miércoles, 8 de mayo de 2013

Orb y un Kentucky Derby para el recuerdo

El sábado pasado, cuando el potrillo de tres años Orb cruzó el disco primero en la edición número 139 del Kentucky Derby, la gran mayoría de quienes lo vieron hacerlo ignoraban la enorme magnitud que aquel triunfo significaba para los allegados al caballo. Pues aunque muchos sabían que aquella era primera victoria en el Derby para el veterano entrenador Shug McGaughey, y también para los propietarios del potrillo Ogden Mills Phipps y Stuart Janney III, solo unos pocos estaban al tanto de que aquel triunfo era el tan esperado pináculo para una de las dinastías más históricas y reconocidas del turf norteamericano en el siglo XX.
Durante casi noventa años, desde que en 1926 la abuela de Phipps y Janney creara el hoy legendario Wheatley Stable, hasta poco antes de las 18:24 horas del sábado pasado, los Phipps habían ganado casi todas las carreras más importantes de Norteamerica, excepto una: el Kentucky Derby. Aunque pueda parecer irónico, viniendo de la familia que hoy en día es considerada una de las más emblemáticas de la hípica estadounidense, y que fuera factor fundamental en la cría de leyendas tales como Bold Ruler, Buckpasser, Secretariat, Ruffian o Easy Goer, la carrera insignia de los Estados Unidos le fue esquiva a los Phipps durante casi un siglo. 
Finalmente para ellos, el sábado, luego de tres generaciones de fracasos, derrotas y de caballos aparentemente perfectos que fracasaban en la carrera más importante de todas, la redención les llegó en la forma de un oscuro grandote y desgarbado, pero con el talento y el corazón de un campeón. Su nombre es Orb, y espero que después de leer este artículo puedan apreciar su victoria en toda su magintud.

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La primera vez que asistió a un Kentucky Derby, Ogden Mills "Dinny" Phipps tenía 16 años. Corría el año 1957, y su abuela, la famosa Gladys Mills Phipps -apodada "la primera dama del turf"-, era la propietaria del gran favorito de la carrera, un oscuro de velocidades extraordinarias llamado Bold Ruler. Por aquel entonces, ya se comentaba que nunca ningún caballo del histórico Wheatley Stable había ganado un Derby, y que si los Phipps no lograban hacerlo con aquel brillante hijo de Nasrullah, probablemente nunca lo harían. Lamentablemente para el joven Dinny, no sería la única vez que escucharía una frase de este tipo.
Bold Ruler


En lo que sería la primera de muchas grandes decepciones en el Derby para una de las familias más tradicionales y prominentes de la hípica norteamericana, Bold Ruler se quedaría sin restos en la recta de Churchill Downs aquella tarde de 1957, y terminaría llegando al disco cuarto, lejos del sorprendente ganador Iron Liege. Y aunque a las dos semanas se redimiría al ganar el Preakness -el primero para su dueña-, para retirarse un año después como uno de los mejores milleros de todos los tiempos, no sería suficiente. Porque trece años más tarde, Gladys Mills Phipps fallecería en Nueva York; y a pesar de que desde 1926 su Wheatley Stable había criado y corrido el increíble numero de siete campeones americanos, y competido en siete ediciones del Kentucky Derby desde 1928, con cracks como Successor, Bold Lad o el mismo Bold Ruler, nunca ninguno de sus caballos había podido ganar la carrera más importante de todas.

De los cuatro hijos de Gladys con Henry Carnegie Phipps, dos heredarían la pasión de su madre por el caballo pura sangre, y a lo largo de sus vidas se convertirían en criadores de fama mundial. Sin embargo, tampoco ninguno de ellos podría ganar un Kentucky Derby.

Barbara Phipps Janney fue, junto con su marido Stuart S. Janney Jr., la propietaria del Locust Hill Farm, una pequeña propiedad ubicada en Glyndon, Maryland. Y a pesar de que desde 1950 hasta fines de los '80 ambos criaron incontables ganadores, corriéndolos bajo sus famosas sedas blancas con raya horizontal roja, sería la mítica y trágica Ruffian la que dejaría sus nombres grabados por siempre en los libros de historia, no un ganador del Kentucky Derby.

Y si Barbara había sido una notable criadora, qué decir de Ogden, su hermano mayor, que por más de  50 años sería el propietario de uno de los establos más famosos del mundo, y que siempre buscó llenar el vacío que el Derby había dejado en su madre. Había sido por influencia de ella que, en 1936, con apenas 18 años, Ogden registró sus hoy clásicos colores -chaquetilla negra, gorra roja- en el registro del Jockey Club Norteamearticano. Y cuando en 1946 decidió incursionar definitivamente en la cría y propiedad de caballos pura sangre, adquiriendo lo que sería la base de su escuadra en la liquidación del Coronel Edward R. Bradley, siempre tuvo como principal objetivo ganar la carrera de las rosas.
Ruffian

Su primer gran oportunidad llegó en 1956, cuando su potrillo Dapper Dan arremetió como una bala en la recta de Churchill Downs, solo para quedarse a un pescuezo de la victoria; y en 1966, el que probablemente fuera el mejor caballo que crió en su vida, Buckpasser, se lesionó un vaso cuando era considerado una fija para la carrera.
Pero no fue sino en el otoño de 1969, el día en que ganó una tirada de moneda ante una joven oriunda de Virginia llamada Penny Chenery, que Phipps tuvo su mejor chance para ganar la carrera de las rosas. Porque de haber elegido al potrillo indicado una vez ganado el sorteo, el millonario neoyorquino no sólo habría ganado el Kentucky Derby y la Triple Corona de 1973, sino que por el resto de los tiempos se lo hubiese recordado como el propietario de un alazán musculoso y de talento sobrenatural, hoy conocido como Secretariat. Quienes más lo trataron, dicen que eso fue lo que terminó de convertir al Derby en su mayor obsesión.

Y si bien por más de veinte años Phipps no tuvo ni siquiera un participante en la carrera, cuando en 1985 el veterano criador decidió contratar los servicios de un joven y casi desconocido entrenador, las cosas empezarían a cambiar.

Claude R. McGaughey III, o sencillamente "Shug", contaba con apenas 34 años cuando fue contratado para entrenar la escuadra de pura sangres más renombrada de los Estados Unidos, pero ya por aquel entonces  era considerado uno de los cuidadores más prometedores del país. Un oriundo de Kentucky -y más específicamente de la ciudad de Lexington, considerada la capital hípica del planeta-, el sereno entrenador había soñado con ganar el Kentucky Derby durante toda su vida, y de hecho ya había participado en la carrera con dos competidores, en la edición de 1984. Sin embargo, de no haber sido por Phipps, probablemente nunca hubiera tenido una oportunidad tan certera como la que pronto iba a llegarle.

En mayo de 1989, un año después de que un buen potrillo llamado Seeking The Gold se convirtiera en el primer aspirante al Derby de Phipps en 23 años (llegaría séptimo de la potranca Winning Colors), un confiado McGaughey llegó a Churchill Downs con la certeza de que, finalmente, tenía al caballo indicado para ganar el Kentucky Derby, y tal vez incluso la Triple Corona.
Y es que Easy Goer era tan bueno, tan increíblemente perfecto, que no ilusionarse con él hubiese sido inhumano, incluso para un hombre cauto como él.
Easy Goer
Nacido del gran Alydar por Relaxing, una de las mejores yeguas que había tenido Phipps en su vida, el potrillo era un alazán tan perfecto físicamente, que ya desde su primer año de vida se habían empezado a tener grandes ilusiones en torno a él. A los dos, cuando hubo ganado dos clásicos de grupo 1 por destrozo en Nueva York, ya se lo catalogaba como el mejor potrillo desde Spectacular Bid; y cuando en el invierno de su tercer año de vida ganó el Gotham por 13 cuerpos en 1:32 2/5 para la milla -apenas a 1/5 de segundo del récord mundial de Dr. Fager-, todos creyeron que era la reencarnación de Secretariat. Llegó al Derby de 1989 como uno de los mayores favoritos en la historia de la competencia, y todo parecía suponer que por fin Phipps obtendría su tan ansiada victoria en la carrera.

Sin embargo, la lluvia lo cambiaría todo. Pues corriendo sobre la única superficie sobre la que no se sentía a gusto -el fango de Churchill Downs-, Easy Goer sería derrotado en forma contundente por Sunday Silence, en una de las mayores sorpresas de la historia del Derby, para la enorme devastación de tres hombres: el ya veterano Ogden Phipps,  que veía como nuevamente se le escapaba el Derby de las manos; de su hijo Dinny, cuyo potrillo Awe Inspiring también había corrido en la carrera, llegando tercero; y de un joven Shug McGaughey, que veía esfumarse la mayor posibilidad de ganar el Derby que probablemente fuera a tener en toda su vida.

Phipps dejaría el mundo trece años después de aquella derrota, considerado uno de los mayores criadores en la historia hípica norteamericana, pero sin nunca más haber competido en el Derby.
Y aunque su hijo Dinny tampoco volvería a Churchill Downs con un caballo propio por mucho tiempo, a él la carrera todavía le tenía preparados algunos nuevos momentos de derrota. Porque en 2010, en un hecho que guardaba una leve semejanza con el de su padre y Secretariat, el último de los Phipps tendría que ver como Super Saver, un potrillo que había decidido vender en 2006 cuando aún se encontraba en el seno de su madre, se convertía en el más reciente ganador del Kentucky Derby para sus nuevos dueños, el WinStar Farm.

***

Finalmente, cuando parecía que ya su tiempo había pasado, y que tanto Dinny Phipps como su primo Stuart Janney III -hijo de Barbara Phipps- iban a convertirse en la tercera generación de la familia en no poder ganar la carrera de las rosas, llegaría la primavera del 2013. Y con ella un oscuro grandote y no muy apuesto, de nombre Orb, que por medio de una brillante arremetida en la recta final, se convertiría en el ganador de una de las ediciones más memorables en la historia del Kentucky Derby.

Orb
Nadie sabe qué destino le aguardará en el correr de las próximas cinco semanas, cuando, primero en el Preakness y luego en el Belmont, Orb intente convertirse en el primer triple coronado de los últimos 35 años. Quizás, solo quizás, los dioses del turf se han cansado de hacernos esperar, y finalmente este sea el año; quizás él sea el que estuvimos esperando tanto tiempo.
Eso no lo sabremos con certeza hasta el 9 de junio.

Por ahora, lo único que podemos dar por seguro, es que para tres veteranos turfmans que desde pequeños han dedicado su vida al caballo de carreras, este oscuro grandote y desgarbado ha sido mucho más que un simple animal. Y que cuando, pasados los años, tanto Dinny Phipps, como Stuart Janney, o Shug McGaughey busquen en sus recuerdos, siempre podrán volver el tiempo atrás, a la mágica victoria del hijo de Malibu Moon bajo la lluvia de Churchill Downs el sábado pasado, y decir con orgullo las cinco palabras que todas sus vidas soñaron con decir: "Yo gané un Kentucky Derby".

2 comentarios:

  1. carlos de la rosa lopez8 de mayo de 2013, 4:45

    excelente nota amigo ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ espero que este blog sea conocido por todos.........si todas las notas van a ser como esta es altamente enriquecedor
    saludos
    carlos de la rosa lopez

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  2. tremenda nota, felicitaciones, creo que a muchos nos han dejando sin aliento.

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