viernes, 30 de mayo de 2014

Recordando... Sunday Silence y Easy Goer

Sunday Silence, Easy Goer. 

Han pasado veinticinco años, y aún resulta imposible nombrar a uno sin referirse al otro. Veinticinco años, y el solo recuerdo de sus dos cuerpos recorriendo la recta flanco a flanco sigue erizando la piel de los fanáticos hípicos como si fuera la primera vez. 

Se vieron las caras por primera ocasión el primer sábado de mayo de 1989 en Churchill Downs, y por última apenas seis meses después, en la Breeders' Cup Classic de Gulfstream Park, conocida como "La Carrera de la Década". Sin embargo, puede afirmarse casi con certeza que, salvo el caso de Affirmed y Alydar, ninguna otra rivalidad en la historia del turf ha hecho latir los corazones de los aficionados con tanta fuerza como la suya. 

Los dos potrillos habían sido criados en establecimientos vecinos de Paris, Kentucky, pero sus orígenes eran casi opuestos: Sunday Silence era el “patito feo”, un zaino negro y desgarbado al que nadie quería en las subastas; mientras que Easy Goer, por su parte, parecía estar destinado desde el momento de su nacimiento a ser el caballo perfecto. 

Juntos, sin embargo, nos regalarían una de las mayores rivalidades en la historia del deporte.


***



Easy Goer


Con los años lo terminarían llamando “El Héroe de Nueva York”, pero Easy Goer había nacido en Paris, Kentucky, en las verdes pasturas del histórico Claiborne Farm. Propiedad del famoso Odgen Phipps, patriarca del turf neoyorkino y presidente del Jockey Club Norteamericano, el alazán con la mancha blanca en la frente era un hijo de Alydar por Relaxing, una hija del legendario Buckpasser (el mejor caballo que había tenido Phipps) que no sólo había sido múltiple ganadora de grupo 1 y campeona en las pistas, sino que también había producido a la ganadora de grupo 1 Cadillacing, que también era hija de Alydar. 

Easy Goer y su madre Relaxing
Phipps, probablemente el criador con más influencia en la historia del turf norteamericano, y sin dudas uno de los miembros de la realeza del deporte, había sido el dueño del gran Bold Ruler, padrillo famoso por ser el padre del Secretariat, el más grande campeón de todos los tiempos. Un Secretariat al que Phipps había visto nacer, sólo para perderlo en una tirada de moneda ante Penny Chenery, dueña de la madre del gran campeón. O peor aún: Phipps había ganado la tirada de moneda, pero había elegido a otro caballo en vez de a Secretariat, en una decisión de la que se arrepentiría por el resto de sus días. Para 1986, cuando naciera el hijo de Relaxing, el veterano criador, a pesar de ser venerado en el mundo entero, jamás había ganado un Kentucky Derby, y todavía seguía esperando la de ese campeón que le diera el único título que le faltaba.

Ya desde el primer momento en que tocó el piso al nacer, muchos pensaron que aquel alazán iba a ser ese caballo. Porque Easy Goer era tan grandioso, tan increíblemente perfecto, que resultaba imposible no emocionarse pensando en su futuro. Absolutamente todo en él -desde su pedigree, que era producto de varias generaciones de la mejor sangre de Phipps, hasta su imponente aspecto físico, pasando por su personalidad-, invitaba a soñar con la gloria eterna, y eso fue lo que hicieron sus allegados. 

Y como su entrenador Shug McGaughey expresaría años más tarde, a pesar de que las ilusiones en torno al hijo de Alydar habían sido enormes ya desde un principio, una vez que fue puesto sobre una pista, cada uno de sus trabajos alrededor del óvalo no hizo más que incrementar las esperanzas en torno a él. Antes incluso de su debut ya muchos hablaban de aquel gran alazán de Phipps como una seria promesa, y no eran pocos los fanáticos y periodistas que por aquel tiempo ya se animaban a apodarlo “Big Red”, en alusión a su parecido físico con Secretariat.

Ganando el Cowdin con facilidad
Pero, al igual que en la primera carrera de Secretariat, el debut de Easy Goer ese primero de agosto de 1988 en Belmont Park no estaría exento de complicaciones. Partiendo como el enrome favorito en una carrera para perdedores sobre 1200 metros, el nieto materno de Buckpasser -que como en toda su carrera sería montado por el célebre Pat Day-, tuvo todo tipo de problemas en el trayecto, pero una vez que vio la luz arremetió como un rayo, y llegó a sólo un hocico de la victoria.

Sería una dura derrota para sus allegados, pero la revancha no tardaría en llegar: apenas 18 días más tarde, esta vez sobre la arena del histórico Saratoga, Easy Goer empezaría a demostrar su verdadero potencial, saliendo de perdedor con extrema facilidad sobre 1400 metros. Luego, el alazán ganaría una condicional sobre 1300 metros en Belmont Park por 5½ cuerpos y llegando a sólo 1/5 de segundo del récord de pista de 1:15 1/5, para después añadir a su palmares otros fáciles triunfos en el Cowdin (Gr.1) y el Champagne Stakes (Gr. 1), ambos en Belmont Park. En éste último, Easy Goer encontró la luz al entrar en la recta, y en un pestañeo ya se había separado de sus rivales, estirando diferencias con cada una de sus enormes brazadas para llegar al disco con 4 cuerpos de ventaja y en un excelente guarismo de 1:34 4/5, el cuarto mejor en los 122 años de historia de la carrera. 

Tan impresionantes habían sido sus victorias que para cuando a principios de noviembre el imponente alazán llegó a Churchill Downs para disputar la quinta edición de la Breeders' Cup Juvenile (Gr. 1), era el mayor favorito en la historia de la competencia. Además, por si esto fuera poco, el hijo de Alydar también saldría a la pista esa tarde pagando incluso menos que las otras dos grandes estrellas de la Breeders' Cup de ese año: el venerado Alysheba, otro gran hijo de Alydar que intentaba retirarse como el caballo  más rico de la historia por medio de una victoria en el Classic; y la invicta Personal Ensign, que al igual que Easy Goer era propiedad de Phipps y entrenada por McGaughey, y que buscaba ganar el Distaff para convertirse así en el primer pura sangre en 80 años en retirarse como campeón invicto.

Ningún potrillo desde Devil’s Bag, y antes que el Secretariat, había elevado tanto los ánimos de la afición norteamericana cómo lo había hecho Easy Goer en aquel otoño de 1988, y, aún antes de aquel Juvenile, el hijo de Alydar ya era considerado un enorme favorito para el Derby y la Triple Corona del año siguiente. El dominio que ejercía sobre sus rivales de turno, así como sus tiempos y la facilidad con que todo lo hacía resultaban sorprendentes, y cuando el gran alazán entró a las gateras aquella lluviosa tarde de noviembre, hasta el más novato de los fanáticos del hipódromo sabía que aquel caballo era lo más cercano a una reencarnación de Secretariat que fueran a ver en sus vidas. 

Desprendiéndose en la recta del Wood Memorial
Sin embargo, ese día el pupilo de McGaughey jamás se sintió cómodo en la pista fangosa de Churchill Downs, y para el estupor de los miles de fanáticos que esperaban verlo vencer con holgura, terminaría llegando al disco segundo, 1 cuerpo por detrás del puntero Is It True, un pupilo de D. Wayne Lukas al que ya había vencido fácilmente en tres de sus cuatro victorias previas. Terminada la carrera, Pat Day le atribuiría la derrota al estado de la pista, alegando que el potrillo nunca se había sentido a gusto corriendo en ella. Y aunque el sabor amargo de aquella derrota seguiría sobrevolando el ambiente hípico durante los siguientes meses, lo cierto es que Easy Goer no iba a perder ni un ápice de credibilidad en la mente de los fanáticos. En enero del año siguiente sería elegido como el "Mejor Potrillo de 2 Años" de la temporada, y, cuando tras la Breeders' Cup McGaughey lo llevara al estado de Florida para un merecido descanso invernal, el alazán seguiría siendo el enorme favorito de cara al Kentucky Derby del año siguiente.

Y si en el otoño de 1988 Easy Goer había sido dominante, cómo expresar lo que fue durante los primeros cuatro meses de 1989. Después de pasar unos meses recuperando energías y desarrollando aún más su imponente físico, el alazán volvió a las pistas a principios de marzo en los 1400 metros del Swale Stakes,  en Gulfstream Park, arremetiendo por afuera para ganar por casi 9 cuerpos en fantásticos 1:22 1/5, el mejor tiempo del año para la distancia en ese hipódromo. Luego, el hijo de Alydar viajó a Nueva York, y, en una de las performances más espectaculares en la historia ganó el Gotham Stakes (Gr. 2) de Aqueduct por 13 cuerpos, corriendo los 1600 metros de la carrera en un tiempo récord de pista de 1:32 2/5, a solo 1/5 de segundo del memorable récord mundial de Dr. Fager y casi 1 segundo más rápido que el “stakes record” de Secretariat. Incluso al día de hoy, ningún potrillo de 3 años ha recorrido la milla en un tiempo más rápido que el que marcó Easy Goer aquella tarde. Pero lo que lo hacía todo aún más increíble, era que el pupilo de McGaughey no parecía siquiera estar esforzándose.

El Wood Memorial (Gr. 1) corrido también en Aqueduct dos semanas después del Gotham, terminó por ser otro trámite, con Easy Goer desprendiéndose fácilmente de sus rivales para ganar por 3 cuerpos, en lo que iba a ser su última preparatoria de cara a la "carrera de las rosas". No fue una performance tan espectacular como la del Gotham, pues esta vez el alazán había llegado a más de 3 segundos del récord de Aqueduct para los 1800 metros. Pero la pista estaba muy profunda ese día, y aunque Pat Day parecía haber guardado muchas energías para Kentucky, Easy Goer igual había recorrido los últimos 200 metros de la carrera en excelentes :12 1/5.

Invicto en tres presentaciones ese año, y con un promedio de margenes de victoria de exactamente 8 1/4 cuerpos en esa temporada, el notable hijo de Alydar se tomó un par de días de descanso luego del Wood Memorial. Y cuando el miércoles después de la carrera McGaughey lo subió a un avión con rumbo a Churchill Downs, tanto los fanáticos como los expertos se frotaban las manos, pues hacía más de 10 años, desde los tiempos del gran Spectacular Bid, que ningún potrillo llegaba al Kentucky Derby con tantas expectativas de Triple Corona.

Lo que nadie sabía, era que aquel fantástico hijo de Alydar estaba pronto a encontrarse con su propia versión de Affirmed.



Sunday Silence


Un zaino oscuro, casi negro excepto por una larga mancha que le cruzaba la frente, Sunday Silence era un hijo de Halo y Wishing Well, por Understanding. Al igual que su futuro rival, había sido criado en Paris, Kentucky, y nada más ni nada menos que por Arthur B. Hancock III, cuyo abuelo Arthur B. Hancock había creado en 1910 el histórico Claiborne Farm, el lugar de nacimiento de Easy Goer. 

Hancock III era el primogénito del famoso Arthur “Bull” Hancock II, el hombre que había convertido a Claiborne en uno de los mejores criaderos de purasangres del mundo, reconocido, entre otras cosas, por ser el lugar de nacimiento del gran Secretariat. Sin embargo, tras la muerte de Bull en 1972, una junta de consejeros amigos del difunto, liderados por Ogden Phipps, el dueño de Easy Goer, decidió dejarle la dirección de Claiborne a su hermano menor, Seth Hancock, que a pesar de tener solo 23 años parecía más tranquilo y responsable que Arthur. Arthur jamás llegaría a asimilar semejante golpe, y pasado el tiempo intentaría demostrar que Phipps y los demás que se habían equivocado, creando su propio establecimiento, Stone Farm, ubicado al lado de Claiborne, y en donde en 1986 nacería Sunday Silence.

Y si Easy Goer era el caballo que todos querían, Sunday Silence era lo opuesto. Su pedigree no era nada malo; de hecho, era bastante bueno: Halo ya había demostrado ser un buen padrillo, sobre todo al engendrar a Devil's Bag, uno de los mejores potrillos de 2 años de todos los tiempos, y Wishing Well era una múltiple ganadora clásica con más de U$S 300.000 en premios acumulados. Sin embargo, el aspecto del potro, que era alto, desgarbado, y con rodillas defectuosas, no resultaba muy atractivo para nadie, y Arthur, que lo vio por primera vez galopando en el campo a los pocos días de nacer, parecía ser el único en ver algo en él.

Luego de que el animal casi mueriera de un extraño virus antes de cumplir el año de vida, Ted Keefer, un consejero de su dueño y criador Thomas Tatham, fue a verlo a Stone Farm, y enseguida le recomendó ponerlo en venta lo antes posible, no sin antes decirle a Arthur que "la única vez que este caballo tenga un manto de rosas encima va a ser el día que lo entierren". 

Desgarbado y feucho, Sunday Silence no atrajo compradores en Keeneland
Siguiendo el consejo de Keefer, Tatham puso a Sunday Silence a la venta, inscribiéndolo en las subastas de Keeneland del verano de 1987. Sin embargo, cuando Hancock, que estaba en el remate, vio que el oscuro iba a ser adquirido por apenas U$S 10.000, pensó que su amigo estaba haciendo un pésimo negocio, y decidió empezar a pujar hasta quedárselo por solo U$S 17.000. Una vez que recibió el ticket de la compra, se lo llevó a Tatham, explicándole que el potrillo habría sido prácticamente regalado de no haber sido por su intervención, y esperando que su amigo le pagara la compra y le agradeciera el gesto. Pero Keefer fue insistente con su jefe, y el criador le dijo al dueño de Stone Farm que no quería saber nada con el hijo de Wishing Well. Así, Hancock, que por aquellos días estaba sumido en un mar de deudas, no tuvo más remedio que quedarse con Sunday Silence.

Al año siguiente, cuando el hijo de Halo ya hubo sido domado, su nuevo propietario decidió intentar hacer un negocio de aquella compra impulsiva y errónea, y lo llevó a una subasta en California, donde esperaba venderlo por al menos U$S 50.000. Sin embargo, por segunda vez el hijo de Wishing Well no fue del agrado de nadie, y Hancock, al ver que se iba a ir por un precio muy inferior al que él esperaba, decidió “re-comprarlo” y quedárselo, pagando U$S 32.000 por el oscuro, y haciendo lo que en el momento le pareció un pésimo negocio.

Pero aunque todo lo que podría haber salido mal con el hijo de Halo ya parecía haber salido mal, su propietario jamás imagino el nuevo golpe que el destino le estaba por asestar. El conductor del tráiler que llevaba a Sunday Silence desde California hasta Nueva York, donde Stone Farm preparaba a sus potrillos para las carreras, sufrió un infarto mientras conducía por una carretera en el sur de Texas, falleciendo en el instante y provocando que el vehículo, con el joven caballo adentro, volcara en medio de la ruta. Varios de los otros pura sangres que viajaban en el trailer perdieron la vida en el accidente, pero aunque Sunday Silence logró sobrevivir, todos pensaron que jamás iba a poder llegar a correr. Pasó diez días en una clínica en Oklahoma, y luego fue llevado a Stone Farm, donde, en lo que Hancock luego describiría como "un milagro", el oscuro se recuperó totalmente.

Decidieron llevarlo a California, donde lo pusieron al cuidado de Charlie Whittingham, probablemente el entrenador más exitoso y venerado de todos los tiempos, que por ese entonces, con 75 años, ya integraba el Salón de la Fama y que acababa de ganar su primer Kentucky Derby con Ferdinand hacía dos años, en 1986. Whittingham, al que todos apodaban “El Águila Calva”, sabía lo que era tener un campeón en sus manos, y no tardó mucho en darse cuenta que aquel oscuro flaco y desgarbado tenía un talento sobrenatural. “Este negrito sí que puede correr” le dijo a Hancock la primera vez que lo llamó por teléfono, a lo que éste, que se encontraba en problemas financieros, decidió venderle un 50% del caballo. Luego Whittingham iba a terminar vendiendo vendiendo la mitad de sus intereses en el hijo de Halo a Ernest Gaillard, y así, casi como sin quererlo, los tres dueños del potrillo crearían la sociedad que pasaría a la historia como “H-G-W Partners”. 

Whittingham (derecha, saco azul), camina con su estrella
Sunday Silence debutó a fines de octubre de 1988 en Santa Anita Park, y, al igual que Easy Goer, lo hizo perdiendo. Montado por Pat Valenzuela, un joven de talento inigualable pero con un pasado de drogas y alcohol, el zaino, precedido de grandes trabajos matutinos, partiría como el enorme favorito de aquella carrera para perdedores corrida sobre 1300 metros. Sin embargo, a pesar de mostrar una gran aceleración en el codo, el potrillo iba a regalar la carrera tras correr erráticamente durante toda la recta, llegando  al disco segundo, a sólo un pescuezo del ganador. Esas dos características, la de correr más que sus rivales en el codo y la de zigzaguear en la recta, lo iban a acompañar al zaino a lo largo de toda su carrera.

Volvió a competir a las dos semanas, esta vez en Hollywod Park, saliendo de perdedor en gran forma al ganar por 10 cuerpos en 1:09 2/5 para los 1200 metros, a pesar de haberse abierto notoriamente en la recta. Pero Whittingham no encontraba la forma de enderezar al oscuro, y en la que sería su última carrera de 1988, Sunday Silence volvería a a zigzaguear en la recta, para llegar segundo a apenas una cabeza del muy acreditado Houston, un veloz hijo de Seattle Slew que con apenas 1 año de vida había costado U$S 2,9 millones en Keeneland, y que había llegado a aquella condicional tras debutar ganando por 13 cuerpos. 

Tras un descanso de varios meses, Sunday Silence empezaría su campaña como potrillo de 3 años el segundo día de marzo de 1989. Esa tarde, mientras los ojos del mundo hípico se posaban en la costa este, donde 48 horas después iba a retornar el campeón de la temporada anterior Easy Goer en el Swale Stakes, el oscuro de Hancock vencería cómodamente por casi 5 cuerpos en una condicional sobre la pista fangosa de Santa Anita. Después de eso, Whittingham, convencido de que el zaino podía llegar al Derby, lo anotaría para correr en el San Felipe Stakes (Gr. 2), un histórico clásico corrido sobre 1700 metros en Santa Anita. Iba a ser la primera ocasión en la que el hijo de Halo competiera corriendo alrededor de dos codos, y además se tendría que ver las caras con Music Merci, un talentoso hijo de Stop The Music que a los 2 años había obtenido el prestigioso Del Mar Futurity (Gr. 1), y que llegaba al San Felipe después de ganar el San Rafael Stakes (Gr. 2) por 9 cuerpos, lo que lo perfilaba como uno de los favoritos en la previa del Kentucky Derby. 

Eso fue lo que evitó que Sunday Silence partiera como el favorito de la carrera. Pero no fue motivo suficiente para que el nieto de Understanding despachara a Music Merci y al resto del lote con extrema facilidad, para ganar el San Felipe por 1 3/4 cuerpos en un tiempo de 1:42 3/5 y dejar a sus allegados con la certeza de que poseían un potrillo con altas probabilidades de ser actor principal el primer sábado de mayo en Churchill Downs.

Sin embargo, a pesar de sus admirables tabuladas, para el día del Santa Anita Derby (Gr. 1), corrido menos de un mes después sobre 1800 metros, la atención del público no estaría centrada en el negro hijo de Halo. En cambio, la gran mayoría de los fanáticos esperaba por una nueva actuación magistral de Houston, el pupilo de D. Wayne Lukas que ya sabía lo que era vencer a Sunday Silence, y que llegaba a su última preparatoria de cara al Kentucky Derby invicto en tres presentaciones y tras una contundente victoria por 10 1/2 cuerpos en el Bay Shore Stakes (Gr. 2) de Aqueduct. De salir victorioso ante Sunday Silence nuevamente, el apuesto hijo de Seattle Slew viajaría a Churchill Downs como uno de los favoritos de cara al Derby, y como el único potrillo de 3 años en todo el país con el potencial necesario para hacerle carrera al gran Easy Goer. 

Lo que nadie sabía, era que Sunday Silence iba a robarse el show esa tarde.

Después de golpearse levemente con Houston en la largada, el hijo de Halo se ubicaría tercero de éste y de Music Merci en los tramos iniciales de la carrera, y, al menos hasta el momento en que dejaron el opuesto, parecía que cualquiera de los tres buenos potrillos podía llegar a ganar. Pero solo hasta ahí.

Ganando el Santa Anita Derby por margen récord
Porque en el preciso instante en que dejaron la recta opuesta, Valenzuela dejó ir a Sunday Silence, y el zaino empezó a mostrarle al mundo lo que era capaz de hacer en los codos. Con su jinete inmóvil sobre los estribos, el caballo cambió de mano con la velocidad de un rayo, y antes de que Cordero o Pincay –a bordo de Houston y Music Merci respectivamente– pudieran darse cuenta, ya los había dejado atrás. Houston, el potrillo de los 3 millones de dólares, no tardó en quedarse sin restos, y empezó a perder posiciones ante los que venían frescos desde el fondo. Pero estos tampoco parecían poder lidiar con Sunday Silence, que para cuando cruzaron el palo de los 400 metros ya llevaba un un cuerpo y medio de ventaja sobre Music Merci. Un cuerpo y medio que pronto se convirtieron en dos, y después en tres. Tanta era la facilidad con la que se desprendía del lote el hijo de Halo, que para cuando entraron en la recta final, y aún faltando 300 metros para el disco, el relator Trevor Denman exclamaría impresionado: “Pat Valenzuela hasn’t moved! I think the Derby is over!”.

Ya en el derecho, Sunday Silence se cerró un poco al recibir un fustazo en el anca derecha, pero eso no lo detuvo, y el pingo continuó alejándose de sus competidores sin piedad, como si quisiera humillarlos mas que vencerlos. Llegó al disco 11 cuerpos por delante de su más cercano escolta, Flying Continental, en lo que aún hoy continúa siendo el margen de victoria más amplio en la historia de la carrera. Y su tiempo para los 1800 metros, aunque no fue descomunal, fue un muy buen guarismo de 1:47 3/5.

Terminada la carrera, las cámaras no tardaron en enfocar a Whittingham, que, para sorpresa de muchos, en ese momento tenía una expresión seria, y no de júbilo cómo era de esperarse. Como diría Dave Johnson en la transmisión televisiva, el “Águila Calva” lucía de esa forma porque tenía un ojo puesto en Churchill Downs, y el otro fijo en Easy Goer.



El Kentucky Derby: comienzo de una rivalidad 


Como escribiría la Blood-Horse años más tarde, lo único que significaba la aplastante victoria de Sunday Sunday en Santa Anita era que Easy Goer "iba a tener al menos un digno rival en su carrera por la Triple Corona". Pues, por más brillante que hubiese sido la performance del hijo de Halo en la costa oeste, el alazán de Phipps parecía absolutamente imbatible llegando a Churchill Downs.

A los ojos del público, aquel alazán era una especie de adonis equino hecho realidad, un caballo perfecto enviado desde arriba para cortar con un maleficio a la Triple Corona que ya llevaba 11 años sin ser obtenida. Y ni siquiera aquel oscuro fogoso, que corría con una pasión sinigual y cuya historia y personalidad lo perfilaban como el antagonista perfecto de Easy Goer, iba a poder permitir que el hijo de Alydar cumpliera con su destino. La carrera iba a ser promocionada como un duelo del este contra el oeste, como aquellos que décadas atrás habían protagonizado Affirmed y Alydar o Swaps y Nashua, pero eso era prácticamente un tema de marketing, ya que casi nadie parecía dudar que Easy Goer iba a ser el ganador aquel primer sábado de mayo. Incluso, no eran pocos los que ya hablaban de Triple Corona.

La largada del Kentucky Derby
Sin embargo, cuando el día de la carrera amaneció frío y lluvioso, las dudas empezaron a sobrevolar el aire de Churchill Downs. Salvando su problemático debut, la única otra ocasión en que Easy Goer había sido derrotado había sido en Churchill Downs la tarde del Juvenile, corrido sobre una pista fangosa, el mismo estado en que estaría la cancha para el Derby. ¿Era aquel el talón de Aquiles del gran hijo de Alydar? ¿O aquel Juvenile había sido simplemente una aberración de la naturaleza? Nadie parecía saberlo con certeza, pero tanto Pat Day como Shug McGaughey estaban mucho menos confiados que antes de la lluvia, y de pronto aquella carrera, que días antes parecía ya estar sentenciada en favor de Easy Goer, volvía a parecer al menos un poco abierta.

Al momento de la largada, Easy Goer y su buen compañero de yunta Awe Inspiring eran los favoritos del Kentucky Derby, pagando a dividendos de 4/5. Sunday Silence se mantenía como el enemigo a vencer, y pagaba 3/1. 

A pesar de que ninguno de los dos potrillos tuvo la mejor largada, pronto ambos pudieron encontrar posiciones de acecho perfectas. Entrando al primer codo, Houston lideraba la marcha, con Sunday Silence corriendo en la cuarta ubicación a más de cinco cuerpos, mientras que Easy Goer se ubicaba en la quinta colocación, sin perder de vista a su rival y escoltándolo de cerca. 

Pero ya en la recta opuesta, se hizo evidente que el hijo de Alydar no estaba en su día. A pesar de los estímulos de Day, el alazán parecía no estar adaptándose bien a la superficie fangosa, y le costaba mantener el ritmo de Sunday Silence. Éste último, en cambio, se sentía de maravilla, y entrando al segundo y último codo, con poco impulso por parte de Valenzuela, empezó a ganar ubicaciones, alejándose con extrema facilidad de Easy Goer y acercándose cada vez más a la punta. Antes de entrar al derecho, ya se encontraba en la segunda ubicación a un pescuezo de los líderes Northern Wolf y Houston, mientras que Easy Goer, que dejaba el alma en la arena de Churchill Downs, había quedado relegado en la sexta ubicación, tres cuerpos por detrás.

Sunday Silence gana el Derby con facilidad, y atrás, Easy Goer lo deja todo
Entrando en la recta final del Kentucky Derby, Sunday Silence no tuvo problemas para hacerse con la punta, dejando parados Northern Wolf y Houston con un impresionante cambio de ritmo. Estiro más de un cuerpo de ventaja en pocos metros, y aunque empezó a zigzaguear incesantemente en la recta y a mirar a los costados, corría tanto más que sus rivales que aún así seguía incrementando su liderazgo. Más atrás, Easy Goer, que ya antes de entrar en la recta había empezado a ser castigado por el látigo de Pat Day, arremetía guapamente en medio de otros rivales. Y aunque nunca llegaría a ser una amenaza para Sunday Silence, el alazán iba a llegar al disco segundo a 2 ½ cuerpos del oscuro, algo que saliendo del codo había parecido imposible. 

Terminada la carrera, habría muchísima tela para cortar: el caballo perfecto acababa de ser derrotado en la carrera más famosa del mundo por el potrillo al que nadie quería; y Arthur Hancock III, al que Ogden Phipps había impedido heredar Claiborne Farm, se había tomado una dulce revancha.

Y aunque las excusas de los allegados y fanáticos de Easy Goer no tardarían en llegar, sobre todo las concernientes al estado de la pista, la revancha tendría que esperar dos semanas más, hasta el día del Preakness Stakes (Gr. 1), la segunda gema de la Triple Corona. Un Preakness al que aún hoy, pasados más de 25 años, muchos recuerdan como la mejor carrera de caballos de nuestra era.



Un Preakness para la historia


Si bien el triunfo de Sunday Silence sobre Easy Goer en Churchill Downs había sido contundente, la gran mayoría de los aficionados aún creía que el hijo de Alydar era el próximo “superhorse” de la hípica norteamericana. Era de público conocimiento que el fango de Churchill Downs no era de su agrado, y muchos creían que en una pista rápida como la de Pimlico el nieto de Buckpasser iba a demostrar su verdadero potencial; que si Sunday Silence volvía a zigzaguear en la recta del Preakness como lo había hecho en el Derby, esta vez lo pagaría muy caro. 

La mañana de la carrera, Hancock leyó que 97 de 100 periodistas que cubrían la carrera habían elegido a Easy Goer como el favorito del Preakness. Esto, sumado al hecho de que Sunday Silence había perdido un par de días de entrenamiento por un problema en una de sus patas, no hizo más que preocupar al dueño del oscuro. El Águila Calva, aunque ya no tan confiado como en el Derby, igual intentó tranquilizarlo, expresándole que el caballo no podía llegar en mejores condiciones.

Para el momento en que los 8 competidores de aquel Preakness entraron en las gateras, la afición récord de 90.145 personas había vuelto a elegir como amplio favorito a Easy Goer, que pagaba incluso menos que en el Derby, a 3/5. Nuevamente, Sunday Silence partía como el enemigo, esta vez con dividendos de 2/1. 

Para el estupor de todos, Sunday Silence vuelve a ponerse a la par de Easy Goer
Easy Goer no tuvo la mejor de las largadas, pero no tardó en recomponerse, y ya en la recta ganó varias posiciones, para lograr ubicarse justo detrás de Sunday Silence entrando al primer codo. El oscuro, que había partido mejor que su rival, estaba cuarto a solo tres cuerpos del puntero Houston, y pronto tuvo a Easy Goer, que corría mucho más cómodo que en el Derby, respirándole en el anca. En la recta opuesta, Sunday Silence aceleró el ritmo, pero su rival no tardó en seguirlo, y ambos pasaron como balas por afuera del segundo y el tercero. Y cuando solo les quedó Houston por delante, se hizo evidente que aquella carrera iba a ser un mano a mano entre los dos rivales.

Pat Day, que había visto como Sunday Silence había acelerado en el último codo de Churchill Downs, no quiso entrar en la curva detrás de él, y al salir del opuesto decidió aflojarle las riendas a Easy Goer, impulsándolo a pasar al oscuro por afuera como una bala rojiza. Luego, una vez que el alazán hubo dejado atrás a su rival, Day decidió cerrarlo en las narices del hijo de Halo, generando que Valenzuela tuviera que frenar de golpe, y que Sunday Silence perdiera impulso en un momento vital de la carrera.

En la recta del Preakness
El zaino quedó más de dos cuerpos atrás de su rival tras la repentina frenada, y en ese momento todo el mundo pensó que estaba liquidado. Arthut Hancock, en el palco, bajó los binoculares resignado; y Pat Day, a bordo de Easy Goer, envió a su conducido raudamente a por la punta, pasando a Houston y -en una decisión de la se arrepentiría toda su vida-, sin preocuparse por guardar ningún resto para la recta.

Porque, antes de que nadie pudiera prepararse, y para el estupor de los espectadores, Sunday Silence había vuelto en un pestañeo, utilizando el codo a su favor para ubicarse por afuera de Easy Goer incluso antes de entrar al derecho. Sus orejas estaban echadas hacia atrás, y su pescuezo estirado en el esfuerzo, como si el hecho de que su rival lo hubiese obligado a frenar no hubiese hecho más que enfadarlo. "Aún hoy me sigo emocionando al recordarlo con las orejas hacia atrás, volviendo sobre Easy Goer con determinación" diría Hancock hace un par de meses.

Faltando 400 metros, y todavía antes de entrar en la recta, el zaino tomó la punta por afuera de un estupefacto Pat Day y de Easy Goer, que a pesar de no haber podido recibir ningún respiro, igual encontró fuerzas para reaccionar por adentro, poniéndose a la par de su rival. Y así, cabeza a cabeza, los dos grandes potrillos ingresaron en la recta final.

Easy Goer había ganado la gran mayoría de sus carreras arremetiendo por afuera, y en ese momento se encontraba en una posición desconocida y que, según posteriores declaraciones de Day, no era de su agrado. Igual, el bravo alazán batalló duramente, llegando a estirar una cabeza de ventaja sobre Sunday Silence a mitad de la recta. El hijo de Halo volvió a acelerar, impulsado por la fusta de Valenzuela, en un intento desesperado por mantenerse a la par de su rival, que a su vez tampoco quería dejarlo pasar. Faltando 150 metros, era imposible de decir cuál de los dos iba a ganar ese Preakness.

Sunday Silence gana el Preakness más memorable de la historia
En los últimos yardas, aún cabeza a cabeza uno con el otro, Valenzuela cerró levemente a Sunday Silence, obligando a Easy Goer y Day a acercarse aún más a la baranda interior. El alazán, impulsado desesperadamente por su jinete, intentó resistir, pero sus fuerzas estaban casi enteramente dedicadas a correr, y sólo pudo atinar a doblar la cabeza en dirección del oscuro. Y así, cuerpo contra cuerpo, como dos boxeadores que se niegan a tirar la toalla, los dos fantásticos pura sangres recorrieron los últimos metros del Preakness más épico de todos los tiempos.

Llegaron al disco convertidos en uno, flanco a flanco, cabeza a cabeza, el caballo perfecto y el “patito feo”. Y, por lo menos al principio, muy pocos pudieron adivinar cuál había sido el ganador.

Cuando por fin salió la foto, el resultado no tardó en levantar cejas: Sunday Silence había vuelto a vencer a Easy Goer, ganando la segunda gema de la Triple Corona por apenas un hocico, en lo que fue el Preakness más peleado de la historia. Por segunda vez en dos semanas, el pupilo de Whittingham había desafiado a la lógica. Pues no sólo había vuelto a vencer al gran Easy Goer, sino que ésta vez lo había hecho sobre una pista rápida y neutral. Y ahora, viajaba a Nueva York para intentar convertirse en el primer Triple Coronado de los últimos 11 años.



El Belmont: dulce venganza


Para McGaughey, la derrota sufrida en el Preakness fue aún más dolorosa que la del Kentucky Derby. Esta vez no había un terreno barroso al que culpar, y eso era lo que ponía nervioso al entrenador de Phipps. Pero, así como sabía que Sunday Silence lo había vencido en dos ocasiones, ahora, por lo menos, McGaughey tenía la certeza de que el zaino de Hancock no era un rival imposible para Easy Goer. Sólo un hocico los había separado en el disco de Pimlico, y tanto el entrenador como Pat Day estaban convencidos de que si su potrillo hubiese sido el que corría por fuera, el Preakness habría sido suyo.

"Easy Goer parecía un tren que Sunday Silence acababa de perder"
Ahora, era tiempo de que Easy Goer se cobrara la revancha, ya que, como muchos opinaban, si el alazán de Phipps no vencía a su rival en el Belmont, no sería capaz de vencerlo nunca. Belmont Park era la pista favorita de Easy Goer, el lugar donde había aprendido a correr y en donde ya había capturado dos carreras de grupo 1. Además, sus codos largos y estirados neutralizarían una de las mayores fortalezas de Sunday Silence, y todo indicaba que si Easy Goer podía llegar al tiro derecho final a la par de su oscuro rival, la larga recta terminaría por favorecer sus monstruosas brazadas. Por si todo esto fuera poco, era de público conocimiento que Easy Goer, al tener un cuerpo grande y musculoso, necesitaba menos tiempo de recuperación que su esbelto rival, que ya antes del Belmont mostraba signos de cansancio por la agotadora Triple Corona. Además, Whittingham seguía teniendo que lidiar con problemas en una de sus patas, e incluso fue pateado por el hijo de Halo el día antes de la carrera.

Todo parecía indicar que las estrellas se alineaban en favor de Easy Goer; pero sin embargo, a pesar de lo ya mencionado, el Belmont Stakes (Gr. 1) marcó la primera vez -y única- en su carrera que el hijo de Alydar no partió como favorito. Mientras Sunday Silence entró a las gateras pagando dividendos de 4/5, Easy Goer salió a 8/5. Por tercera vez consecutiva, los apostadores estaban equivocados.

El alazán de Phipps se toma una dulce revancha
Ambos potrillos largaron en forma normal, y pronto Sunday Silence se ubicaría segundo, a un par de cuerpos del puntero Le Voyageur, con Easy Goer pegado en la tercera ubicación. Así se mantendrían hasta bien ingresado el último codo, cuando Valenzuela mandó al zaino a por la punta, pasando con facilidad a Le Voyageur. Esta vez, sin embargo, Easy Goer no tardaría en seguir al hijo de Halo, y cuando cruzaron el palo de los 400, poco antes de ingresar en la recta, los dos potrillos estaban a la par.

Pero aquellos que esperaban una repetición del duelo del Preakness, o tal vez una versión moderna de la batalla entre Affirmed y Alydar, iban a quedarse mudos de asombro. Porque apenas se puso a la par de Sunday Silence, Easy Goer despegó como un cohete, dejándolo rápidamente atrás, e ingresando a la recta ya con dos cuerpos de ventaja. Cómo bien describiría la Blood-Horse años después, el hijo de Alydar parecía “un tren que Sunday Silence acababa de perder”. Continuó estirando diferencias durante toda la recta, destrozando con cada una de sus magníficas brazadas los sueños de Triple Corona que acarreaba su archirrival, y terminó llegando al disco 8 cuerpos por delante del agotado hijo de Halo, estableciendo un fantástico tiempo de 2:26 para los 2400 metros. En toda la historia del Belmont Stakes, sólo Secretariat había recorrido esa distancia en un tiempo menor.

Finalmente, el gran alazán había logrado redimirse de su némesis.



Caminos diferentes, legados diferentes


Terminada la Triple Corona, Sunday Silence lideraba el marcador en 2 a 1 sobre Easy Goer, lo que por el momento lo convertía en el favorito para el premio de mejor potrillo de tres años de 1989. Sin embargo, ambos potrillos tomarían caminos diferentes como preparación al Breeders Cup Classic (Gr. 1) de noviembre, y, una vez que ambos volvieran a enfrentarse, Sunday Silence llegaría nuevamente, y por más increíble que parezca, en la posición de tener que probar que podía vencer a Easy Goer.

Sunday Silence ganando el Super Derby
El pupilo de Whittingham había vuelto a las carreras en California un mes y medio después del Belmont, dejando escapar una ventaja de cuatro cuerpos sobre Prized para perder el Swaps Stakes (Gr. 2) por ¾ cuerpo. Se recuperaría dos meses después en el Super Derby (Gr. 1) de Louisana Downs, venciendo con facilidad a Awe Inspiring por 6 cuerpos, en lo que sería su última preparatoria de cara al anticipado Classic de Gulfstream Park. El “Águila Calva” creía que, con pocas carreras y extensos períodos de inactividad en el medio, su pupilo llegaría a lo que sería la batalla por el cetro de "Caballo del Año" bien descansado y en las mejores condiciones para vencer a Easy Goer. 

McGaughey, por su parte, tenía un plan diferente para el hijo de Alydar. Un plan mucho más ambicioso. 

Después de darle un merecido descanso de dos meses, decidió correrlo ante los mejores caballos adultos de Norteamérica en el prestigioso Whitney Handicap (Gr. 1) de Saratoga. Bloqueado detrás de un muro de caballos entrando en la recta, el nieto materno de Buckpasser se haría un lugar, y aceleraría magníficamente para dejar a los ganadores de grupo 1 Forever Silver y Cryptoclearance casi 5 cuerpos atrás, en un tiempo que estuvo a solo 2/5 de segundo del récord de pista. Sólo dos semanas después, Easy Goer volvería a aparecer en la misma pista, como el gran favorito del histórico Travers Stakes (Gr. 1), para acelerar vertiginosamente en el codo y llegar al disco con una ventaja de 3 cuerpos, arañando el récord de pista de 2000 metros de General Assembly.
Easy Goer el día del Travers

Su mayor prueba sería el Woodward (Gr. 1), corrido sobre una pista fangosa en Belmont Park. Pero el hijo de Alydar, a pesar de la superficie, lograría una contundente victoria de 2 cuerpos sobre los adultos. Finalmente, correría en los 2400 metros del Jockey Club Gold Cup (Gr. 1), también sobre la arena Belmont Park. En lo que sería su última preparación de cara al Breeders’ Cup Classi (Gr. 1) –para el cual ya era considerado un amplio favorito–, Easy Goer se haría con la punta a mitad del codo, y estiraría su ventaja hasta llegar al disco 4 cuerpos adelante de Cryptoclearance, con Forever Silver y el resto del lote de caballos adultos a más de 15 cuerpos. Fue su última carrera de cara al Classic, y no pudo haber sido una más impresionante.



"La Carrera de la Década"


Desde su creación en 1984, el Breeders’ Cup Classic (Gr. 1) tuvo como objetivo enfrentar a lo mejor con lo mejor, en un escenario neutral que permitiera decidir qué caballo merecía el cetro de "Caballo Del Año". De hecho, los dos últimos vencedores (Ferdinand en 1987 y Alysheba en 1988), habían sido coronados como los mejores del país luego de sus sendas victorias en la carrera.

Easy Goer y Sunday Silence ya le habían demostrado al mundo su grandeza, tanto enfrentándose el uno al otro como venciendo a terceros. Sin embargo, solo podía haber un Caballo del Año 1989, y cuál de los dos era más digno de ese cetro se decidiría el sábado 5 de noviembre, cuando los dos magníficos potrillos se enfrentaran por última vez sobre la arena de Gulfstream Park.

No por nada se la llamó “La Carrera de la Década”. 

Easy Goer, el “Héroe de Nueva York”, venía de registrar una de las mejores campañas para un potrillo de 3 años de todos los tiempos, ganando cinco grupos 1 en forma consecutiva y venciendo a los mejores caballos adultos del país en 3 oportunidades. De ganar ese Classic terminaría por redondear un segundo semestre perfecto, uno que no sólo le traería el cetro de Caballo del Año, sino que también lo colocaría entre los mejores pura sangres de la historia.

Pero para eso, tendría que vencer a Sunday Silence, el único potrillo que lo había vencido en lo que iba del año, y uno que ya lo había hecho en dos oportunidades. El pupilo del “Águila Calva” llegaba a esa batalla final bien descansado, y si había un caballo capaz de vencer a Easy Goer, no cabían dudas de que ése era el.

El alazán de Phipps sería el gran favorito de la carrera, largando a dividendos de 1/2, y Sunday Silence partiría nuevamente como la segunda opción, esta vez a 2/1. Pero habían transcurrido algunos cambios desde la última vez en que se enfrentaran. Pat Valenzuela había sido suspendido previo a la Breeders’ Cup por una recaída en su lucha con las drogas, y la responsabilidad de la monta del hijo de Halo había recaído sobre el experimentado Chris McCarron. Este, que nunca había montado al potrillo, al menos oficialmente, era consciente de que “estaba en un caballo que podía vencer a Easy Goer”; a pesar de que los trabajos de Sunday Silence previo a la carrera habían sido brillantes –llegó a pasar la milla en 1:33 2/5 una mañana en Del Mar-, tanto el jinete como Whittingham sabían del enorme escollo que significaba tener que enfrentar al alazán de McGaughey.

No iban a haber tantas predicciones para ese Classic, como sí las hubo en Churchill Downs previo al Derby. Ya todos sabían de la calidad de ambos potrillos; de sus fortalezas y de sus debilidades. Ésta última vez, sólo quedaba la carrera que lo decidiría todo. La que dejaría los nombres de Sunday Silence e Easy Goer grabados para siempre en los libros de historia.
Llegando al disco en el Classic
Easy Goer largó un poco lento desde la baranda interior, y enseguida después se alejó visiblemente de la misma, quedando relegado en la sexta ubicación. Según posteriores declaraciones de su jockey Pat Day, el alazán estaba como dormido, y no demostraba ninguna disposición a correr en esos metros iniciales; cuando entraron al codo se ubicaba a seis cuerpos de su rival Sunday Silence, y a once del puntero Slew City Slew. En la recta opuesta, Sunday Silence empezó a ganar ubicaciones quedando tercero por detrás del puntero y de Blushing John, y todos creyeron que, con su rival tan atrás, todo iba a ser muy fácil para el hijo de Halo.

Pero fue en ese preciso momento, poco antes de entrar al último codo, que Easy Goer empezó a encontrar su mejor ritmo, y los gritos de los miles de fanáticos se elevaron al cielo cuando el nieto materno de Buckpasser, ante la recordada exclamación del relator Tom Durkin ("Now he's beggining to roll!") empezó a acelerar, pasando rivales como cohete hasta lograr ponerse a la par de su archirrival. Esa era la carrera que todos habían ido a ver.

Slew City Slew le dejó el lugar a un determinado Blushing John a mitad del codo, y pronto McCarron encontró el momento con el que había estado soñando durante las últimas semanas. Conocedor de la capacidad que tenía su conducido para correr los codos, el astuto jinete estimuló a Sunday Silence a acercarse al nuevo puntero, y el hijo de Halo despegó, acercándose al líder y alejándose nuevamente de Easy Goer y Pat Day a falta de 400 metros para el disco.

Una vez más, Sunday Silence prevalece sobre Easy Goer
Cuando entraron en la recta, Sunday Silence se puso a la par de un guapo Blushing John, con claras intenciones de dejarlo por el camino, mientras que, Easy Goer, que había quedado cuatro cuerpos atrás, cambiaba de mano y comenzaba su feroz atropellada. Los gritos de los fanáticos se hicieron alaridos, los corazones empezaron a latir con más fuerza, y la emoción recorrió el cálido aire de Gulfstream Park cómo nunca antes lo había hecho, a medida que las grandes brazadas de Easy Goer acortaban la distancia que lo separaban de Sunday Silence. El valiente Blushing John era un inesperado actor de reparto, y dejaba todo para no perder pisada, pero con Sunday Silence ya adelante y Easy Goer arremetiendo con ferocidad, todos sabían que iba a terminar tercero.

Faltaban menos de 200 metros, y la carrera aún no estaba decidida. En un momento parecía que Easy Goer no llegaría a pasar a Sunday Silence antes del disco, y justo en el siguiente el hijo de Alydar encontraba más fuerzas y se acercaba como un bólido a su oscuro rival. En la punta, Chris McCarron le pedía con todas sus fuerzas a su potrillo que aguantara tan solo unos metros más, y el pupilo del Águila Blanca guapeaba de lo lindo.

Finalmente llegaron al disco, con Sunday Silence prevaleciendo por sólo un pescuezo sobre Easy Goer, en un excelente tiempo de 2:00 1/5. Como debía ser, llegaron juntos.



***


Tanto Sunday Silence como Easy Goer volvieron a competir al año siguiente. Sin embargo, ninguno de los dos volvió a ser el mismo.

Easy Goer ganó un clásico menor en Belmont Park a mediados de mayo de 1990 por casi 8 cuerpos, y llegó al Met Mile (Gr. 1) doce días después como el gran favorito. Sin embargo, el hijo de Alydar terminaría llegando tercero a 2 cuerpos del futuro Caballo del Año Criminal Type, en lo que sería la única carrera de su vida en que no llegaría ni primero ni segundo. Un mes y diez días más tarde, en la última actuación de su carrera, Easy Goer se redimiría de esa derrota con un espectacular triunfo en el Suburban Handicap (Gr. 1) de Belmont Park, en el que llegaría a menos de un segundo del récord de pista de Alysheba. Posteriormente, una lesión en una pata lo alejaría para siempre de las pistas, y el alazán de Phipps sería retirado con un récord de 14 carreras ganadas (9 de grupo 1), 5 segundos y 1 tercero sobre 20 actuaciones. En toda su carrera, nunca fue vencido por más de 2 ½ cuerpos, y solo el mítico Citation logró vencer a los caballos adultos más veces que él a los 3 años. Aún hoy, su campaña de 1989 es considerada por muchos como la mejor de la historia en no recibir un título de campeonato.

El hijo de Alydar dejaría este mundo demasiado temprano, falleciendo sorpresivamente en 1994 y dejando escasa descendencia. De todos modos, una de sus hijas, My Flag, propiedad de Odgen Phipps y producto del cruzamiento con la legendaria Personal Ensign, terminaría ganando 4 carreras de Grupo 1, entre ellas el Breeders’ Cup Juvenile Fillies (Gr. 1) de 1995, y pariendo a Storm Flag Flying, la campeona 2 años de 2002 y también ganadora del Juvenile Fillies de ese año.

Sunday Silence, que luego de su victoria en el Classic de 1989 fuera coronado como Caballo del Año y Mejor Potrillo de 3 Años, volvería a las pistas en junio de 1990, ganando el Californian Stakes (Gr. 1) por ¾ de cuerpo. Finalmente, terminaría su carrera llegando segundo a una cabeza de Criminal Type -el único caballo que los venció a ambos- en la Hollywood Gold Cup (Gr. 1), para retirarse con 9 victorias (5 de grupo 1) y 5 segundos puestos sobre 14 carreras corridas, y una ventaja de 3 a 1 sobre Easy Goer.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y nada confirma tanto esta frase como el caso del gran hijo de Halo y Wishing Well. Una vez retirado de las pistas, el campeón al que nadie había querido en las subastas comenzó su carrera como reproductor en 1991, prestando servicios en el Stone Farm de Paris, Kentucky, el lugar donde había nacido. Sin embargo, y al igual que en casi toda su vida, el zaino negro fue prácticamente ignorado, ésta vez por los criadores. Dado el poco interés que recibía, Hancock no tardó en aceptar una oferta del criador japonés Zenya Yoshida, quién se llevó al padrillo a prestar servicios en su Shadai Stallion Station, del otro lado del pacífico. Allí, Sunday Silence volvería a de mostrarle al mundo, por una última vez, que había sido subestimado. En el país nipón, el antiguo Caballo del Año florecería, y no tardaría en convertirse en uno de los mejores padrillos de la historia, tanto asiática como mundial. Lideró la estadística japonesa por 13 años consecutivos, desde que su primera generación de corredores cumplió los 3 años en 1995 hasta 2007, cinco años después de su fallecimiento. Su sangre no sólo corre por las venas de los últimos dos ganadores de la Triple Corona nipona (Deep Impact y Orfevre), sino que además, por cada generación de corredores que produjo, al menos uno resultó ganador de grupo 1, llegando en el año 2000 llegó a producir un récord de 7 ganadores del máximo nivel. Nuevamente, el caballo al que nadie quiso había llegado a la cúspide.



***


Han pasado casi 25 años desde la tarde en que Sunday Silence y Easy Goer se vieron las caras por última vez, y su fantástica rivalidad todavía sigue generando disputas entre la afición hípica norteamericana. Sunday Silence salió victorioso más veces en los enfrentamientos entre ambos, pero el palmares de Easy Goer por fuera de la rivalidad supera ampliamente al del hijo de Halo, y eso no hace más que alimentar las discusiones.

Si me preguntan a mí, creo que es imposible decidir cuál de los dos fue el mejor. Porque por más que tal vez Easy Goer fuera el más talentoso en términos generales, había algo en su corajudo rival que parecía neutralizar las fortalezas del alazán. Sunday Silence no era tan llamativo como el hijo de Alydar, pero compensaba sus pocos defectos con una guapeza sin igual, y parecía sacar lo mejor de sí al enfrentarlo. 

Si tuviera que comparar su rivalidad con alguna otra, lo haría con la de los tenistas Federer y Nadal. Easy Goer era Federer, el potrillo cuasi-perfecto que ganaba todo y a todos, siempre y cuando no se tuviera que enfrentarse a su némesis, Sunday Silence, que como Nadal no era tan lujoso ni brillante como su archirrival, pero sí valiente y decidido.

En mi opinión, Sunday Silence fue el que más beneficiado se vio por la rivalidad. Pues por más que de no haber sido por Easy Goer el zaino probablemente hubiese sido el duodécimo triple coronado de la hípica norteamericana, el hecho de que haya vencido al notable alazán de Phipps tantas veces hizo que se ganara un respeto que tal vez no hubiese recibido de no haberlo enfrentado nunca. En cambio, con Easy Goer la cosa es distinta, ya que de no haber sido por Sunday Silence, el hijo de Alydar no solo hubiera realizado la mejor campaña por parte de un potrillo de 3 años en toda la historia, sino que también hubiese ganado la Triple Corona, retirándose como una leyenda de la altura de Secretariat, Man O' War o Citation. 

Para terminar, voy a contar una anécdota que ilustra a las claras la rivalidad:

Cierto día de 1988, cuando Arthur Hancock III ya había sido informado por Whittingham que el hijo de Halo tenía talento, el dueño de Stone Farm se encontró en una restaurante de Kentucky con su hermano menor Seth Hancock, cabeza de Claiborne Farm. La conversación, como siempre sucedía entre los dos, no tardó en derivar a los caballos, y fue ahí que Arthur mencionó las esperanzas que tenía en el potrillo negro: “Parece que tenemos uno realmente bueno en California” le dijo orgulloso a Seth; a lo que su hermano menor respondió, con gesto apenado: “Qué lástima. Porque los empleados de Claiborne andan diciendo que Phipps tiene este año al mejor potrillo que crió en su vida”.

Como dije, esta conversación, previa a que alguno de los dos potrillos alcanzara la fama mundial que luego ambos obtendrían, enseña a la perfección la historia de la fantástica rivalidad entre ambos: Sunday Silence fue siempre subestimado, y quizás hasta su muerte no se lo haya apreciado toda su valía; mientras que Easy Goer, por su parte, era lo opuesto, un caballo de orígenes perfectos que estuvo destinado desde su nacimiento a las mayores hazañas.

Sus nombres, sin embargo, permanecerán por siempre ligados en la historia del turf.




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