viernes, 17 de mayo de 2013

La joya menos preciada

El Derby es el Derby, y no hay mucho más para decir. Los años pasan, y sigo sintiendo escalofríos en la nuca cada vez que escucho a los más de 140.000 espectadores entonar el emocionante "My Old Kentucky Home", mientras los 20 mejores potrillos del país desfilan por la recta de Churchill Downs. Y el Belmont, por lo menos cuando hay posibilidades latentes de presenciar un nuevo triple-coronado, también puede ser una de las carreras de caballos más famosas del planeta. (Con decir que en 2004, el año del recordado Smarty Jones, más de 33 millones de personas en los Estados Unidos presenciaron la carrera por la NBC, es más que suficiente.)

Sin embargo, es la segunda gema de las tres, la carrera generalmente más olvidada por todos. Pues a pesar de que su primera edición se remonta al año 1873 -incluso antes que el primer Kentucky Derby-, y de que se corre en uno de los hipódromos más legendarios del país, el Preakness no tiene la tradición de la "carrera de las rosas", ni las expectativas que se generan en torno al Belmont cuando hay chances de ver un posible triple-coronado. Lo que no quita que, en mi opinión, si se la ve estrictamente como una carrera de caballos, hay muchos argumentos para afirmar que es la mejor de las tres.


Smarty Jones
A diferencia del Derby, en donde por lo general la enorme cantidad de participantes terminan provocando que uno o más potrillos pierdan la carrera por problemas de tráfico, o del Belmont, cuyos 2400 metros por lo general determinan que no gane el mejor, sino el que llega más descansado, en el Preakness generalmente suele triunfar el mejor potrillo. Sus 1900 metros es una distancia neutral, y al competir menos de 14 caballos, los problemas de tráfico suelen ser escasos. Es muy dificil ver que los favoritos se "cocinen" al seguir a los punteros en parciales de vértigo, como sucedió en los Derbys de Afleet Alex y Point Given, o en el Belmont de Smarty Jones. Y por lo general, los mejores potrillos no pierden la carrera por verse obstaculizados en la largada, como sucediera con Lookin At Lucky en Churchill Downs en 2010. De hecho, de las últimas 12 ediciones del Preakness (2001-2012), 7 fueron ganadas por los favoritos, y la mayor sorpresa fue la del talentoso Bernardini en 2006, un caballo que luego demostró ser de lo mejor de la década. En Pimlico, al menos en lo que va del siglo XXI, no hubieron Monarchos, ni Giacomos, por poner dos ejemplos de potrillos que ganaron el Derby por ser arremetedores, más que por ser los mejores; y tampoco hubieron casos como los de Sarava, Jazil o Da'Tara, cuyos triunfos en el Belmont marcaron los únicos hitos de sus campañas. El Preakness es la más justa de las tres carreras de la Triple Corona, y, por lo tanto, la que suele dejar menos corazones rotos.

Afleet Alex
Pero el Preakness no sólo merece respeto por todo lo anteriormente mencionado, sino que también nos ha brindado algunos de los mejores momentos de los últimos tiempos. Cómo olvidar la infartante edición ganada por el corajudo Afleet Alex en 2005, el emocionante duelo entre Curlin y Street Sense en 2007, o los aplastantes triunfos de los invictos Smarty Jones y Big Brown en 2004 y 2008, respectivamente. Si a éstos momentos épicos, además les agregamos una de las carreras más recordadas de la última década, la victoria de la gran Rachel Alexandra sobre Mine That Bird en 2009, y también el recordado duelo entre I'll Have Another y Bodemeister del año pasado, salta a la vista que, por lo menos desde el año 2000 en adelante, el Preakness ha sido la mejor de las 3 carreras que componen la Triple Corona, y quizás también del país. 
Para los favoritos injustamente derrotados en el Derby, es una especie de camino de redención -como lo fue con Point Given, Afleet Alex, y Lookin At Lucky-; y para los grandes ganadores de la "carrera de las rosas", es la puerta de entrada a las que yo considero las mejores 3 semanas en todo el turf: aquellas que transcurren hasta el día del Belmont, cuando todos en el mundo del turf pensamos que estamos por presenciar al primer triple-coronado desde 1978.

Concluyendo, el Preakness podrá no ser la más célebre de las tres carreras que componen la Triple Corona, pero esto no quiere decir que deba ser pasada por alto. Pues no sólo ha sido la carrera que mejores momentos nos ha proporcionado en los últimos tiempos -dejando de lado la trágica edición de 2006, donde se lesionara el mítico Barbaro-, sino que también puede ser la que termine de confirmar a Orb como algo más que un buen caballo. Esperemos que todo transcurra con normalidad, y que para el sábado de noche todos podamos estar nuevamente inmersos en ese hermoso estado de esperanza e ilusión; ese que se genera cuando un gran potrillo viaja a Nueva York con chances certeras de obtener la esquiva Triple Corona.

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