Le dicen "el deporte de reyes", y si tenemos en cuenta que el panorama hípico internacional es dominado por jeques, príncipes y multimillonarios, el término tiene sentido.
En una industria en la que el precio de un potro sin domar puede llegar a superar el millón de dólares sin generar ninguna sorpresa; donde los propietarios de un caballo prometedor que apenas ha ganado una o dos carrera reciben ofertas de siete u ocho cifras; y en donde el servicio de un padrillo de élite ronda entre los 80.000 y los 150.000 dólares, el mejor potrillo del país no debería pertenecer a dos matrimonios de clase media, que con una inversión de "apenas" 10.500 dólares y casi sin quererlo crearon una máquina de correr casi perfecta.
Pero si hay algo que hace que el turf sea el deporte más emocionante y fantástico del planeta, es que todo puede suceder, y que hasta el más humilde y desconocido puede soñar con ganar la carrera más grande del mundo.
La tarde del sábado nos ha dejado un nuevo ganador en Kentucky, y, esta vez no es el hijo de un padrillo famoso, ni tampoco se vendió en millones en una subasta.
Sin embargo, eso no quita que el gran California Chrome no sea un verdadero crack, y que vaya a pasar a la historia como uno de los vencedores más improbables y populares en la histórica del mítico Kentucky Derby.
Pero si hay algo que hace que el turf sea el deporte más emocionante y fantástico del planeta, es que todo puede suceder, y que hasta el más humilde y desconocido puede soñar con ganar la carrera más grande del mundo.
La tarde del sábado nos ha dejado un nuevo ganador en Kentucky, y, esta vez no es el hijo de un padrillo famoso, ni tampoco se vendió en millones en una subasta.
Sin embargo, eso no quita que el gran California Chrome no sea un verdadero crack, y que vaya a pasar a la historia como uno de los vencedores más improbables y populares en la histórica del mítico Kentucky Derby.
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Steve Coburn no es un jeque, ni un príncipe, y está lejos de ser un multimillonario. Tan solo es un veterano de la armada que hace 20 años reside con su esposa en la localidad de Topaz Lake, en la frontera entre Nevada y California, y que se levanta todos los días a las 4:30 para ir a trabajar a una pequeña empresa de 13 empleados, donde se encarga de operar una maquina que produce cintas magnéticas para tarjetas de crédito, licencias de conducir y llaves de hotel. Y aunque no aprendió a leer una tabulada hasta bien entrado en sus cuarentas, al locuaz Coburn le gusta llevar un sombrero de cowboy que compró hace diez años y que según él "le trae suerte".
En 2008, mientras un zaino llamado Big Brown revolucionaba al turf mundial con sus electrizantes corridas, Coburn, cansado de entregarle tanto dinero al gobierno, se decidió a buscar una forma sencilla y lo más divertida posible de deducir impuestos. Su primer idea fue comprar una avioneta, pero su mujer Carolyn le bajó el pulgar cuando se enteró que el "hobby" les iba a costar unos 250.000 dólares. Fue entonces cuando decidieron comprar un caballo de carreras.
Fue entonces cuando, alrededor de tres meses luego de su debut, la mayoría de los miembros del sindicato decidieron deshacerse de Love The Chase. Se dice que alguno de los miembros propuso regalarla, o en venderla por apenas 1000 dólares. Pero Coburn, el novato, aquel que jamás había tenido un purasangre en su vida, afirma que vio algo en la yegua, y que eso fue lo que lo convenció de quedársela. De los otros catorce miembros del sindicato, solo uno estuvo lo suficientemente loco como para seguirlo en esa aventura. Su nombre era Perry Martin, era el dueño de una fabrica de metales en Yuba, California, y aunque tenía un poco más de experiencia en la industria hípica que Coburn, hasta ese momento ambos habían compartido la misma suerte.
Martin y Coburn no se habían conocido hasta el momento en que ambos se enteraron de que eran los únicos interesados en quedarse con Love The Chase, y de hecho, la primera vez que se vieron las caras fue el día que fueron a inspeccionar la yegua a los establos del hipódromo de Golden Gate, en pos de cerrar la compra.
Luego se sabría que, mientras se encontraban allí, observando a la hija de Not For Love en su box, un peón que pasaba caminando los vio, y les preguntó si tenían pensado comprarla. Cuando ambos novatos respondieron que lo estaban pensando, el hombre, intentando ayudar, les advirtió que "que solo un idiota compraría esa yegua". Tiempo después, cuando Martin y Coburn hubieron adquirido a Love The Chase por U$S 8.000, decidieron llamar a su sociedad "Dumb-Ass Partners" (algo así como "Idiotas Unidos"), en alusión al comentario del peón.
Luego de que la yegua siguiera dando lástima en las pistas, Martin y Coburn finalmente se convencieron de que era el momento de retirarla. Fue entonces que, luego de analizar muchos padrillos de la costa oeste, los socios se decidieron por servirla con Redattore, un millero de origen brasilero que supo ganar un par de clásicos de grupo 1 en Norteamérica, y que cuyo servicio de 2500 dólares les resultaba accesible. Alquilaron un trailer, y trasladaron a la alazana al Harris Farm, en California, un establecimiento famoso por haber sido la cuna del gran Tiznow, y el lugar en donde se encontraba radicado Redattore.
Sin embargo, la yegua no quedó preñada con la primera monta del padrillo, y cuando Martin y Coburn se enteraron de que no podrían volver a servirla con el mismo caballo, pues éste había sido comprado y llevado de vuelta a Brasil, tuvieron que buscar una alternativa.
Lo más conveniente que encontraron fue servirla con Lucky Pulpit, un padrillo joven cuyo servicio costaba lo mismo que el de Redattore, y que además también residía en Harris Farm, algo que con certeza influyó. El pequeño alazán no había sido ningún fenómeno en las pistas, y de hecho, de las tres carreras que ganó (corrió en 22 oportunidades), ninguna fue un clásico de grupo ni sobre una distancia más larga que 1100 metros. Pero aunque además tampoco tenía hijos en edad de correr en ese momento, su padre era el buen padrillo Pulpit, un hijo del ya legendario A.P. Indy, y su abuelo materno, Cozzeene, había sido campeón tanto en las pistas como en la cría. Aquello era más que suficiente para los Idiotas Unidos.
Tres semanas antes de que el potro naciera, Steve Coburn despertó una mañana luego de un sueño muy inusual. Había soñado con un potrillo grandote, con una ancha mancha alargada en la frente y los cuatro cabos blancos.
Dice su mujer que, ni bien vieron al hijo de Love The Chase y Lucky Pulpit por primera vez, el día siguiente a su nacimiento en Harris Farm, ambos quedaron convencidos de que ese alazán iba a ser algo especial. La cría no solo era grande e impresionante de por sí (tan grande que al nacer arrastró una de sus patas por la pared del útero, dejando a Love The Chase al borde de la muerte), sino que los convenció fue que era exactamente igual al potrillo del sueño de Coburn.
Lo que los Coburn habían presagiado cuando el potro recién había nacido no tardó en corroborarse, pues pronto no había persona en Harris Farm que no concordara con que el hijo de Love The Chase era especial. No sólo era tranquilo alrededor de la gente (fruto del cuidado humano que recibió cuando su madre se enfermó al darlo a luz), sino que era un líder entre los demás potros en la pastura, y jamás, jamás tuvo ningún problema físico.
Los Coburns y los Martins se juntaron un día para decidir nombrarlo, y cada uno de los cuatro escribió un nombre sobre la servilleta en un restaurante. Luego, le pidieron a la moza que eligiera uno de los papeles sin mirarlo, y el nombre que salió no fue otro que California Chrome (los otros nombres eran Sea Bisquick, Lucky At Love, y Big Chapter). Y así, tan sencillamente, surgió un nombre que quedará por siempre grabado en los anales del deporte.
Como todos sabemos, California Chrome sería puesto al cuidado del veterano entrenador californiano Art Sherman, que en su juventud supo montar al legendario Swaps y viajar con él rumbo a aquel histórico Kentucky Derby de 1955.
Sherman, que lleva más de tres décadas entrenando en el circuito californiano, supo tener muchos buenos caballos a lo largo del tiempo, y sus pupilos han ganado casi de 2.200 carreras desde que empezara a entrenar, allá por 1979. Sin embargo, ninguno de los cientos de purasangres que han pasado bajo su atenta mirada puede ser comparado con este alazán musculoso y llamativo, que el sábado pasado, con una brillante conducción del mejicano Víctor Espinoza, se llevó la carrera más importante y famosa del mundo, convirtiéndolo en el entrenador más veterano en ganar la carrera en toda la historia.
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Definitivamente, algo sabía Steve Coburn el día que lo vio al hijo de la pequeña Love The Chase por vez primera. Sospechó que iba a ser bueno, cuando vio su pelaje alazán, sus cabos blancos y su hermosa mancha cruzándole la frente.
¿Pero cómo podía imaginar que aquel alazán, criado casi por casualidad por dos novatos e hijo de una yegua que apenas podía correr, iba a convertirse en uno de los caballos más rápidos y famosos de su era? ¿Cómo podía saber que, luego de que el potrillo ganara el Santa Anita Derby por más de 5 cuerpos, él y su socio iban a desechar, sin siquiera dudarlo, una oferta de 6 millones de dólares por el 51% de un caballo que les había costado menos de 3.000 dólares criar? ¿Como podría creer que, un día, aquel alazán musculoso y llamativo que había visto en sus sueños iba a convertirse en el primer caballo californiano en ganar el Kentucky Derby luego de 52 años?
"Los sueños no tienen precio" había dicho Coburn el día del Santa Anita Derby, cuando rechazó los 6 millones de dólares. Y vaya si estaba en lo cierto...
Maravillosa historia!!! :-) soy fan total de este caballo, y ahora que conozco completamente su historia, con más razón!!! ahora a por el Preakness!!!
ResponderEliminarSaludos!
Acabo de empezar un blog, e hice una entrada sobre California Chrome, y por supuesto, nombro tu blog, porque esta entrada me parece genial!. Un saludo!
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