venían más cerca, no era dificil darse cuenta que el que mejor se movía era Rock Hard Ten; entrando en el último codo, el gigantesco oscuro se encontraba sexto por afuera, a más de 6 cuerpos de Lion Heart, pero sus brazadas se hacían más largas a cada segundo.

A poco de entrar al codo, Lion Heart, aún muy alejado de la baranda interior, pasó los primeros 1200 metros en 1:11.53. Sin embargo, era visible que no estaba tan cómodo como en el día del Derby, y su ritmo empezó a mermar. Fue entonces cuando Stewart Elliott decidió que era el momento de atacar, y, agazapado sobre las cruces de Smarty Jones, le indicó que era el momento de acelerar. Al igual que en el día del Derby, el alazán no necesitó de muchas exigencias; y apenas Elliott le aflojó las riendas, el petiso despegó como si recién hubiesen largado, alejándose del resto del lote y acercándose a Lion Heart por adentro con extrema facilidad.
Smarty Jones deja a Lion Heart parado. Detrás, arremete Rock Hard Ten

Cuando Gary Stevens, a lomos de Rock Hard Ten, vio que Smarty Jones se lanzaba a por la punta, el legendario jinete -que ya había ganado dos veces el Preakness- también empezó a exigir a su conducido. Y Rock Hard Ten, que ya venía moviéndose muy cómodo, aceleró instantáneamente, empezando a recortar distancias con Lion Heart y Smarty Jones.

Smith vio la que se venía cuando Smarty Jones empezó a respirarle en la bota izquierda, y, aunque aún no habían entrado en la recta, empezó a impulsar a Lion Heart con sus brazos, obligándolo a acelerar para intentar mantener el liderazgo. Sin embargo, Smarty Jones parecía seguir ganando velocidad a cada segundo, y por más que Elliott siguiera tranquilo sobre su lomo, el alazán dejó a Lion Heart atrás como una bala rojiza.

Smarty Jones entró en la recta ya con 2 cuerpos de ventaja sobre Lion Heart, que a pesar de los impuslos de Mike Smith estaba liquidado. Sin embargo, la amenaza parecía provenir de Rock Hard Ten, que, desplegando sus enormes brazadas, seguía acelerando y acercándose a los punteros. Terminada la carrera, Gary Stevens revelaría que, entrando en la recta final, pensó que la carrera podía ser suya. Rock Hard Ten aún no había pasado a Lion Heart, y aún se encontraba a 3 cuerpos de Smarty Jones; pero el oscuro ganaba impuslo a cada segundo, y Stevens sabía que aún le quedaban restos de sobra para los últimos metros.

Sin embargo, las ilusiones de Stevens no trardrían en hacerse añicos. Porque, a pesar de que Smarty Jones ya había acelerado de forma impresionante en el codo, una vez que entró en la recta y Elliott lo impulsó con sus brazos, el pequeño alazán despegó nuevamente. Y lo que Stevens pensó que podía llegar a ser una reñida batalla entre Rock Hard Ten y el alazán, no demoró en convertirse en una verdadera ejecución; probablemente una de las mayores muestras de superioridad que yo he presenciado en mi vida. Con Elliott casi inmóvil, el invicto Smarty Jones empezó sacar cuerpos y más cuerpos, como si el resto del lote, que eran los mejores potrillos de 3 años del mundo, estuvieran corriendo en cámara lenta. Cincuenta metros después de entrar en la recta, el alazán ya llevaba cuatro largos de ventaja sobre Rock Hard Ten, que no tardaron en convertirse en cinco, y luego en seis. "¡La recta de Pimlico le pertenece a Smarty Jones!" exclamaba atónito el relator del hipódromo, Dave Rodman, al ver cómo el hijo de Elusive Quality, con Elliott aún agazapado detrás de su pescuezo, seguía estirando diferencias con cada zancada. "¡Es la imagen de la perfección!".

El público deliraba, las tribunas temblaban, y los brazos triunfantes de los fanáticos se alzaban al azul cielo primaveral, mientras el increíble Smarty Jones recorría la recta de Pimlico en solitario, en uno de los Preakness más memorables de todos los tiempos. Cuando cruzó el disco, sin nunca ser exigido del todo por Elliott, no sólo le había sacado 11½ a Rock Hard Ten -el márgen de victoria más amplio en los 129 años de historia de la carrera-, sino que había hecho creyentes de los pocos detractores que le quedaban entre los turfmans. Detrás de Rock Hard Ten, Eddington había sobrepasado a un agotado Lion Heart en los metros finales, para hacerse con el tercer puesto. Pero todo eso era mera estadística, pues, con aquella increíble corrida en la recta, Smarty Jones no sólo había dejado en claro que sus chances de obtener la Triple Corona seguían intactas, sino que parecía el más indicado para lograrlo desde Spectacular Bid.

Y si la ilusión y el furor en torno a Smarty Jones ya eran grandes luego del Derby, una vez que el alazán hubo ganado el Preakness, su popularidad ascendió a niveles increíbles. Obtuvo un Beyer Speed Figure de 118 por su magistral actuación, que terminaría siendo el más alto para su generación esa temporada, y que todavía se mantiene como el segundo mejor para una carrera de la Triple Corona desde que se lleva registro. Y Gary Stevens, que aún hoy en día considera a Rock Hard Ten como el mejor caballo que montó, a la misma altura que Point Given e incluso mejor que Silver Charm, expresaría al terminar la carrera que "Smarty Jones es algo muy, muy especial. De veras me hizo acordar a Secretariat hoy, por la forma en que se alejó en la recta."

Pero Stevens no era el único en expresar su admiración. De hecho, en aquellas tres semanas entre el Preakness y el Belmont, la prensa y los expertos hípicos no parecían encontrar palabras suficientes para alabar al pequeño alazán de Pennsylvania:
Smarty Jones gana un Preakness memorable. Atrás, el público delira

“Él es aquel que estábamos esperando” dijo Mike Watchmaker.

Y el ex-jinete Chick Lang, que había visto más de sesenta Preakness, llamó al de Smarty Jones “una de las mejores actuaciones que he presenciado en mi vida”.

“Es uno de los mejores pura sangres de la historia” dijo el legendario entrenador Bobby Frankel.

“Ya nadie podrá dudar de que fuerzas sobrenaturales guían su camino” expresó, por su parte, el famoso escritor Steve Haskin.

“Probablemente sea el caballo del siglo” fueron las palabras de Bob Neumeier, uno de los expertos hípicos de NBC.

Y mientras en Philadelphia Park 11 mil personas se congregaban sólo para verlo entrenar; mientras cientos de cámaras y hasta helicópteros de la prensa lo seguían a todos lados, y los mejores establecimientos de cría del mundo ofrecían cerca de 50 millones de dólares por sus derechos de reproducción, el alazán de los ojos avispados se preparaba para su cita final con el destino, en las temibles dos millas y media del Belmont Stakes, y la posibilidad de convertirse en el primer triple coronado en un cuarto de siglo.


***


¿Qué decir de aquel Belmont Stakes? ¿Qué fue una de las mayores desdichas en la historia de la hípica norteamericana? ¿Qué no hubo, ni volverá a haber, un momento tan devastador para los fanáticos del turf en mucho, mucho tiempo? No sería suficiente.

Las tribunas de Belmont Park estaban absolutamente repletas esa soleada tarde de junio. Una asistencia de 120.139 personas –récord absoluto para cualquier evento deportivo en la historia de la ciudad Nueva York– se había congregado allí para ver a Smarty Jones intentar entrar en la historia del deporte. Las comparaciones con las leyendas abundaban. Algunos lo equiparaban con Seattle Slew, por su récord invicto y la inexperiencia de su jockey y su entrenador al momento de correr la Triple Corona. Otros, con el sensacional Affirmed, por la guapeza que desplegaba en cada salida a pista. Incluso, algunos veían en aquel pequeño alazán a la reencarnación del mítico Secretariat, aquel que había obtenido la Triple Corona en 1973 después de 25 años, ganando el Belmont Stakes por la disparatada diferencia de 31 cuerpos y estableciendo un record mundial de 2:24 para los 2400 metros.

El público colma Philadelphia Park para ver al invicto galopar
Tal era la confianza que se tenía en el potro, que incluso Tom Durkin, famoso relator de las carreras de la Triple Corona para la NBC por décadas, revelaría en una entrevista años más tarde que ese día hizo una marca en la baranda interior de la recta de Belmont Park, a exactamente 31 cuerpos del disco, para saber así si Smarty Jones rompía el récord de Secretariat.

Sin embargo el Belmont estaba muy lejos de ser tarea fácil para pequeño alazán. Además de sus 2400 metros, distancia que hasta ese momento del año ningún potrillo de su generación había corrido, y para la que el pedigree del hijo de Elusive Quality no parecía ser el más apto, había otras complicaciones mayores.

Siempre se dice en los Estados Unidos que la Triple Corona del turf es la conquista más difícil de todos los deportes. Un cetro tan esquivo que en más de un siglo de historia sólo 11 caballos habían logrado conseguirlo. Una tarea casi imposible, no solo por el nivel de la competencia, sino también por el tiempo de separación que hay entre cada arrera: son solo 2 semanas entre el Derby y el Preakness, y apenas 3 más antes del Belmont. Para animales que están acostumbrados a correr apenas una vez por mes -como mucho-, y que ya vienen de un trajín de carreras importante, la faena resulta prácticamente insoportable.

Si el mismo Servis había dicho, previo al Preakness que su pupilo estaba “vulnerable” por el poco tiempo de preparación que había tenido desde el Derby, no era difícil imaginarse lo que pensaría el joven entrenador los días previos al Belmont. Smarty Jones no solo correría por primera vez en una distancia que no parecía su favorita, sino que también lo haría viniendo tras dos extenuantes victorias. Enfrentaría a muchos caballos mejor descansados que él, entre ellos algunos participantes del Derby que habían dejado pasar el Preakness solo para prepararse para esa carrera, como Birdstone, que parecía no tener chances, pero que cuyo pedigree era afín a las distancias largas. Además, desde el Preakness volvían a por la revancha Rock Hard Ten, que estaba en pleno ascenso, y Eddington, que sería montado por el legendario Jerry Bailey. 

También había otras complicaciones mayores. La pista de Belmont Park, a diferencia de casi todas las otras pistas de Norteamérica, tenía un recorrido larguísimo, con un codo estirado y una recta que se hacía eterna para los jinetes que no corrían allí a menudo –como por ejemplo, Stewart Elliot–. Dejarse engañar por el largo codo y exigir al caballo demasiado temprano era un error común en aquellos que no conocían la cancha al dedillo, y uno que podía costarle a Smarty Jones la tan ansiada Triple Corona.

Sin embargo, a pesar de todos estos factores, el sentimiento de confianza en el pupilo de Servis era tan generalizado como su popularidad. Si había un potrillo que iba a lograrlo, tenía que ser Smarty Jones. Su historia era demasiado increíble, y su superioridad sobre los de su generación demasiado marcada, como para que los dioses del turf le negaran aquella victoria tan ansiada por todos. ¿Si un caballo como Smarty Jones no lograba la Triple Corona, podría hacerlo algún otro? Parecía improbable.

Le tocó largar desde la posición número 9, la más lejana a la baranda interior, y no había nadie en el hipódromo que no estuviera conteniendo la respiración cuando entró caminando tranquilamente en las gateras. “Allí entra Smarty Jones. ¿Tomará su lugar en la historia del turf? Pronto lo averiguaremos” fueron las palabras del relator Tom Durkin, que estaba igual o más nervioso que la multitud de fanáticos que desde hacía horas colmaban el hipódromo.

Después se abrieron las gateras, y el ruido de las tribunas fue ensordecedor.

Mucho se ha hablado de ese día. Algunos dijeron que Alex Solís y Jerry Bailey –a bordo de Rock Hard Ten y Eddington, respectivamente– no soportaban el hecho de que un novato desconocido como Elliott obtuviera la Triple Corona, y que decidieron sacrificar a sus caballos, haciéndolos correr en la delantera para presionar a Smarty Jones a volar en los primeros tramos de la competencia. Otros echaron las culpas sobre Elliott, alegando que se dejó engañar por el largo codo de Belmont, y que exigió el resto a su potrillo demasiado temprano, dejándolo sin nada para los metros finales. Muchos hicieron también hincapié en el hecho de que el pedigree de millero de Smarty Jones, ese que tanta aceleración y brillantez le habían dado en las dos primeras gemas de la Triple Corona, terminó por jugarle en su propia contra en los largos 2400 metros del Belmont.
Sin embargo, ninguna de estas teorías puede ser confirmada, al menos totalmente, y yo solo puedo hablar de los hechos.

Luego de largar bien y de ser contenido en los tramos iniciales por Elliott, Smarty Jones, lleno de energías, obligaría a Elliott a tomar la punta en la recta opuesta. Eso de por sí ya era un mal agüero, ya que eran muy pocos los caballos que lograban vencer en el Belmont de punta a punta.

Pero las cosas se pondrían peor cuando, siempre presionado, primero por unos, luego por otros, pero principalmente por los ya mencionados Rock Hard Ten y Eddington, el pequeño alazán corriera el tercer cuarto de milla de la competencia en :22.91, y el siguiente en :23.68. Entrando en el segundo y último codo, tanto Solís como Bailey tenían que impulsar a Rock Hard Ten y Eddington para que mantuvieran el ritmo de Smarty Jones, que, con Elliott aún agazapado, cruzó los primeros 1600 metros en increíbles 1:35.44, el segundo mejor registro en la historia de la carrera, sólo por detrás del de Secretariat. 

“Estaba procupado” diría Servis tiempo más tarde: “el potrillo iba muy rápido”.

A mitad del codo, poco antes de entrar en la recta final, Smarty Jones seguía corriendo con ganas, mientras al mismo tiempo tanto Eddington como Rock Hard Ten, pingos talentosos que luego tendrían grandes campañas, tiraban la toalla, acalambrados por unos parciales iniciales que hubiesen liquidado a cualquier caballo normal. Pero Smarty Jones no era normal, y ante el pedido de Elliott, que tal vez en ese momento debería haber elegido apaciguarlo un poco para guardar energías -cosa que no hizo-, el pequeño alazán del corazón gigante siguió corriendo, su pescuezo estirado hacia adelante, sus orejas chatas hacía atrás.

Cuando, ante el rugido más ensordecedor que Belmont Park hubiera visto en décadas, el invicto Smarty Jones entró en la recta, había recorrido los primeros 2000 metros de la carrera en extraordinarios 2:00.52, lo que hubiese bastado para ganar todos los Kentucky Derbys de la historia menos cuatro. Le había sacado 5 cuerpos a un agotado Rock Hard Ten, al que le faltaba poco para estar trotando, y, al menos por un momento, aquellos que habían visto a Secretariat en esa inolvidable tarde de 1973, pensaron que se encontraban ante una actuación similar.

Smarty Jones es superado por primera vez en su vida
Pero aunque muchos se dejaron llevar por la emoción, no había que ser un experto para darse cuenta de que "Smarty" empezaba a quedarse sin restos. Los gritos de júbilo de los aficionados al verlo entrar en la recta en solitario, ahora se convertían en alaridos de desesperación, a medida que veían como las brazadas del caballo de los sueños empezaban a hacerse cada vez más pequeñas. Y, con estupor, vieron como un fresco Birdstone, aquel que había llegado octavo, lejos, en el Derby, emergía fresco desde el fondo del lote, su cuerpo cubierto de arena. ¡Han pasado 26 años! ¡Y está a sólo doscientos metros!” eran las palabras emocionadas de Durkin. “¡¿Podrá Smarty Jones aguantar?! ¡Birdstone se viene!”.

La gente vociferaba con todas sus fuerzas, como si con eso bastara para que Smarty Jones aguantara tan solo un poquito más, y, en la pista, Stewart Elliot se movía iracundamente arriba del alazán, que dejaba sus últimos restos en las arenas de Belmont Park.

Faltando 200 metros, algunos pensaron que podría llegar a darle.

Sin embargo, llegó un momento, con apenas 100 metros para el disco, en que el pequeño potrillo con el corazón del tamaño del sol no pudo más. En una última muestra de su guapeza, y ya con Birdstone a la par, el hijo de Elusive Quality cambió de mano por segunda vez en la recta, buscando un nuevo golpe de aceleración. Pero ya no tenía nada; el pequeño alazán lo había dejado todo en la pista, y, esta vez, no iba a ser suficiente. Faltando apenas 50 metros para el disco, Birdstone aceleró y pasó de largo, dejando al hipódromo entero, que segundos antes era una caldera, en un silencio sepulcral. Algunos dicen que, para cuando el hijo de Grindstone llegó al disco, rompiendo con apenas 1 cuerpo de ventaja el invicto del gran Smarty Jones y haciendo añicos las esperanzas de un país entero, en Belmont Park solo se escuchaba el sonido de los cascos contra el piso, y la respiración de los dos guerreros que habían dejado todo sobre la pista...


***


“No había nada en él que no fuera grandioso” dijo Steve Haskin.

Y Andy Beyer, por lo general propenso a desmerecer a los caballos más populares, no pudo evitar expresar, desolado, que “Smarty Jones realmente merecía la Triple Corona”.

“Lo siento, lo siento, de veras siento mucho que Smarty Jones no haya podido ganar el Belmont. Hubiese sido feliz llegando segunda de el” se disculpó enseguida después del Belmont Maryolu Whitney, la dueña de Birdstone, en un hecho sin precedentes.

“Smarty Jones era tan bueno como cualquier caballo que haya visto en mi vida” opinó el jinete Gary Stevens.

“Podría haber sido el mejor de la historia. Nunca llegamos a ver lo mejor de él” dijo su entrenador, John Servis.

Jason Shandler, por su parte, escribió que: “Smarty Jones era tan superior a los de su generación que resultaba escalofriante”.


Smarty Jones nunca más volvió a correr. Una lesión provocada por los esfuerzos realizados durante la Triple Corona lo alejó para siempre de las pistas, y fue retirado pocos meses después de aquella fatídica tarde de Belmont Park, con un récord casi intacto de 8 victorias sobre 9 presentaciones.

Al día de su retiro, era apenas el cuarto ganador invicto del Kentucky Derby, y el tercero en ganar también invicto el Preakness. Se retiró como el quinto caballo más millonario en la historia del turf norteamericano, con más de 7,6 millones de dólares en premios, y el promedio de los márgenes de victoria de sus ocho victorias era de exactamente 6 cuerpos. Obtuvo los mejores Beyer Speed Figures de su generación a los 2 y a los 3 años, y aún mantiene el récord de asistencia de espectadores para el hipódromo de Belmont Park. Un récord que seguirá intacto por mucho tiempo.

Poco tiempo después de su retiro, se anunció que los Chapman habían vendido el 50% de sus derechos de reproducción al prestigioso Three Chimneys Farm de Kentucky (el mismo que había sido hogar del legendario Seattle Slew) por 20 millones de dólares, y el valor de su servicio fue fijado en U$S 100.000. El potrillo que había cautivado al mundo dejaba las pistas para siempre, pero no dejaba solo recuerdos; según se publicó en la época, sus increíbles victorias en la Triple Corona habían atraído más de 13 millones de nuevos fanáticos para el deporte del turf.

Finalmente, una triste tarde agosto, miles de admiradores se juntaron en el hipódromo de Philadelphia Park, allí donde todo había comenzado menos de un año antes, para verlo galopar una última vez antes de iniciar su carrera como padrillo. Hubo aplausos, gritos, y más de una lágrima por lo que podría haber sido.

Poco más de un año después, a finales de 2005, su dueño, Roy Chapman, falleció, fruto de la enfermedad que lo había aquejado durante tanto tiempo.

Había visto al caballo con el que había soñado toda su vida.


***


Quizás no haya sido el mejor de todos: ni siquiera fue nombrado "Caballo del Año", y rara se lo menciona cuando se habla de los mejores caballos de la década. A pesar de que su progenie ha ganado más de U$S 25.000.000 en premios, y de que cuente con ganadores de grupo 1 en tres países distintos, no se lo considera uno de los padrillos de élite en Norteamérica, y los dueños de las mejores madres le han dado la espalda, lo que ha generado que, en los diez años que han pasado desde su retiro, el valor de su servicio haya bajado de 100.000 dólares a apenas 7.500. 

Pero lo cierto es que, al menos desde las épocas de Secretariat, ningún caballo había generado el mismo fanatismo que generó Smarty Jones en aquella mágica primavera de 2004. Y, al menos por un buen tiempo, parece que ninguno lo hará. 

Que pudo haber sido uno de los mejores de todos los tiempos, no me cabe ninguna duda; tal vez fue un error de su jinete lo que le impidió entrar en los libros de historia; o puede ser que simplemente le faltara el pedigree para llegar a la distancia; o la suerte.

Nunca el corazón. 

Lo único que sé por cierto es que, aún diez años después de su retiro, aquel alazán de ojos avispados me sigue poniendo la piel de gallina cada vez que miro alguna de sus carreras. Y aunque sus hazañas y su talento se hayan vuelto cada vez más menospreciadas por el público, y de que con el tiempo su magnífica historia vaya cayendo inexorablemente en el olvido de la mayoría, su lugar en mi corazón seguirá siendo siempre el mismo. 

Yo te recuerdo, Smarty Jones.



9 comentarios:

  1. Excelente artículo, emocionante y profundo. Quizás por haber sido escrito hace algún tiempo, en los últimos párrafos contiene info no actualizada.Smarty Jones produjo a la fecha 3 ganadores de Grupo 1 y en 3 países distintos y es padre de ganadores de G 2 y G 3 en todo el mundo y sus hijos ganaron mas de casi U$ 25.000.000 en premios. Quizás merezca ser actualizado.

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    1. Muchas gracias! En efecto, el artículo original fue escrito hace 3 años, y algunas cosas han cambiado desde entonces. Gracias, por el dato, ya lo actualicé.
      Saludos

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  2. I apologize for writing in English, but I am not fluent in Spanish and not sure how well the translation would look. I just wanted to comment because I did translate your article and I must say it is wonderful. As a fellow Smarty Jones fan, I very much enjoyed reading this and appreciate the work you've put into it. I also hope that Smarty will have a great impact in Uruguay through his progeny. I did want to say though, that as a US racing fan it is my opinion that many people feel Smarty Jones was among the most talented thoroughbreds in more than the last 10 years. He was not Horse of the Year because one of the most talented older horses in history arguably, Ghostzapper, put together a wonderful resume that year. But in terms of talent, Smarty Jones is among the best and would have been a very worthy Triple Crown winner. I have also seen his 2yo stakes win calculated by a speed figure maker as one of the 10 fastest 2yo races in I believe over the last 70 years. The shame is that he was injured/retired and not able to build upon what would surely have been an even more impressive career.

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    1. Thanks!
      I
      agree with your opinion. Smarty was probably one of the most talented horses of this century. He just had the bad luck of coming in a time of really good racehorses, such as Ghostzapper, Curlin, Invasor, Zenyatta, or Rachel Alexandra, so his achievements may be somewhat underrated. The fact that so many other 3 year olds during the 00's also won the Derby and Preakness didn´t help him either.
      If only he wouldn´t have been injured so early...

      Have a nice day

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    2. Thank you for your kind words. I will always believe that Smarty was more of a miler/sprinter by nature and was able to go further on class alone. A freak. Would have loved to have seen him use that tremendous speed more at shorter distances. Think he could have been Ghostzapper like as an older horse. He has some fast offspring, but many of them can not stay sound. My hope is that the mares in Uruguay can add some sturdiness so the foals can stay sound and reach their full potential. I will be bookmarking your wonderful blog and look forward to hearing about those Uruguay offspring starting next year! I am glad to have found your site.

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  3. Increíble artículo , muy profundo en información como en sentimientos. Felicitaciones !!! A todos los fanáticos del gran SMARTY JONES nos consuela saber que a la brevedad estaremos disfrutando de ver correr a sus hijos en Uruguay. Descarto que más de uno nos volverá a emocionar como lo hiciera SMARTY JONES en aquella primavera.

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  4. Mis sinceras felicitaciones. Articulo muy bien escrito con ese "componente" que emociona y que solo los que viven con pasión pueden transmitir.
    Trastevere (Perú)

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  5. Que historia tan mágica! gracias por contarla con tantos detalles. Es una maravilla un blog que habla sobre carreras norteamericanas, en español, y tan completo. Muchas gracias!!!

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